Lucas Mallada
LOS MALES DE LA PATRIA Y LA FUTURA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA
Madrid, 1890, Tipografía de Manuel Ginés Hernández.
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“Con la misma variedad de formas, tamaños y colores con que se esparcen por el campo los insectos que devoran las plantas útiles, así se presentan los caciques de diferentes especies, familias y órdenes. Unos son chupadores, otros son mastícadores; ya roen lo que únicamente tragan, ya destrozan mucho más de lo que comen; unos llevan uniforme cuajado de galones dorados, otros frac y corbata blanca, otros sendos gabanes de ricas pieles; otros gastan chaqueta, otros alpargatas, otros usan hábitos talares, otros van de capa corta, mas ninguno de capa caída, pues todos están en auge. Los hay dedicados principalmente á los empleos, otros á las obras públicas, otros á las contribuciones, otros á los suministros; pero lo general es que acometan toda clase de asuntos.
Sujeta al caciquismo la vida nacional en todas sus manifestaciones, en todos los negocios y para todos los individuos, son imposibles el orden, la economía, el desarrollo de los recursos del País, la verdad, la razón y la justicia. España va pasando, una tras otra época, por las diversas fases de tan tremenda plaga. En tiempos de los reyes absolutos, el caciquismo iba vestido de fraile y se amparaba entre los pliegues del venerable manto de la Iglesia; en tiempos de revueltas se entrometía por las filas de los ejércitos; en tiempos de las luchas pacíficas de los partidos se introducía en las urnas de las elecciones. Enseñó á los políticos de oficio el arte de escalar el poder y la manera más disimulada de cambiar de casaca; redactó bandos y programas de los partidos; formó comités y elevó á la categoría de personajes á sus más desvergonzados servidores. Anuló las más firmes convicciones y los más rectos propósitos; esterilizó las leyes más sabias y rasgó, antes de ejecutarlas, las más acertadas sentencias.” (pp. 192-193)
[La cita pertenece al capítulo La inmoralidad pública.]