Jonathan Swift
LOS VIAJES DE GULLIVER
Madrid, 1999, Unidad Editorial.
LOS VIAJES DE GULLIVER
Madrid, 1999, Unidad Editorial.
“Los Viajes de Gulliver proponen una lectura que saca de la rutina, de toda forma de complacencia o de pereza. Llevan a mirar el paisaje con otros ojos. Son un canto a la idea de la relatividad de las cosas, a la tolerancia, a la indispensable crítica, pero también a la broma absolutamente necesaria. Si las sociedades humanas se reducen a dimensiones diez veces menores o se multiplican por cinco, el ridículo de muchas situaciones salta de inmediato a la vista.” (p. 6)
[La cita pertenece a Jorge Edwards, autor del prólogo.]
“Al elegir las personas para todos los puestos oficiales, atienden más a las buenas costumbres que a la mayor cualificación profesional. Y dado que el gobierno es necesario a toda la humanidad, creen que la capacidad normal del entendimiento humano ha de convenir tanto a un oficio como a otro, y que la providencia nunca pretendió que el manejo de los asuntos públicos fuese un misterio, sólo comprensible por algunos pocos de inteligencia extraordinaria, de los que es raro que nazcan más de tres en cada generación; por el contrario, suponen que la verdad, la justicia, la templanza y demás virtudes están al alcance de cualquier hombre, y que su práctica, acompañada por la experiencia y la buena voluntad, capacitaría a cualquiera para servir a su país, excepto cuando se requieren los estudios de una carrera. Creían que la falta de virtudes morales estaba tan lejos de ser sustituida por dotes intelectuales superiores, que los cargos públicos nunca debían ponerse en tan peligrosas manos como son las de personas tales aptitudes; y que al menos los errores cometidos por ignorancia pero con disposición virtuosa, nunca tendrían tan fatales consecuencias para el bienestar público como las acciones de un hombre cuya inclinación natural le hace propenso a la corrupción y posee gran capacidad para organizar, multiplicar y justificar sus corrupciones.” (p. 53)
“Se quedó totalmente estupefacto ante la reseña de la historia de nuestros asuntos durante el último siglo, diciendo, en tono de protesta, que aquello no era sino un montón de conjuras, rebeliones, asesinatos, matanzas, revoluciones y destierros que son los más funestos efectos que la avaricia, el partidismo, la hipocresía, la perfidia, la crueldad, la ira, la locura, el odio, la envidia, la codicia, la malicia y la ambición pueden producir.” (p. 122)
“Otro profesor me envió un extenso escrito con instrucciones para descubrir conjuras y conspiraciones contra el gobierno. Advertía a los hombres de Estado importantes examinar la dieta de todas las personas sospechosas, su hora de comer, sobre qué lado se echaban en la cama, con qué mano se limpiaban el trasero; escudriñar a fondo sur excrementos, y, por el color, olor y sabor, consistencia, crudeza o madurez de la digestión, se hiciera un juicio de sus pensamientos y designios. Porque los hombres nunca se ponen tan serios, pensativos y absortos como cuando están en el trono evacuador, cosa que él había averiguado por medio de repetidas experiencias.” (p. 176)
“A guisa de ejemplo: una banda de piratas es arrastrada por una tempestad hasta ni se sabe dónde, por fin un grumete descubre tierra desde el mastelero, desembarcan para robar y saquear, ven un inofensivo pueblo que los recibe con amabilidad, ponen un nuevo nombre al país, y toman posesión formal de él para el rey, erigen un tablón carcomido o una piedra como señal conmemorativa, asesinan a dos o tres docenas de nativos, se llevan como muestra y a la fuerza a una pareja y regresan a su patria, y alcanzan el perdón. Así comienza una nueva posesión, adquirida con título de Derecho divino. A la primera ocasión se envían barcos, se expulsa o aniquila a los nativos, se tortura a sus príncipes para que digan dónde esconden el oro, se otorga la más completa bula para toda clase de actos inhumanos y de lascivia, y la tierra toda hiede con la sangre de sus habitantes. Y a éste execrable trabajo de carniceros empleados en tan piadosa expedición, se les llama colonia moderna despachada para convertir y civilizar a un pueblo idólatra y bárbaro.” (p. 272)
[Las cursivas pertenecen al texto.]