En este espacio encontrarás información sobre todas mis publicaciones: NARRATIVA, EDUCACIÓN, HISTORIA Y ANTROPOLOGÍA.
A FAVOR DEL PENSAMIENTO LIBRE
miércoles, 11 de mayo de 2016
Miguel Hernández
EL RAYO QUE NO CESA
Madrid, 1988, Espasa Calpe.
“Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.” (p. 118)
[De la Elegía a Ramón Sijé.]
EL RAYO QUE NO CESA
Madrid, 1988, Espasa Calpe.
“Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.” (p. 118)
[De la Elegía a Ramón Sijé.]
Cesare Pavese
EL DIABLO SOBRE LAS COLINAS
Estella, 1982, Salvat Editores.
“En los bancos del jardín de la estación, bajo la escasa sombra de aquellos arbolillos, dormían a boca abierta dos mendigos. Descamisados, cabellos y barba revueltos, parecían gitanos. Los urinarios se hallaban cerca y, aunque la noche supiera a fresco de verano, reinaba en aquel lugar un tufo fuerte que se resentía de un largo día caluroso, sol, movimiento y barullo de sudor, de asfalto derretido, de multitud sin paz. Por la noche, en aquellos bancos -flaco oasis en el corazón de Turín-, suelen sentarse mujeres, solitarios, vendedores ambulantes, despistados, y se aburren, esperan, envejecen. ¿Qué es lo que esperan? Pieretto decía que algo grande: el hundimiento de la ciudad, el Apocalipsis. A veces una tormenta de verano los barría de allí y lavaba toda clase de huellas.” (p. 15)
“La noche antes habíamos dado vueltas y más vueltas por el pueblo, por la plaza, animados por el vino y por el fresco; saludábamos y reíamos con la gente; habíamos oído cantar. Había un grupo de jóvenes que gritaba y llamaban a Oreste; el párroco, que paseaba a la sombra de las casas, y no nos perdía de vista. Palabras y bromas cambiadas bajo las estrellas, sin ver bien las caras, con una mujer, con un viejo, con alguno de nosotros, y que me produjeron una extraña alegría, un sentido festivo e irresponsable que los asaltos del viento tibio, el parpadeo de las estrellas y las luces lejanas prolongaban hasta el porvenir, a la vida entera. Los niños en la plaza se perseguían ensordecedores. Habíamos hecho proyectos, nombrado los pueblos diseminados por los alrededores, hablado de los vinos que había que beber, de los placeres que nos esperaban, de la vendimia.” (p. 67)
EL DIABLO SOBRE LAS COLINAS
Estella, 1982, Salvat Editores.
“En los bancos del jardín de la estación, bajo la escasa sombra de aquellos arbolillos, dormían a boca abierta dos mendigos. Descamisados, cabellos y barba revueltos, parecían gitanos. Los urinarios se hallaban cerca y, aunque la noche supiera a fresco de verano, reinaba en aquel lugar un tufo fuerte que se resentía de un largo día caluroso, sol, movimiento y barullo de sudor, de asfalto derretido, de multitud sin paz. Por la noche, en aquellos bancos -flaco oasis en el corazón de Turín-, suelen sentarse mujeres, solitarios, vendedores ambulantes, despistados, y se aburren, esperan, envejecen. ¿Qué es lo que esperan? Pieretto decía que algo grande: el hundimiento de la ciudad, el Apocalipsis. A veces una tormenta de verano los barría de allí y lavaba toda clase de huellas.” (p. 15)
“La noche antes habíamos dado vueltas y más vueltas por el pueblo, por la plaza, animados por el vino y por el fresco; saludábamos y reíamos con la gente; habíamos oído cantar. Había un grupo de jóvenes que gritaba y llamaban a Oreste; el párroco, que paseaba a la sombra de las casas, y no nos perdía de vista. Palabras y bromas cambiadas bajo las estrellas, sin ver bien las caras, con una mujer, con un viejo, con alguno de nosotros, y que me produjeron una extraña alegría, un sentido festivo e irresponsable que los asaltos del viento tibio, el parpadeo de las estrellas y las luces lejanas prolongaban hasta el porvenir, a la vida entera. Los niños en la plaza se perseguían ensordecedores. Habíamos hecho proyectos, nombrado los pueblos diseminados por los alrededores, hablado de los vinos que había que beber, de los placeres que nos esperaban, de la vendimia.” (p. 67)
Philip K. Dick
UBIK
Arganda del Rey, 2009, La Factoría de Ideas.
“-La verdadera amenaza son los comunistas, no los alemanes –manifestó Bliss-. Por ejemplo, la cuestión de los judíos: ¿sabe quién la desorbita? Los judíos que hay en este país, viviendo la mayoría no como ciudadanos sino como refugiados, a expensas del tesoro público. Desde luego, opino que los nazis se han excedido un poco en algunas de las cosas que les han hecho, pero básicamente la cuestión judía existía desde tiempo atrás y había que hacer algo al respecto. Aquí en los Estados Unidos tenemos problemas parecidos, con los judíos y los negrazos. A la larga habrá que hacer algo con ellos.” (pp. 177-178)
UBIK
Arganda del Rey, 2009, La Factoría de Ideas.
“-La verdadera amenaza son los comunistas, no los alemanes –manifestó Bliss-. Por ejemplo, la cuestión de los judíos: ¿sabe quién la desorbita? Los judíos que hay en este país, viviendo la mayoría no como ciudadanos sino como refugiados, a expensas del tesoro público. Desde luego, opino que los nazis se han excedido un poco en algunas de las cosas que les han hecho, pero básicamente la cuestión judía existía desde tiempo atrás y había que hacer algo al respecto. Aquí en los Estados Unidos tenemos problemas parecidos, con los judíos y los negrazos. A la larga habrá que hacer algo con ellos.” (pp. 177-178)
Andrea Camilleri
LA DANZA DE LA GAVIOTA
Barcelona, 2012, Salamandra.
LA DANZA DE LA GAVIOTA
Barcelona, 2012, Salamandra.
“Se bebió el café de mala gana, pidió un periódico, se sentó y se puso a leer. Todo puro parloteo y cháchara.
El gobierno parloteaba, la oposición parloteaba, la Iglesia parloteaba, la patronal parloteaba y los sindicatos parloteaban, y además la prensa parloteaba sobre una pareja importante que se había separado, sobre un fotógrafo que fotografiaba lo que no debía, sobre el hombre más rico y poderoso del país, al cual su esposa había escrito una carta abierta para reprenderlo por ciertas palabras dichas a otra mujer, parloteaba y requeteparloteaba sobre los albañiles que caían como peras maduras de los andamios, sobre los inmigrantes clandestinos que morían ahogados en el mar, sobre los pensionistas reducidos a la miseria, sobre los niños violados...
Se parloteaba sin parar y por doquier de cualquier problema, siempre en vano, sin que el parloteo se transformara nunca en la más mínima medida, en ningún hecho concreto...
Montalbano decidió que había que modificar el artículo 1 de la Constitución en los siguientes términos: «Italia es una República basada en la venta de droga, el retraso sistemático y el parloteo vano.»” (pp. 12-13).
“Recordó una antigua orden de la marina borbónica que se daba cuando, después de días de bonanza, se quería poner en movimiento a la tripulación para que no se sumiera en el tedio: «A la orden de armen barullo / los que están en la proa pasan a popa / los que están en la popa pasan a proa / los que están en cubierta van abajo / los que están abajo suben a cubierta.» Una actividad tan frenética como inútil, que sólo servía para moverse sin ninguna finalidad. En el fondo, esa antigua orden borbónica era una metáfora de la burocracia.” (p. 88)
“Dulce y clara era la noche, y sin viento. Y la luna, en vez de hallarse sobre los huertos, flotaba sobre el mar. El otoño sentía que tenía los días contados y se abandonaba a su fin con una especie de melancólica languidez un tanto distraída, porque se dejaba invadir por días y noches primaverales sin oponer resistencia.” (p. 126)
[Camilleri hace referencia a los versos "Dolce e chiara è la notte e senza vento", pertenecientes al canto La sera del dí di festa, de G. Leopardi:
"Dolce e chiara è la notte e senza vento,
E queta sovra i tetti e in mezzo agli orti
Posa la luna, e di lontan rivela
Serena ogni montagna."
"Dulce y clara es la noche y calla el viento;
y quieta sobre huertos y tejados
posa la luna y a lo lejos muestra
serena cada monte."
[Trad. de María de la Nieves Muñiz Muñiz. Cátedra.]
El gobierno parloteaba, la oposición parloteaba, la Iglesia parloteaba, la patronal parloteaba y los sindicatos parloteaban, y además la prensa parloteaba sobre una pareja importante que se había separado, sobre un fotógrafo que fotografiaba lo que no debía, sobre el hombre más rico y poderoso del país, al cual su esposa había escrito una carta abierta para reprenderlo por ciertas palabras dichas a otra mujer, parloteaba y requeteparloteaba sobre los albañiles que caían como peras maduras de los andamios, sobre los inmigrantes clandestinos que morían ahogados en el mar, sobre los pensionistas reducidos a la miseria, sobre los niños violados...
Se parloteaba sin parar y por doquier de cualquier problema, siempre en vano, sin que el parloteo se transformara nunca en la más mínima medida, en ningún hecho concreto...
Montalbano decidió que había que modificar el artículo 1 de la Constitución en los siguientes términos: «Italia es una República basada en la venta de droga, el retraso sistemático y el parloteo vano.»” (pp. 12-13).
“Recordó una antigua orden de la marina borbónica que se daba cuando, después de días de bonanza, se quería poner en movimiento a la tripulación para que no se sumiera en el tedio: «A la orden de armen barullo / los que están en la proa pasan a popa / los que están en la popa pasan a proa / los que están en cubierta van abajo / los que están abajo suben a cubierta.» Una actividad tan frenética como inútil, que sólo servía para moverse sin ninguna finalidad. En el fondo, esa antigua orden borbónica era una metáfora de la burocracia.” (p. 88)
“Dulce y clara era la noche, y sin viento. Y la luna, en vez de hallarse sobre los huertos, flotaba sobre el mar. El otoño sentía que tenía los días contados y se abandonaba a su fin con una especie de melancólica languidez un tanto distraída, porque se dejaba invadir por días y noches primaverales sin oponer resistencia.” (p. 126)
[Camilleri hace referencia a los versos "Dolce e chiara è la notte e senza vento", pertenecientes al canto La sera del dí di festa, de G. Leopardi:
"Dolce e chiara è la notte e senza vento,
E queta sovra i tetti e in mezzo agli orti
Posa la luna, e di lontan rivela
Serena ogni montagna."
"Dulce y clara es la noche y calla el viento;
y quieta sobre huertos y tejados
posa la luna y a lo lejos muestra
serena cada monte."
[Trad. de María de la Nieves Muñiz Muñiz. Cátedra.]
Charles Dickens
OLIVER TWIST (I)
Madrid, 2012, Alianza Editorial
“Había leído montones de cosas sobre ladrones: tipos atractivos (en su mayoría amables), impecables de vestido, repletos de bolsillo, entendidísimos en caballos, decididos en porte, afortunados en el galanteo, estupendos con una copla, una botella, una baraja o un cubilete, y dignos émulos del más valiente. Pero nunca me había topado (excepto en Hogarth), con la lamentable realidad. Me pareció que agavillar a los criminales que existían en la vida real, describirlos en toda su fealdad, en toda su miseria, en toda la sórdida pobreza de sus vidas, mostrarlos tal y como son, zafándose eterna y desasosegadamente por los más inmundos senderos de la vida, con una enorme, negra y espantosa horca cerrándoles el camino se vuelvan hacia donde se vuelvan, me pareció, digo, que emprender esto era cosa que se estaba necesitando y que sería rendir un servicio a la sociedad. Por eso lo hice lo mejor que pude.” (pp. 8-9)
[La cita procede de la introducción que el propio Dickens hace de su obra. Aunque la edición que manejo no lo dice, he podido averiguar que se trata del prefacio a la tercera edición inglesa de 1841.]
OLIVER TWIST (I)
Madrid, 2012, Alianza Editorial
“Había leído montones de cosas sobre ladrones: tipos atractivos (en su mayoría amables), impecables de vestido, repletos de bolsillo, entendidísimos en caballos, decididos en porte, afortunados en el galanteo, estupendos con una copla, una botella, una baraja o un cubilete, y dignos émulos del más valiente. Pero nunca me había topado (excepto en Hogarth), con la lamentable realidad. Me pareció que agavillar a los criminales que existían en la vida real, describirlos en toda su fealdad, en toda su miseria, en toda la sórdida pobreza de sus vidas, mostrarlos tal y como son, zafándose eterna y desasosegadamente por los más inmundos senderos de la vida, con una enorme, negra y espantosa horca cerrándoles el camino se vuelvan hacia donde se vuelvan, me pareció, digo, que emprender esto era cosa que se estaba necesitando y que sería rendir un servicio a la sociedad. Por eso lo hice lo mejor que pude.” (pp. 8-9)
[La cita procede de la introducción que el propio Dickens hace de su obra. Aunque la edición que manejo no lo dice, he podido averiguar que se trata del prefacio a la tercera edición inglesa de 1841.]
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