lunes, 29 de enero de 2024

Laura Esquivel
MALINCHE (II)
Madrid, 2016, El País.


“En el aire, en el invisible, navegan infinidad de ideas en movimiento. Durante su recorrido se cruzan unas con otras y producen encuentros luminosos que más tarde se plasman en imágenes, en sonidos, en palabras: en conocimiento.” (p. 227)

Jón Kalman Stefánsson
ENTRE CIELO Y TIERRA (II)
Barcelona, 2011, Salamandra.


"Porvaldur se queja y añora los días en que despertaba con las voces de los niños. Pero no siempre es fácil evocar el pasado sin sentir pesar en el corazón, sin sentir añoranza y dolor por no haber sabido disfrutar de todo suficientemente bien, por no haber escuchado lo suficiente, siempre con prisas, tenía que redactar sermones, tenía que cobrar un dinero, había tareas sociales, pues perteneció durante mucho tiempo a la corporación municipal, estaba implicado en la sociedad teatral y bebía; aquello le llevaba todo el tiempo y quedaban pocas horas libres para los hijos, para esas preguntas infantiles que pueden aproximarnos a lo esencial: Papá, ¿por qué no se cae el sol, por qué no vemos el viento, por qué no pueden hablar las flores, adónde se va la oscuridad en verano, adónde la luz en invierno, por qué muere la gente, por qué tenemos que comer animales, no les da pena a ellos morirse, cuándo morirá el mundo?" (pp. 113-114)

Laura Esquivel
MALINCHE (I)
Madrid, 2016, El País.



“Para empezar, había una total incongruencia entre el significado del nombre de Cortés, Ser cortés era ser delicado, respetuoso, y ella no consideraba que Hernán fuese de esa manera y mucho menos los hombres que lo acompañaban. No podía aceptar que los enviados de los dioses se expresaran de la manera en que lo hacían, que fuesen tan bruscos, tan directos, tan mal hablados, que inclusive vociferaran insultos en contra de su dios cuando se enojaban. Ante la dulzura y la poesía del náhuatl, el español le resultaba un tanto agresivo.
   Aunque había algo más desagradable que la falta de delicadeza que los españoles tenían para dar órdenes, y era el olor que despedían. Nunca esperó que los enviados de Quetzalcóatl fuesen a oler tan mal. La limpieza era una práctica común entre los indígenas, y los españoles, por el contrario, no se bañaban, sus ropas estaban apestosas, ni el sol ni el agua podían quitarles la peste. Por más que tallaba y tallaba la ropa en el río, no era capaz de sacarle el mal olor a hierro podrido, a sudor metálico, a armadura oxidada.” (pp. 85-86)

Jón Kalman Stefánsson
ENTRE CIELO Y TIERRA (I)
Barcelona, 2011, Salamandra.


 

“No se duerme de la misma manera en mar abierto que aquí, en Lugar, en pleno fiordo, entre altas montañas, en realidad en el fondo del mundo, y donde el mar es a veces tan manso que bajamos a la playa a acariciarlo, pero nunca es manso cuando estamos lejos de las cabañas, nada parece capaz de calmar el oleaje, ni siquiera las noches tranquilas, el cielo cuajado de estrellas. El mar entra en los sueños de quienes duermen en mar abierto, la conciencia se llena de peces y de compañeros ahogados que saludan tristemente con aletas en vez de manos.” (p. 29)

martes, 9 de enero de 2024

Juan Eslava Galán
TARTESSOS Y OTROS ENIGMAS DE LA HISTORIA
Barcelona, 1994, Planeta.



“LAS PINTURAS RUPESTRES DE ZUBIALDE

   En diciembre de 1990 un excursionista llamado Serafín Ruiz Selfa descubrió pinturas rupestres prehistóricas en una cueva de Zigoitia, Álava. Eran veinte figuras de animales, medio centenar de signos y algunas manchas de difícil interpretación. Por las trazas, las pinturas podían fecharse hacia el año 10000 a. de C. La prensa echó las campanas al vuelo y se comenzó a hablar de la capilla sixtina del arte rupestre, un título que antes se reservaba a las maltratadas cuevas de Altamira.
  Lógicamente la comunidad científica internacional se interesó por la cueva y dos expertos del Museo Británico, Jill Cook y Peter Ucko, pusieron en duda su autenticidad, como en su tiempo otros especialistas franceses habían dudado de la de las pinturas de Altamira. Se decidió someter el hallazgo a exhaustivos análisis tipológicos, artísticos, físicos, químicos, geológicos, sedimentológicos y de pigmentos con la colaboración de distintos equipos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del laboratorio del Louvre, de la Universidad de Zaragoza y del laboratorio de la Policía Vasca. Puede decirse que los mejores especialistas de Europa pertrechados con los medios más modernos, microfotografía computerizada incluida, se pusieron al servicio de la verdad.
   Las pinturas de Zubialde resultaron ser tan falsas como una moneda de corcho. La falsificación se delataba por ciertos errores y arrepentimientos de las pinturas, por vestigios de esponjas sintéticas encontrados en ellas y por el uso de nueve clases de pigmentos rojos y negros. Además Serafín Ruiz, el presunto descubridor, había realizado dos series de diapositivas de las pinturas con siete meses de diferencia y en la segunda serie aparecían retoques y signos que no figuraban en la primera.
   En total se habían invertido veintiún millones de pesetas en descubrir la falsificación. Con todo, el diputado de cultura responsable de la operación se mostraba satisfecho puesto que «no nos han engañado gracias a un estudio que marca un antes y un después en las investigaciones de arte rupestre». El que no se conforma es porque no quiere.” (pp. 222-223)

 


Anthony  Sattin
NÓMADAS. LA HISTORIA DESDE LOS MÁRGENES DE LA CIVILIZACIÓN
Barcelona, 2023, Crítica.



“Dicen algunas fuentes que el pueblo de Temujín descendía de la unión entre un gamo y una loba azul, y que vivía al otro lado de la gran agua hasta que se trasladó a un extenso valle entre montañas en las estepas orientales de Eurasia.
   Decían también que Temujín fue concebido cuando un rayo de luz divina acarició el vientre de su madre, y que nació aferrando un coágulo de sangre en una mano. Pero, más allá de los mitos de la inmaculada concepción, lo que sí sabemos con certeza es que Temujín nació hacia el año 1162. Las Cruzadas estaban en marcha, Tomás Beckett era arzobispo de Canterbury, los ingleses ocupaban Bretaña y Federico Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano, acababa de saquear Milán destruyendo edificios públicos y desmantelando sus murallas.
   Gran parte de la infancia de aquel niño, como su vida adulta, está envuelta en la leyenda. Es imposible saber si realmente nació con un coágulo en una mano, aunque a su alrededor todos se lo tomaron como señal de que sería un gran conquistador, de que derramaría mucha sangre.” (p. 164)

[Temujín o Temuyín fue el nombre de pila de Gengis Kan.]