Rafael Reig
TODO ESTÁ PERDONADO
Madrid, 2011, Tusquets.
“Así es la esperanza, como una
cucaracha. La pisas y parece muerta, pero en cuanto le das la espalda empieza a
mover otra vez las patas. La espachurras hasta que se deshace y, en cuanto
vuelves con papel para recoger los restos, la encuentras correteando por el
pasillo. Le echas insecticida y se contrae hasta que cierras el bote de espray:
entonces se pone a trepar por la pared.
Nunca te libras de la esperanza,
tiene el caparazón demasiado resistente, se alimenta de cualquier cosa, se
adapta a todos los medios, sabe defenderse de la agresión de la realidad o, al
menos, ponerse a cubierto hasta que escampe.
En cuanto la casa se quede a
oscuras, volverá. Si cierras los ojos, aparecerá en silencio a tus pies. Si te
tumbas en la cama, tapado hasta las cejas, se arrastrará bajo el colchón.” (p.
63)
“La estimación de los demás, cómo
nos ven los otros desde fuera, a menudo se convierte en el modelo al que
intentamos acomodar nuestro carácter, nuestra conducta y hasta nuestro aspecto.
Casi sin darnos cuenta, siempre acabamos pareciéndonos a aquel por quien nos
habían tomado. Uno se resigna a volverse tonto perdido; otro, padre ejemplar;
otro, filántropo o capitán de empresa. Hay incluso quien se apresura a contraer
una enfermedad en cuanto dos o tres amigos afirman que le ven desmejorado. Todo
es proponérselo. La fuerza de la voluntad es imparable, una apisonadora, un
alud en la montaña, un bulldozer que no retrocede ante nada.” (pp. 93-94)