domingo, 22 de septiembre de 2013


Pablo Neruda
CONFIESO QUE HE VIVIDO. MEMORIAS
Barcelona, 1974, Seix Barral.


“A Nazim, acusado de querer sublevar la marina turca, lo condenaron a todas las penas del infierno. El juicio tuvo lugar en un barco de guerra. Me contaban cómo lo hicieron andar hasta la extenuación por el puente del barco, y luego lo metieron en el sitio de las letrinas, donde los excrementos se levantaban medio metro sobre el piso. Mi hermano el poeta se sintió desfallecer. La pestilencia lo hizo tambalear. Entonces pensó: los verdugos me están observando desde algún punto, quieren verme caer, quieren contemplarme desdichado. Con altivez sus fuerzas resurgieron. Comenzó a cantar, primero en voz baja, luego en voz más alta, con toda su garganta al final. Cantó todas las canciones, todos los versos de amor que recordaba, sus propios poemas, las romanzas de los campesinos, los himnos de lucha de su pueblo. Cantó todo lo que sabía. Así triunfó de la inmundicia y del martirio. Cuando me contaba estas cosas yo le dije: «Hermano mío, cantaste por todos nosotros. Ya no necesitamos dudar, pensar en lo que haremos. Ya todos sabemos cuándo debemos empezar a cantar»." (p. 276)
[El texto se refiere al poeta turco Nazim Hikmet (1901-1963).]
Don Winslow
EL PODER DEL PERRO
Barcelona, 2010, Random House Mondadori.


“Y casi todas las noches, las abuelas les contaban historias de brujas, historias de fantasmas y espíritus que adoptaban la forma de lechuzas, halcones y águilas, serpientes, lagartos, zorros y lobos. Historias de hombres ingenuos hechizados por el amor brujo, un amor demencial y obsesivo, y de hombres que luchaban contra pumas y lobos, gigantes y fantasmas, todo por el amor de hermosas jóvenes, solo para descubrir más tarde que sus amadas eran en realidad brujas viejas y feas, lechuzas o zorras.” (p. 66)

“En El Salvador, escuadrones de la muerte de extrema derecha asesinaron a políticos izquierdistas y líderes sindicales. En 1989, en el campus de la Universidad Central Americana de El Salvador, oficiales del ejército salvadoreño ametrallaron a seis jesuitas, a una criada y a su hija de pocos meses con rifles provistos de mira telescópica. En aquel mismo año, el gobierno de Estados Unidos envió quinientos mil millones de dólares en ayudas al gobierno salvadoreño. A finales de los ochenta, unas setenta y cinco mil personas habían sido asesinadas.
Guatemala doblaba esa cifra.
Durante la larga guerra contra los rebeldes marxistas, más de cincuenta mil personas fueron asesinadas, y otras cuarenta mil desaparecieron. Niños sin hogar fueron abatidos en las calles. Estudiantes universitarios fueron asesinados. Un hotelero norteamericano fue decapitado. Un profesor universitario fue apuñalado en el vestíbulo del edificio donde daba clase. Una monja norteamericana fue violada, asesinada y arrojada sobre los cuerpos de sus compañeras. En todo momento, los soldados norteamericanos aportaron entrenamiento, asesoría y equipo, incluidos los helicópteros que transportaban a los asesinos a los campos de exterminio.” (pp. 432-433)

“-¿Las guerrillas han hecho esto? –pregunta Art.
Uno de los hombres enmascarados niega con la cabeza y le cuenta la historia: las AUC fueron al pueblo ayer, mataron a tiros a los jóvenes y violaron a las mujeres. Después encerraron a casi todos los supervivientes en el granero del pueblo, le prendieron fuego y obligaron al resto a mirar y escuchar. Luego condujeron a los supervivientes al puente sobre el Putumayo, los decapitaron con sierras eléctricas y arrojaron sus cabezas y cuerpos al río, para que flotaran río abajo como advertencia a los demás pueblos de la zona.
-Hemos acudido a usted –explica Javier- porque pensamos que, si alguien averiguaba la verdad, volvería a su país y lo contaría. Si supiera la verdad, el pueblo de Estados Unidos… No enviaría dinero y soldados para esto.
-¿Soldados? ¿Qué quieres decir? –pregunta Art.
-Las AUC fueron entrenadas por sus Fuerzas Especiales –dice el hombre enmascarado.
El hombre señala los cadáveres.
-El producto de sus impuestos –dice en perfecto inglés.
Art no dice nada durante el camino de vuelta.
No hay nada que decir.” (pp. 652-653)
[AUC: Autodefensas Unidas de Colombia. Este grupo paramilitar creado en los años 90 para combatir a las FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, se financiaba fundamentalmente con dinero del narcotráfico.]

jueves, 12 de septiembre de 2013

Leonardo Padura
ADIÓS, HEMINGWAY
Barcelona, 2006, Tusquets.


“o tal vez porque, desde niño, había sentido una atracción sanguínea por las armas: era algo colocado más allá de todo cálculo, pues comenzó a hacerse patente cuando a los diez años su abuelo Hemingway le había regalado una pequeña escopeta calibre 12, de un solo cañón, que él siempre recordaba como el mejor de los obsequios recibidos en su existencia. Disparar y matar se habían convertido desde entonces en uno de sus actos predilectos, algo casi necesario, a pesar de la máxima paterna de que sólo se mata para comer. Muy pronto olvidó, por supuesto, aquella regla, cuyo dramatismo debió de haber entendido el día en que su padre lo obligó a masticar la carne correosa del puerco espín al cual había disparado por el simple placer de disparar.” (pp. 67-68)

“jamás había sabido apreciar y casi nunca corresponder el cariño de los que de verdad lo querían. Era una vieja y lamentable limitación, y nada tenía que ver con poses ni con personajes, pues la solía atribuir al huraño modo de ser de sus padres, aquellos personajes cercanos y desconocidos a un tiempo, con sus vidas enfundadas tras un hipócrita puritanismo y a los cuales nunca pudo querer, pues ellos mismos habían estropeado irreversiblemente su capacidad de sentir amor, de un modo simple y natural.” (p. 90) 
[Ambas citas están referidas a la infancia de Ernest Hemingway.]

martes, 10 de septiembre de 2013

John Cheever
FALCONER
Barcelona, 2005, Planeta. 



Si la única canción que puedo cantar es una canción triste,
no la cantaré.
Si la única canción que puedo cantar es una canción triste,
no la cantaré.
No cantaré de los muertos y los moribundos,
no cantaré de los cuchillos y los disparos,
no cantaré de los rezos y los llantos.
Si la única canción que puedo cantar es una canción triste,
no cantaré nunca más.
” (p. 206)

[La cursiva es del original.]


"If the only song I can sing is a sad song,
I ain’t going to sing at all.
If the only song I can sing is a sad song,
I ain’t going to sing at all.
I ain’t going to sing about the dead and the dying.
I ain’t going to sing about the knives and the firing,
I ain’t going to sing about the praying and the crying-
If the only song I can sing is a sad song,
I ain’t going to sing no more."
  

[Texto de la edición en inglés.]