Don Winslow
EL PODER DEL PERRO
Barcelona, 2010, Random House Mondadori.
“Y casi todas las noches, las abuelas les contaban historias de brujas, historias de fantasmas y espíritus que adoptaban la forma de lechuzas, halcones y águilas, serpientes, lagartos, zorros y lobos. Historias de hombres ingenuos hechizados por el amor brujo, un amor demencial y obsesivo, y de hombres que luchaban contra pumas y lobos, gigantes y fantasmas, todo por el amor de hermosas jóvenes, solo para descubrir más tarde que sus amadas eran en realidad brujas viejas y feas, lechuzas o zorras.” (p. 66)
“En El Salvador, escuadrones de la muerte de extrema derecha asesinaron a políticos izquierdistas y líderes sindicales. En 1989, en el campus de la Universidad Central Americana de El Salvador, oficiales del ejército salvadoreño ametrallaron a seis jesuitas, a una criada y a su hija de pocos meses con rifles provistos de mira telescópica. En aquel mismo año, el gobierno de Estados Unidos envió quinientos mil millones de dólares en ayudas al gobierno salvadoreño. A finales de los ochenta, unas setenta y cinco mil personas habían sido asesinadas.
Guatemala doblaba esa cifra.
Durante la larga guerra contra los rebeldes marxistas, más de cincuenta mil personas fueron asesinadas, y otras cuarenta mil desaparecieron. Niños sin hogar fueron abatidos en las calles. Estudiantes universitarios fueron asesinados. Un hotelero norteamericano fue decapitado. Un profesor universitario fue apuñalado en el vestíbulo del edificio donde daba clase. Una monja norteamericana fue violada, asesinada y arrojada sobre los cuerpos de sus compañeras. En todo momento, los soldados norteamericanos aportaron entrenamiento, asesoría y equipo, incluidos los helicópteros que transportaban a los asesinos a los campos de exterminio.” (pp. 432-433)
“-¿Las guerrillas han hecho esto? –pregunta Art.
Uno de los hombres enmascarados niega con la cabeza y le cuenta la historia: las AUC fueron al pueblo ayer, mataron a tiros a los jóvenes y violaron a las mujeres. Después encerraron a casi todos los supervivientes en el granero del pueblo, le prendieron fuego y obligaron al resto a mirar y escuchar. Luego condujeron a los supervivientes al puente sobre el Putumayo, los decapitaron con sierras eléctricas y arrojaron sus cabezas y cuerpos al río, para que flotaran río abajo como advertencia a los demás pueblos de la zona.
-Hemos acudido a usted –explica Javier- porque pensamos que, si alguien averiguaba la verdad, volvería a su país y lo contaría. Si supiera la verdad, el pueblo de Estados Unidos… No enviaría dinero y soldados para esto.
-¿Soldados? ¿Qué quieres decir? –pregunta Art.
-Las AUC fueron entrenadas por sus Fuerzas Especiales –dice el hombre enmascarado.
El hombre señala los cadáveres.
-El producto de sus impuestos –dice en perfecto inglés.
Art no dice nada durante el camino de vuelta.
No hay nada que decir.” (pp. 652-653)
[AUC: Autodefensas Unidas de Colombia. Este grupo paramilitar creado en los años 90 para combatir a las FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, se financiaba fundamentalmente con dinero del narcotráfico.]
EL PODER DEL PERRO
Barcelona, 2010, Random House Mondadori.
“Y casi todas las noches, las abuelas les contaban historias de brujas, historias de fantasmas y espíritus que adoptaban la forma de lechuzas, halcones y águilas, serpientes, lagartos, zorros y lobos. Historias de hombres ingenuos hechizados por el amor brujo, un amor demencial y obsesivo, y de hombres que luchaban contra pumas y lobos, gigantes y fantasmas, todo por el amor de hermosas jóvenes, solo para descubrir más tarde que sus amadas eran en realidad brujas viejas y feas, lechuzas o zorras.” (p. 66)
“En El Salvador, escuadrones de la muerte de extrema derecha asesinaron a políticos izquierdistas y líderes sindicales. En 1989, en el campus de la Universidad Central Americana de El Salvador, oficiales del ejército salvadoreño ametrallaron a seis jesuitas, a una criada y a su hija de pocos meses con rifles provistos de mira telescópica. En aquel mismo año, el gobierno de Estados Unidos envió quinientos mil millones de dólares en ayudas al gobierno salvadoreño. A finales de los ochenta, unas setenta y cinco mil personas habían sido asesinadas.
Guatemala doblaba esa cifra.
Durante la larga guerra contra los rebeldes marxistas, más de cincuenta mil personas fueron asesinadas, y otras cuarenta mil desaparecieron. Niños sin hogar fueron abatidos en las calles. Estudiantes universitarios fueron asesinados. Un hotelero norteamericano fue decapitado. Un profesor universitario fue apuñalado en el vestíbulo del edificio donde daba clase. Una monja norteamericana fue violada, asesinada y arrojada sobre los cuerpos de sus compañeras. En todo momento, los soldados norteamericanos aportaron entrenamiento, asesoría y equipo, incluidos los helicópteros que transportaban a los asesinos a los campos de exterminio.” (pp. 432-433)
“-¿Las guerrillas han hecho esto? –pregunta Art.
Uno de los hombres enmascarados niega con la cabeza y le cuenta la historia: las AUC fueron al pueblo ayer, mataron a tiros a los jóvenes y violaron a las mujeres. Después encerraron a casi todos los supervivientes en el granero del pueblo, le prendieron fuego y obligaron al resto a mirar y escuchar. Luego condujeron a los supervivientes al puente sobre el Putumayo, los decapitaron con sierras eléctricas y arrojaron sus cabezas y cuerpos al río, para que flotaran río abajo como advertencia a los demás pueblos de la zona.
-Hemos acudido a usted –explica Javier- porque pensamos que, si alguien averiguaba la verdad, volvería a su país y lo contaría. Si supiera la verdad, el pueblo de Estados Unidos… No enviaría dinero y soldados para esto.
-¿Soldados? ¿Qué quieres decir? –pregunta Art.
-Las AUC fueron entrenadas por sus Fuerzas Especiales –dice el hombre enmascarado.
El hombre señala los cadáveres.
-El producto de sus impuestos –dice en perfecto inglés.
Art no dice nada durante el camino de vuelta.
No hay nada que decir.” (pp. 652-653)
[AUC: Autodefensas Unidas de Colombia. Este grupo paramilitar creado en los años 90 para combatir a las FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, se financiaba fundamentalmente con dinero del narcotráfico.]