lunes, 16 de noviembre de 2015

César González-Ruano
LA VIDA DE PRISA
Madrid, 2012, Ediciones 68.



“Muchas razas se conservan casi con tanta severidad como la judía, la gitana, por ejemplo, pero ningún pueblo ha sabido detener el tiempo como el judío. En cualquier ghetto de la tierra se vive como en la Jerusalén grande y fabulosa, mugrienta y eterna. En el siglo XX se ven los mismos mendigos de la Antigüedad, las mismas lacras de males milenarios, las mismas barbas bíblicas, los mismos mancebos cuya belleza suave se acaba pronto, las mismas muchachas blancas y tristes que mueren tísicas y honestas, los mismos rabinos, las mismas comidas, puertas estrechas y tiendecitas... El rayo de Israel se ha hecho brasa, y el dolor de la causa perdida se ha hecho un goce íntimo, largo, elegíaco y bello por la persecución y la riña, por la continuidad del orgullo que se disfraza de modestia.” (p. 117)

“Los conocimientos en los bares suelen ser, como en los barcos y en los trenes, bastante rápidos, casi vehementes, propensos a la confidencia y con muchas probabilidades de convertirse en una verdadera amistad simpática y aun sincera aunque esté condenada a la muerte natural de quienes luego tiran cada uno por su lado y no vuelven a reunirse jamás.” (p. 138)