domingo, 21 de febrero de 2016


Fedor Dostoyevsky
CRIMEN Y CASTIGO (II)
Barcelona, 1979, Bruguera.



“(...) y, por fin, puse en juego un recurso grandioso e infalible para cautivar el corazón de una mujer, un recurso que no falla nunca, que influye de manera decisiva en todas las mujeres sin excepción. Se trata de un recurso conocido: la lisonja. Nada hay en el mundo tan difícil como decir francamente lo que se siente; nada tan fácil como la lisonja. Si en la sinceridad entra, aunque sólo sea la centésima parte de una nota falsa, se produce enseguida una disonancia y a ella sigue el escándalo. En cambio, la lisonja resulta agradable y se escucha con complacencia, aunque sea falsa hasta la última nota; se escuchará, si quiere usted, con burda complacencia, pero, al fin y al cabo, con complacencia. Por burda que sea la lisonja, por lo menos la mitad parece legítima. Y ello es así para las personas de todas las capas sociales, independientemente de su desarrollo. Incluso a una vestal cabe seducir por la lisonja. Nada digamos de las personas ordinarias.” (pp. 520-521)

"Contemplaba a sus camaradas de presidio y se quedaba asombrado: ¡cómo querían todos la vida, cómo la estimaban! Le parecía incluso que en el penal la apreciaban más aún que en libertad. ¡Cuán terribles eran los sufrimientos y las torturas que habían sufrido algunos de ellos, por ejemplo, los vagabundos! «¿Es posible que signifique tanto para ellos un rayo de sol, un espeso bosque, un manantial de agua fresca descubierto tres años antes en una ignorada espesura, en el que piensa el vagabundo como si se tratara de la mujer amada y al que ve en sueños, rodeado de verde hierba y un pájaro que canta en un arbusto?» A medida que los observaba, veía ejemplos aún más inexplicables.” (pp. 594-595)
Fedor Dostoyevsky
CRIMEN Y CASTIGO (I)
Barcelona, 1979, Bruguera.


 

"Cuando uno no está bien, los sueños se caracterizan a menudo por su extraordinario detalle, su transparencia y su singular parecido con la realidad. A veces el cuadro resulta monstruoso, pero las circunstancias y el proceso de la representación suelen ser tan verosímiles y se presentan con pormenores tan sutiles e inesperados, tan en armonía desde el punto de vista artístico, con el conjunto, que, en estado de vigilia, la persona que sueña, aunque se tratara de un artista como Pushkin o Turguéniev, sería incapaz de imaginarlos. tales sueños enfermizos se recuerdan durante mucho tiempo y dejan una profunda huella en el organismo desquiciado y excitado del hombre.” (p. 60)

“Recuerdo que, más adelante, desarrollo en mi artículo la idea de que... digamos, por ejemplo, los legisladores y ordenadores de la humanidad, empezando por los más antiguos y continuando por los Licurgo, los Solón, los Mahoma, los Napoleón y así sucesivamente, todos sin excepción fueron criminales por el simple hecho de que, al promulgar una nueva ley, infringían, con ello, la ley antigua, venerada como sacrosanta por la sociedad y recibida de los antepasados; claro es que no vacilaron en derramar sangre, si la sangre (a veces completamente inocente y vertida con sublime heroísmo por defender la ley antigua) podía ayudarles en su empresa. Maravilla incluso pensar hasta qué punto la mayor parte de dichos ordenadores de la humanidad han sido sanguinarios. En una palabra, llego a la conclusión de que todos los hombres no ya grandes, sino que se destaquen un poco de lo corriente, o sea los que estén en condiciones de decir algo nuevo, por poco que sea, necesariamente han de ser criminales por propia naturaleza, en menor o mayor grado, claro es. De no ser así, les resulta muy difícil salir del camino hollado, como ya he dicho, y a mi modo de ver incluso están obligados a no conformarse.” (pp. 282-283)

miércoles, 3 de febrero de 2016


Yu Hua
CRÓNICA DE UN VENDEDOR DE SANGRE
Barcelona, 2014, Seix Barral.


“-Le he preparado una receta -le dijo el maestro Chen- que lleva los ingredientes más fuertes. Pero, por muy fuertes que sean, a He Xiaoyong sólo podrán sanarle el cuerpo, no el alma. Si el alma tiene que irse, no hay medicamento que la retenga. Cuando el alma alza el vuelo, sale por la chimenea. Lo que tienes que hacer es mandar a tu hijo que se suba al tejado y se siente encima de la chimenea, gritando al cielo del oeste: «¡Papá, no te vayas! ¡Papá, vuelve!», que no diga otra cosa, sólo esas dos frases. Que las grite sin parar durante una hora. Cuando el alma de He Xiaoyong oiga a su hijo llamándolo, aunque haya alzado el vuelo, volverá. Y si no ha alzado el vuelo, renunciará a hacerlo y se quedará.” (pp. 180-181)