Claudio Magris
NO HA LUGAR A PROCEDER
Barcelona, 2016, Anagrama.
“Fusilarlos a todos, el más joven tiene quince años, el más viejo, ochenta y cuatro, los niños son enviados a Chelmno para ser gaseados, cementerios, casas, huertos incendiados, destruidos, arrasados por los bulldozers. La orden de borrar Lídice del mapa para vengar el asesinato de Heydrich se sigue al pie de la letra, los nazis arrojan puñados de sal sobre el terreno quemado, algún oficial ha estudiado bien a los clásicos y eleva a la pequeña ciudad checa al nivel de la gran Cartago, sobre la que los romanos esparcieron sal. Tiene razón, toda hoguera aunque pequeña es igual a la más grande; es la hoguera, la destrucción, la que confiere a las víctimas, decenas o millones, una grandeza absoluta, las hogueras encendidas en siglos no se apagan jamás, esos cuerpos rodeados que se retuercen en el fuego son eternos.” (p. 143)
“Del cañón no salen sólo balas, sino también historias -historias de quien ha disparado, de quien fue alcanzado, de quien dejó caer el arma-. Sacar brillo al cañón es como frotar la lámpara de Aladino, el genio aparece y tiene muchas historias que contar, historias y figuras de humo.” (p. 218)
"La abuela Deborah sin embargo sí había sido quemada, y también tantos tantos otros, un par incluso por su culpa; quemados por canallas todavía más canallas que aquellos que habían quemado herejes y que aquellos que habían masacrado a los indios, y más canallas que los hijos de Ismael que vendían como esclavos a los hijos de Canaán y más canallas que Samuel, que había maldecido a Saúl porque no quería matar a los niños prisioneros y más canallas que aquellos hijos de Jacob que habían exterminado a todos los siquemitas después de haberlos hecho circuncidar. Por muy canallas que fueran aquellos anteriores al diluvio eran menos terribles que cuantos vinieron después; el Señor debió de empinar un poco el codo como su predilecto Noé cuando los ahogó a todos, evidentemente estaba confuso entre el antes y el después."
NO HA LUGAR A PROCEDER
Barcelona, 2016, Anagrama.
“Fusilarlos a todos, el más joven tiene quince años, el más viejo, ochenta y cuatro, los niños son enviados a Chelmno para ser gaseados, cementerios, casas, huertos incendiados, destruidos, arrasados por los bulldozers. La orden de borrar Lídice del mapa para vengar el asesinato de Heydrich se sigue al pie de la letra, los nazis arrojan puñados de sal sobre el terreno quemado, algún oficial ha estudiado bien a los clásicos y eleva a la pequeña ciudad checa al nivel de la gran Cartago, sobre la que los romanos esparcieron sal. Tiene razón, toda hoguera aunque pequeña es igual a la más grande; es la hoguera, la destrucción, la que confiere a las víctimas, decenas o millones, una grandeza absoluta, las hogueras encendidas en siglos no se apagan jamás, esos cuerpos rodeados que se retuercen en el fuego son eternos.” (p. 143)
“Del cañón no salen sólo balas, sino también historias -historias de quien ha disparado, de quien fue alcanzado, de quien dejó caer el arma-. Sacar brillo al cañón es como frotar la lámpara de Aladino, el genio aparece y tiene muchas historias que contar, historias y figuras de humo.” (p. 218)
"La abuela Deborah sin embargo sí había sido quemada, y también tantos tantos otros, un par incluso por su culpa; quemados por canallas todavía más canallas que aquellos que habían quemado herejes y que aquellos que habían masacrado a los indios, y más canallas que los hijos de Ismael que vendían como esclavos a los hijos de Canaán y más canallas que Samuel, que había maldecido a Saúl porque no quería matar a los niños prisioneros y más canallas que aquellos hijos de Jacob que habían exterminado a todos los siquemitas después de haberlos hecho circuncidar. Por muy canallas que fueran aquellos anteriores al diluvio eran menos terribles que cuantos vinieron después; el Señor debió de empinar un poco el codo como su predilecto Noé cuando los ahogó a todos, evidentemente estaba confuso entre el antes y el después."