lunes, 20 de marzo de 2017

Brian W. Aldiss
LOS MEJORES RELATOS DE CIENCIA-FICCIÓN
Barcelona, 1989, EDHASA.


 
“En mitad de la noche, Brooks despertó y miró por la ventana. Las estrellas y la Vía Láctea refulgían con todo su esplendor, remotas pero a la vez curiosamente íntimas, como si brillaran únicamente para él, como una esperanza en el fondo de su mente. Atrapado entre las divergentes tensiones del gozo y del pavor reverencial, como un troglodita ante su dios, fue incapaz de apartar la vista de aquel fulgor hasta pasada una hora entera. Luego se encaramó de nuevo a su hamaca y, sonriendo a la enclaustrada oscuridad, se quedó dormido.” (p. 476)
[La cita pertenece al relato LAS DIFICULTADES DE FOTOGRAFIAR NIX OLYMPICA.]

“A la mañana siguiente, despertó con la cabeza pesada y un humor lúgubre. La señora Fenn, que revolvía en la habitación para encender el fuego, no contribuyó a mejorar las cosas; sus gestos descuidados indicaron al muchacho que debía de haber hecho ruido en las escaleras la noche anterior, molestando a la buena mujer. Sin embargo, las señoras Fenn de este mundo -reflexionó Gregory con irritación- habían nacido para sufrir tales indignidades y cuántas más, mejor. De inmediato, se dijo que aquel sentimiento estaba en contradicción con sus principios socialistas pero, en aquel momento, su ética estaba tan perezosa como su hígado.” (p. 165)

“Cuando alcanzó el anticuado rifle y lo bajó de la pared, Gregory sintió de pronto el deseo de matar a uno de aquellos monstruos invisibles. Recordó entonces sus primeras esperanzas, la idea de que quizá fueran seres superiores, seres sabios y de ilustrado poder que venían de una sociedad mucho mejor donde unos códigos morales elevados guiaban las actividades ciudadanas. Había pensado entonces que sólo a una civilización semejante le sería concedido el don de los viajes interplanetarios. Sin embargo, la realidad había demostrado ser todo lo contrario: tal vez un objetivo como aquél sólo podía ser alcanzado por las especies indiferentes a fines más humanos. Tan pronto como se le presentó esa idea, se sintió abrumado por la visión de un mundo enfermo, donde las razas que cultivaban el amor y la inteligencia habitaban unos mundos diminutos de los que no salían nunca, mientras el cosmos era recorrido por especies asesinas, que descendían aquí y allá para satisfacer sus crueles y voraces apetitos.” (p. 206)

[Las citas pertenecen a la novela corta EL ÁRBOL DE SALIVA.]