lunes, 20 de marzo de 2017

Yasunari Kawabata
MIL GRULLAS
Barcelona, 2005, Emecé-Planeta.



“Mientras el tren se acercaba a la Estación Central de Tokio, observó la avenida bordeada de árboles. Corría de este a oeste, casi en ángulo recto con las vías del ferrocarril. El sol la bañaba desde el oeste y la calle resplandecía como una lámina de metal. Los árboles, con el sol detrás, estaban oscurecidos, casi negros. Las sombras eran frías; las ramas, anchas; las hojas, voluminosas. Unos edificios sólidos de estilo occidental flanqueaban la calle.
    Cosa extraña, había poca gente. La avenida estaba tranquila y vacía a lo largo de todo el camino que llegaba al foso del palacio. Los faros de los coches, brillantes y cegadores, también estaban calmos.
    Mirando desde el tren abarrotado, sintió que la calle flotaba sola en ese peculiar momento de la tarde, como si un país extranjero la hubiera dejado caer allí.” (pp. 48-49)