domingo, 2 de abril de 2017

J. M. Mulet
LA CIENCIA EN LA SOMBRA (II)
Barcelona, 2016, Ediciones Destino.



“Para empezar hay que fijarse en el tamaño medio de las gotas, ya que nos indican la velocidad del impacto que causó la herida. Un balazo o una explosión produce una nube de gotas pequeñas, normalmente menores de 1 mm. Un golpe con un arma contundente como un bate de béisbol o un apuñalamiento produce gotas de 1-4 mm, mientras que un puñetazo o un arma pequeña da como resultado gotas de 4-8 mm. También es importante ver la forma de estas gotas. En un disparo o golpe las gotas impactarán sobre la superficie en determinado ángulo. Eso produce una forma de gota tipo renacuajo o espermatozoide, con la cabeza grande y una especie de rastro trasero en forma de cola que apuntará hacia el origen de la sangre. Esto es muy útil porque, uniendo los ángulos hacia los que apuntan las diferentes gotas, por trigonometría sencilla se puede calcular desde dónde se produjo el ataque y el ángulo en que se produjo, dándonos información sobre los hechos y la altura del tirador (suponiendo que fuera un disparo). Otra información útil son las manchas gravitacionales (…) Una mancha gravitacional es producida por una gota de sangre que impacta en el suelo perpendicularmente, como una bola que dejas caer. Estas manchas no son propias del impacto o directamente del arma homicida, sino de alguien que está sangrando. La forma de la mancha es indicativa de la distancia desde la que ha caído. Si la mancha es redonda se debe a que ha caído de poca altura; si tiene como una corona de gotas más pequeñas alrededor, indica que ha caído desde más altura pues eso se debe al rebote, como las gotas de lluvia forman una corona distintiva al caer en el agua. Otra señal significativa es la de una forma como de sifón o de fuente; esto suele pasar cuando se secciona una arteria y la sangre sale impulsada por el bombeo del corazón.” (pp. 191-192)