Miguel Barnet
GALLEGO (III)
Buenos Aires, 2002, Editorial Sudamericana.
“Todas las noches era algo distinto. Bombas, asesinatos en el Laguito, tiroteos por la madrugada. Un infierno como en la época de Machado. Yo no he visto país más revuelto que éste. El que nace aquí viene con sangre caliente en las venas. Eso lo da la mezcla del africano con el peninsular. Porque al chino lo que le corre por las venas es cocimiento de tilo. Los chinos siempre han sido muy tranquilos. El día que le viraron el carro de hortalizas al chino Joaquín para ver si había armas escondidas debajo de las lechugas, el policía le dijo:
-Si te cojo en el brinco, te la pelo, ¡cará!
Joaquín miró todo el rebumbio con los brazos pegados al cuerpo. Cuando la policía se fue, recogió las legumbres del pavimento. Se quedó solo, porque la gente echó un pie de allí. Al poco rato se puso a empujar la carretilla, y cuando llegó a la calle Calzada empezó a gritar:
-¡Tlae cole, lechuga, belenjena fleca!” (p. 194)