jueves, 8 de agosto de 2024

Enrique Jordá
EL DIRECTOR DE ORQUESTA ANTE LA PARTITURA (II)
Madrid, 1969, Espasa-Calpe.




“Un tenor italiano, contratado para encarnar el protagonista del Otelo, de Verdi, tras haber estudiado musical y escénicamente su personaje observó que en cierto momento de la obra todos los tenores, a quienes le fue dado observar, se dirigían al fondo del escenario. No pudiendo encontrar justificación de orden musical ni escénico a tal desplazamiento, rogó a un amigo que le presentase a Tamagno, tenor que había estrenado Otelo, a quien hizo partícipe de sus dudas, preguntándole la razón de aquel movimiento escénico. Tamagno preguntó: «¿Van todos los Otelos hacia el fondo en ese momento? Pues no lo comprendo», afirmó. El joven tenor le dijo tímidamente que se desplazaban así, pues él mismo lo hizo durante las primeras representaciones de la obra. Barajando sus recuerdos Tamagno exclamó súbitamente: «¡Ah! ¡Sí! Ahora me acuerdo; yo iba allá a escupir antes de atacar el Si agudo.»

«¿Cómo extrañarse de que Mahler dijera que la tradición es la excusa para no pensar por sí mismo?»” (p. 111)


Goliarda Sapienza
AL FILO DEL MEDIODÍA (II)
Madrid, 2021, Altamarea.



“-Bueno, nada, solo que en mi casa no se podía decir «te quiero mucho», es muy excepcional y extraordinario: eran frases exageradas y remilgadas y no se podían decir palabrotas o blasfemar contra Dios o contra la Virgen. Una vez se me escapó un «me cago en Dios» que había escuchado en la escuela, y mi madre, tan seria que aún tiemblo cuando lo pienso, solamente me dijo: «¿Por qué molestas a ese señor, Goliarda? Es de mala educación. Y además, si no crees en él, ¿para qué lo nombras? Espero no volver a escucharte una tontería semejante.»” (p. 128)

“-Y aquellas palabras abrieron un abismo ante mí y entendí lo difícil que es el arte de no esperar nada... La más difícil de las artes...” (p. 192)

Enrique Jordá
EL DIRECTOR DE ORQUESTA ANTE LA PARTITURA (I)
Madrid, 1969, Espasa-Calpe.


 

“Un auténtico intérprete elige entre los diferentes medios expresivos a su alcance, los que le permiten transmitir el contenido musical de la obra en un estilo adecuado y puro. Si antepone otro empeño o interés, se desvía de su misión, la traiciona. Tales casos no son extraños. Existen ejecutantes que usan las partituras para lucir su habilidad técnica sacrificando el estilo de la obra y abriendo la puerta al virtuosismo. La virtuosidad mata el estilo, y cuando éste desaparece deja de existir el arte. A mi juicio, en tales casos el concierto se convierte en una función de circo, y si el circo es un espectáculo que me distrae y agrada, recuerdo que Cocteau afirmaba que «existen unas horas parar tomar cocteles y otras para vomitarlos». La actividad del virtuoso convierte el medio en fin. El director que haga uso de una composición para lucimiento personal y sea incapaz de calar en el mensaje de la obra es un impotente. Pero se da cierto tipo de intérprete más peligroso, que de cualquier forma procura encontrar una interpretación distinta de las conocidas anteriormente para presentarse satisfecho y sonriente anunciando su creación. Falsa la actitud, falsa la interpretación y falsa la deducción; jamás creador: en el mejor de los casos solamente inventor.” (p. 97)

Goliarda Sapienza
AL FILO DEL MEDIODÍA (I)
Madrid, 2021, Altamarea.


 

“«Una actriz, señorita Sapienza, puede tener talento, fantasía, una voz, bonita, un buen porte, pero si no tiene memoria es mejor que ni siquiera empiece en este arte. Y no solo la memoria de las palabras, debe tener la memoria de las caras que ha visto y de las expresiones que ha observado. Es necesario observar todo y a todos, también a la gente que se encuentra en el tranvía. Ver y apoderarse, guardarse dentro de uno mismo todas las expresiones y todos los gestos. Cómo se hablan esos enamorados o cómo llora esa vieja en la estación al despedirse, para después sacarlos del momento y repetirlos, copiarlos tal y como han sido vistos».” (p. 31)