sábado, 19 de abril de 2025

Javier Cacho
NANSEN, MAESTRO DE LA EXPLORACIÓN POLAR (I)
Madrid, 2017, Fórcola.



“Según se acercaban, empezaron a sentir en el aire un intenso olor a grasa rancia requemada y a distinguir las variopintas ropas de sus anfitriones confeccionadas exclusivamente con pieles. Al llegar los rodeó un coro de caras sonrientes que los miraban con la misma curiosidad con que ellos mismos observaban a los hombres y mujeres, niños y viejos que los cercaban.
(…)
Nansen y sus hombres fueron invitados a entrar en la tienda más grande, que debía de ser de la persona de mayor rango, adonde lo siguieron todos los que pudieron, hasta que el reducido local se llenó literalmente hasta rebosar. Si al aire libre los olores que emanaban de sus cuerpos y vestidos eran tolerable, en un lugar cerrado donde varias familias dormían, preparaban la comida, tiraban los desperdicios y realizaban todas sus necesidades fisiológicas, el hedor resultaba nauseabundo, hasta el punto de que Trana y Sverdrup no pudieron aguantar mucho rato y tuvieron que salirse.
   Además de aquella pestilencia, en el interior de la tienda se desarrolló ante sus atónitos ojos un espectáculo tal que Fridtjof se vio obligado a recurrir a continuos circunloquios para explicarlo en su libro a una sociedad puritana. Nada más entrar, hombres y mujeres de cualquier edad se desnudaban, quedándose con un mínimo taparrabos, y no sólo la familia, sino todos los vecinos y amigos que entraron con ellos.” (pp. 129-131)

[La cita se refiere al encuentro de Fridtjof Nansen (1861-19230) y sus expedicionarios con un grupo de esquimales de Groenlandia.]