Élmer Mendoza
LA PRUEBA DEL ÁCIDO
Barcelona, 2011, Tusquets.
“¿Quién era él para entrar y
escandalizar a los hombres más poderosos del estado? No soy más que un pinche
poli pendejo y ni siquiera estoy seguro de lo que soy realmente; yo, un pobre
infeliz, ¿tengo derecho a interrumpir una reunión tan chingona donde todos ríen
y disfrutan? Soy un fracasado, un idiota que está robando oxígeno, ¿qué he
hecho en mi vida? Nada, chuparme el dedo y ladrarle a la luna. Un cabrón que no
vota, que no pide aumento, que no escribe cartas, que no tiene dirección de
internet, que no ha viajado, que no cree en Dios ni en la Iglesia, vamos, ni
siquiera en los pinches ovnis que ponen roja la luna. Un cabrón permanentemente
abandonado que no fue capaz de identificar a su único hermano en el velorio de
su madre, un pendejo que no tiene vieja y que seguramente está perdiendo la
capacidad de coger como Dios manda.” (p. 165)