jueves, 28 de marzo de 2013

Augusten Burroughs
EN EL DIQUE SECO
Barcelona, 2008, Anagrama.


“Vuelvo a casa y no me siento nada optimista. Tengo ganas de desaparecer. Es como si estuviera desenchufado del mundo o, mejor dicho, como si alguien hubiera apretado el botón de PAUSA. Estoy inquieto, pero sin energía. ¿Deprimido? Repaso mentalmente la tabla de sentimientos. Decido que estoy al borde de un ataque de pánico, pero también echo de menos tener una familia o algo parecido; que me siento solo. Entonces me doy cuenta de lo que me pasa.
   Echo de menos el alcohol. Como si se tratara de una persona. Me siento abandonado. O mejor dicho, siento que quien se ha marchado he sido yo, que he roto con una pareja que era violenta y que me maltrataba, pero con la que deseo volver porque, con el paso del tiempo, ya no me parece tan violenta ni tan malvada. Durante la desintoxicación ya me habían advertido que me pasaría esto. Que tendría unos estados de ánimo muy cambiantes e inesperados. También me dijeron que era como afrontar una muerte en familia.” (p. 151)
C. G. Jung
EL HOMBRE Y SUS SÍMBOLOS
Barcelona, 1995, Paidós.


“Quienquiera que niegue la existencia del inconsciente, supone, de hecho, que nuestro conocimiento actual de la psique es completo. Y esta creencia es, claramente, tan falsa como la suposición de que sabemos todo lo que hay que saber acerca del universo. Nuestra psique es parte de la naturaleza y su enigma es ilimitado. Por tanto, no podemos definir ni la psique ni la naturaleza. Sólo podemos afirmar qué creemos que son y describir, lo mejor que podamos, cómo funcionan. Por lo cual, completamente aparte de las pruebas acumuladas por la investigación médica, hay firmes bases lógicas para rechazar afirmaciones como <<No hay inconsciente>>. Quienes dicen tales cosas no hacen más que expresar un anticuado <<misoneísmo>>: miedo a lo nuevo y lo desconocido.” (p. 23)

“Un hombre puede soñar que introduce una llave en una cerradura, que empuña un pesado bastón, o que echa abajo una puerta con un ariete. Cada una de esas cosas puede considerarse una alegoría sexual. Pero el hecho de que su inconsciente haya elegido, con ese fin, una de esas imágenes específicas –sea la llave, el bastón o el ariete– es también de la mayor importancia. La verdadera tarea es comprender por qué se ha preferido la llave al bastón o el bastón al ariete. Y, a veces, esto pudiera conducir al descubrimiento de que no es, en definitiva, el acto sexual, el que está representado en el sueño, sino algún otro punto psicológico totalmente distinto”. (p. 29)

“Y, hablando más en general, es una simple bobada creer en guías sistemáticas ya preparadas, para la interpretación de sueños, como si se pudiera comprar, sencillamente, un libro de consulta y buscar en él un símbolo determinado. Ningún símbolo onírico puede separarse del individuo que lo sueña y no hay interpretación definida o sencilla de todo sueño. Cada individuo varía tanto en la forma en que su inconsciente complementa o compensa su mente consciente que es imposible estar seguro de hasta qué punto pueden clasificarse los sueños y sus símbolos.
   Es verdad que hay sueños y símbolos aislados (preferiría llamarlos <<motivos>>) que son típicos y se producen con frecuencia. Entre tales motivos están las caídas, los vuelos, ser perseguido por animales peligrosos u hombres hostiles, estar poco o absurdamente vestido en lugares públicos, tener prisa o estar perdido entre las apreturas de una multitud, luchar con armas inútiles o estar completamente indefenso, correr mucho sin llegar a ninguna parte. Un típico motivo infantil es soñar que se crece o se disminuye infinitamente o que se transforma en otro como, por ejemplo, se lee en Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. Pero debo insistir en que esos son motivos que han de considerarse en el contexto del propio sueño, no como cifras que se explican por sí mismas.” (p. 53) 

“La triste verdad es que la auténtica vida del hombre consiste en un complejo de oposiciones inexorables: día y noche, nacimiento y muerte, felicidad y desgracia, bueno y malo. Ni siquiera estamos seguros de que uno prevalecerá sobre el otro, de que el bien vencerá al mal o la alegría derrotará a la tristeza. La vida es un campo de batalla. Siempre lo fue y siempre lo será, y si no fuera así, la existencia llegaría a su fin.” (p. 85)

viernes, 22 de marzo de 2013


Francisco Coloane
CUENTOS COMPLETOS
Madrid, 1999, Alfaguara.


"En esta parte de la Tierra del Fuego terminan los últimos cordones de las cordilleras occidentales y empiezan las mesetas que van descendiendo hasta el borde del Atlántico, sucesivamente, en llanadas, vegas y dunas.
   La topografía es curiosa; algunos pequeños lados entre hoyos cordilleranos, ojos de agua al fondo de precipicios, ancones, hoyas de paredones pétreos, le dan un aspecto sobrecogedor, como de comienzos del mundo. Ni un ave se divisa, y los caballos que son obligados por sus jinetes a cruzar por allí, paran las orejas e inquietan el paso.” (pp. 62-63)
[La cita pertenece al relato “El Flamenco”.]

“no vale la pena vivir como las piedras en un solo lugar.” (p. 81)
[La cita pertenece al relato “El australiano”.]

“El marino es supersticioso, tal vez porque, entregado a una realidad tan dura como la furia del mar y otros elementos, necesita algo en que fijar su esperanza para resistir a la muerte que va y viene sobre las olas.” (p. 102)
[La cita pertenece al relato “El último contrabando”.]

“El cielo era de azul oscuro y profundo, salpicado de estrellas y moteado de nubes blancas que corrían persiguiéndose, formando y deshaciendo extrañas caravanas, a través de las cuales cruzaba navegando la luna, rompiéndolas a veces con su proa de diamante.” (p. 135)
[La cita pertenece al relato “El suplicio de agua y luna”.]

domingo, 10 de marzo de 2013

David Owen
EN EL PODER Y EN LA ENFERMEDAD. ENFERMEDADES DE JEFES 
DE ESTADO Y DE GOBIERNO EN LOS ÚLTIMOS CIEN AÑOS.
Madrid, 2010, Siruela.


"La reacción europea a la actuación de Wilson constituyó una temprana señal del choque de civilizaciones que luego desencadenaría Georges W. Bush provocando una americanofobia a escala mucho mayor. Se cuchicheaba que Wilson hablaba a la Conferencia como si fuese Jesucristo; el primer ministro francés, Georges Clemenceau, dijo que padecía de enajenación mental, una <<neurosis religiosa>>.” (p. 43)
[La cita se refiere al presidente estadounidense Woodrow Wilson y a su participación en la Conferencia de Paz de París de 1919, al término de la I Guerra Mundial.]

“No hay pruebas convincentes que permitan clasificar a Hitler como un enfermo mental; antes bien es preciso describirlo como la encarnación del mal político; y así es como se le conceptúa la mayoría de las veces. A pesar de todo lo que se ha escrito acerca de su salud, es difícil ver que ésta guarde relación con su toma de decisiones o su antisemitismo, que parece deber más a su estancia, cuando era joven y pobre, en Viena, donde el antisemitismo estaba extendido. (…) Sea como fuere, tratar de atribuir los crímenes del régimen nazi únicamente a la personalidad de su líder es una completa equivocación.” (pp. 73-74)

“Durante toda su vida, Churchill padeció crisis de depresión grave (…) La familia de su padre tenía un historial de ella. Wilson [Charles Wilson fue su médico personal] describe a Churchill hablando de la negra depresión que se había instalado en él cuando era joven, se había casado y estaba en la Cámara de los Comunes, rememorando sus sentimientos suicidas en el pasado. Churchill le dijo que no le gustaba estar cerca del borde de un andén cuando pasa un tren expreso; si era posible, prefería tener una columna entre él y el tren; y que una acción de un segundo podía acabar con todo. Describía sus sentimientos como unas gotas de desesperación.” (p. 80)

“Las interrogantes acerca de Bush, por tanto, tienen más que ver con su falta de atención, su naturaleza descuidada y su dificultad para expresarse: signos, en suma, de que su cerebro funciona de una manera rara. Su atractivo electoral, especialmente su victoria en 2004, se debió en alguna medida a su imagen de <<tipo coriente>>. En cierta ocasión le preguntaron si hablaba francés y contestó: <<No, qué va. Apenas hablo inglés>>. El humor ha ayudado a Bush a desactivar algunas de sus meteduras de pata y le ayudó a conservar apoyos en las elecciones presidenciales de 2004.” (p. 431)