jueves, 28 de marzo de 2013

Augusten Burroughs
EN EL DIQUE SECO
Barcelona, 2008, Anagrama.


“Vuelvo a casa y no me siento nada optimista. Tengo ganas de desaparecer. Es como si estuviera desenchufado del mundo o, mejor dicho, como si alguien hubiera apretado el botón de PAUSA. Estoy inquieto, pero sin energía. ¿Deprimido? Repaso mentalmente la tabla de sentimientos. Decido que estoy al borde de un ataque de pánico, pero también echo de menos tener una familia o algo parecido; que me siento solo. Entonces me doy cuenta de lo que me pasa.
   Echo de menos el alcohol. Como si se tratara de una persona. Me siento abandonado. O mejor dicho, siento que quien se ha marchado he sido yo, que he roto con una pareja que era violenta y que me maltrataba, pero con la que deseo volver porque, con el paso del tiempo, ya no me parece tan violenta ni tan malvada. Durante la desintoxicación ya me habían advertido que me pasaría esto. Que tendría unos estados de ánimo muy cambiantes e inesperados. También me dijeron que era como afrontar una muerte en familia.” (p. 151)