EN EL DIQUE SECO
Barcelona, 2008, Anagrama.
“Vuelvo
a casa y no me siento nada optimista. Tengo ganas de desaparecer. Es como si
estuviera desenchufado del mundo o, mejor dicho, como si alguien hubiera
apretado el botón de PAUSA. Estoy inquieto, pero sin energía. ¿Deprimido? Repaso
mentalmente la tabla de sentimientos. Decido que estoy al borde de un ataque de
pánico, pero también echo de menos tener una familia o algo parecido; que me
siento solo. Entonces me doy cuenta de lo que me pasa.
Echo de menos el alcohol. Como si se tratara
de una persona. Me siento abandonado. O mejor dicho, siento que quien se ha
marchado he sido yo, que he roto con una pareja que era violenta y que me
maltrataba, pero con la que deseo volver porque, con el paso del tiempo, ya no
me parece tan violenta ni tan malvada. Durante la desintoxicación ya me habían
advertido que me pasaría esto. Que tendría unos estados de ánimo muy cambiantes
e inesperados. También me dijeron que era como afrontar una muerte en familia.”
(p. 151)