jueves, 7 de noviembre de 2013


Charles Darwin
EL ORIGEN DEL HOMBRE
Madrid, 1974, Edaf.


“No obstante, la diferencia que media entre el alma del hombre y la de los animales superiores, esta diferencia, sin embargo, consiste en grado, no en esencia. Hemos visto que los sentidos e intuiciones, las diferentes emo­ciones y facultades, como el amor, la memoria, la aten­ción, la curiosidad, la imitación, la razón, etc., que for­man el orgullo del hombre, pueden encontrarse incipientemente unas veces, otras en bastante desarrollo en los animales inferiores. También son además capaces de alcanzar por herencia ciertos mejoramientos, según es ostensible en el perro doméstico, comparado con el lobo y el chacal. Si se pudiera probar satisfactoriamente que algunas de las facultades mentales de mayor catego­ría como la formación de conceptos generales, concien­cia de los actos, etc., son absolutamente peculiares al hombre, lo cual parece en extremo dudoso, no nos parecería improbable asegurar que estas cualidades son me­ros resultados accesorios de otras facultades intelectua­les muy desarrolladas, que a su vez son resultado de la continua práctica de una lengua perfecta. (…) El lenguaje, que en algo es arte y en algo instinto, lleva en sí mismo el sello de la evolución gradual. La noble creencia en Dios no es universal, y la creencia en agentes espirituales activos fluye naturalmente de otras facultades mentales. El sentido moral es quizás la mejor y más clara demarcación entre el hombre y los animales inferiores; pero no tengo necesidad de añadir nada sobre este asunto, puesto que no ha mucho me he esforzado en demostrar que los instintos sociales, primer principio de la moral del hombre, ayudados de las facultades intelectuales activas, y los efectos del hábito, nos llevan naturalmente a la regla de oro que nos enseña «a querer para los otros lo que queremos para nosotros mismos», verdad que forma fundamento de la moral." (pp. 121-122)

"¿Quién puede decir positivamente por qué la nación española, tan poderosa en otros tiempos, ha quedado ahora tan atrás? (…) Como advierte Galton, en los tiempos pasados casi todos los hombres distinguidos, entregados a la meditación y al cultivo del entendimiento, no tenían más refugio que la iglesia, la que, al exigirles el celibato, ejerció una funesta influencia en las generaciones sucesivas. Durante el mismo período el santo oficio buscaba con afán a los hombres más independientes y ardorosos para llevarlos a la hoguera o a la cárcel.
   Solamente en España se eliminaron, durante un período de tres siglos, cerca de mil hombres por año, y hombres de los más útiles, a saber, los que dudaban de las cosas y discutían sobre ellas, y sin la duda es imposible el progreso. El daño acarreado por este medio a los pueblos ha sido inmenso” (p. 136)