Gustavo Adolfo Bécquer
OBRAS COMPLETAS
Madrid, 2004, Cátedra.
“Vais a buscar un libro cualquiera, entráis en el establecimiento más lujoso y más céntrico de Madrid, es librería francesa; vais a otro, son libros en francés; a otro, la misma contestación. ¿Dónde se venden los libros españoles? ¿Se escriben acaso? Y si se escriben, ¿se venden en alguna parte?” (p. 524)
[La cita pertenece al artículo LA NENA, publicado el 30 de marzo de 1862 en el diario El Contemporáneo.]
“¿Quién no ha pensado alguna vez, mirando los granizos saltar en el alféizar de la ventana y oyendo el repiqueteo de sus golpes en los cristales: «¡Si estos granizos fueran monedas de cinco duros!»? Y ¿quién no ha añadido, completando la frase y después de reflexionar un instante sobre los inconvenientes que traería a la sociedad esta riqueza repentina que, al fin y al cabo, daría por resultado una pobreza general: «Y solo cayeran en el patio de mi casa»? Porque, en efecto, nada más inútil que el oro el día en que se hiciese tan común como el estaño. Todo lo que se prodiga es vulgar; nadie aprecia lo que no ha de causar envidia, y es seguro que hasta la salud se miraría como cosa despreciable si no hubiese enfermos.” (p. 528)
[La cita pertenece al artículo LAS PERLAS, publicado el 27 de febrero de 1863 en el diario El Contemporáneo.]
“En el majestuoso conjunto de la creación, nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espíritu y dé vuelo desusado a mi fantasía, como la luz apacible y desmayada de la luna. Yo la espero siempre con impaciencia, la contemplo con amor, siento íntimo deleite al verme envuelto en su atmósfera tibiamente luminosa, y mis ideas toman nuevo giro, y paréceme que he vuelto a aquellos tiempos, tan próximos y a la vez tan lejanos, en que mi espíritu flotaba de continuo en una región de encanto y de poesía. (…)
Y ese astro tan bello, tan puro, tan melancólico, que ha inflamado la imaginación de los más grandes poetas y ha inspirado a Bellini una melodía que será imperecedera, ¿he de verlo tal como lo describe la ciencia? No; renuncio generosamente el telescopio científico. Quiero contemplar la luna como se presenta a mi vista y creer que es lo que parece, que si en esto pierde la ciencia, en cambio gana mucho la poesía, y váyase lo uno por lo otro.” (pp. 569-571)
[La cita pertenece al artículo A LA CLARIDAD DE LA LUNA, publicado el 10 de marzo de 1864 en el diario El Contemporáneo. La referencia a Bellini tiene que ver con el aria “Casta diva”, de su ópera Norma, en la cual dicho personaje pide ayuda a la Luna.]
OBRAS COMPLETAS
Madrid, 2004, Cátedra.
“Vais a buscar un libro cualquiera, entráis en el establecimiento más lujoso y más céntrico de Madrid, es librería francesa; vais a otro, son libros en francés; a otro, la misma contestación. ¿Dónde se venden los libros españoles? ¿Se escriben acaso? Y si se escriben, ¿se venden en alguna parte?” (p. 524)
[La cita pertenece al artículo LA NENA, publicado el 30 de marzo de 1862 en el diario El Contemporáneo.]
“¿Quién no ha pensado alguna vez, mirando los granizos saltar en el alféizar de la ventana y oyendo el repiqueteo de sus golpes en los cristales: «¡Si estos granizos fueran monedas de cinco duros!»? Y ¿quién no ha añadido, completando la frase y después de reflexionar un instante sobre los inconvenientes que traería a la sociedad esta riqueza repentina que, al fin y al cabo, daría por resultado una pobreza general: «Y solo cayeran en el patio de mi casa»? Porque, en efecto, nada más inútil que el oro el día en que se hiciese tan común como el estaño. Todo lo que se prodiga es vulgar; nadie aprecia lo que no ha de causar envidia, y es seguro que hasta la salud se miraría como cosa despreciable si no hubiese enfermos.” (p. 528)
[La cita pertenece al artículo LAS PERLAS, publicado el 27 de febrero de 1863 en el diario El Contemporáneo.]
“En el majestuoso conjunto de la creación, nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espíritu y dé vuelo desusado a mi fantasía, como la luz apacible y desmayada de la luna. Yo la espero siempre con impaciencia, la contemplo con amor, siento íntimo deleite al verme envuelto en su atmósfera tibiamente luminosa, y mis ideas toman nuevo giro, y paréceme que he vuelto a aquellos tiempos, tan próximos y a la vez tan lejanos, en que mi espíritu flotaba de continuo en una región de encanto y de poesía. (…)
Y ese astro tan bello, tan puro, tan melancólico, que ha inflamado la imaginación de los más grandes poetas y ha inspirado a Bellini una melodía que será imperecedera, ¿he de verlo tal como lo describe la ciencia? No; renuncio generosamente el telescopio científico. Quiero contemplar la luna como se presenta a mi vista y creer que es lo que parece, que si en esto pierde la ciencia, en cambio gana mucho la poesía, y váyase lo uno por lo otro.” (pp. 569-571)
[La cita pertenece al artículo A LA CLARIDAD DE LA LUNA, publicado el 10 de marzo de 1864 en el diario El Contemporáneo. La referencia a Bellini tiene que ver con el aria “Casta diva”, de su ópera Norma, en la cual dicho personaje pide ayuda a la Luna.]