ALAS NOCTURNAS
Barcelona, 1986, Edhasa.
“Había
también muchos turistas extraterrestres, más de los acostumbrados; provenían de
cien mundos distintos; algunos podían respirar nuestro aire, otros pasaban en
globos herméticos, con ropas especiales, o en pequeñas cabinas de respiración
de forma piramidal. No era una novedad que los extranjeros visitaran la Tierra,
naturalmente, pero lo asombroso era la gran cantidad que se notaba. (…) Era
como si nuestros invasores hubiesen anunciado por todas las galaxias: VISITE
AHORA LA VIEJA TIERRA. CAMBIO DE ADMINISTRACIÓN.” (p. 93)
“Durante
una parte del día aprendíamos las técnicas por medio de las cuales los
Memorizadores recapturan el pasado de la Tierra. Visité con asombro los
laboratorios donde se analizan los especímenes de terreno; vi detectores que
señalan la edad de cualquier artefacto, estableciendo el desgaste de unos pocos
átomos; contemplé la acción de un rayo multicolor, proyectado desde un orificio
circular, que convertía en cenizas un trozo de madera, obligándolo a revelar
sus secretos; vi las imágenes mismas de los hechos pasados, surgidos de una
sustancia inanimada. Por doquier dejamos nuestras huellas: las partículas de
luz rebotan en nuestras caras y el flujo fotónico las sujeta al medio. De él
las recogen los Memorizadores, ara clasificarlas y fijarlas. (…) Vi obtener, de
húmedos terrones de escoria, el relato de revoluciones y asesinatos, de cambios
culturales, de tradiciones olvidadas.” (pp. 105-106)
“Tras
la creación de los subhumanos se llegó al desarrollo de los superanimales:
éstos, a través de la manipulación bioquímica del cerebro, lograban cumplir
tareas que normalmente estaban por encima de la capacidad de su especie:
perros, gatos, ratones y ganado entraron a formar parte de las fuerzas
trabajadoras, mientras ciertos primates superiores se hacían cargo de funciones
anteriormente reservadas a los humanos.” (pp. 115-116)
“Por
lo tanto, se propuso establecer en la Tierra ciertos «recintos de estudio» para
especímenes de razas inferiores. Estos recintos reproducirían el hábitat
natural de las razas, y a ellos tendrían acceso los estudiosos que quisieran
observar el proceso vital de sus habitantes. Sin embargo, el gasto que
significaba el reunir y mantener tales especímenes era tal que pronto se hizo
necesario abrir los recintos al público, con fines de entretenimiento. Así, los
recintos supuestamente científicos terminaron siendo zoológicos para otras
especies inteligentes.
(…)
El
éxito de los primeros recintos llevó a la formación de otros. Se impusieron
normas menos estrictas; no se incluyó sólo a las especies más extrañas y
grotescas, sino también a ejemplares de todas las razas galácticas que no
estuvieran en condiciones de efectuar protestas diplomáticas.” (pp. 117-118)