viernes, 18 de abril de 2014

Robert Silverberg
ALAS NOCTURNAS
Barcelona, 1986, Edhasa.


“Había también muchos turistas extraterrestres, más de los acostumbrados; provenían de cien mundos distintos; algunos podían respirar nuestro aire, otros pasaban en globos herméticos, con ropas especiales, o en pequeñas cabinas de respiración de forma piramidal. No era una novedad que los extranjeros visitaran la Tierra, naturalmente, pero lo asombroso era la gran cantidad que se notaba. (…) Era como si nuestros invasores hubiesen anunciado por todas las galaxias: VISITE AHORA LA VIEJA TIERRA. CAMBIO DE ADMINISTRACIÓN.” (p. 93)

“Durante una parte del día aprendíamos las técnicas por medio de las cuales los Memorizadores recapturan el pasado de la Tierra. Visité con asombro los laboratorios donde se analizan los especímenes de terreno; vi detectores que señalan la edad de cualquier artefacto, estableciendo el desgaste de unos pocos átomos; contemplé la acción de un rayo multicolor, proyectado desde un orificio circular, que convertía en cenizas un trozo de madera, obligándolo a revelar sus secretos; vi las imágenes mismas de los hechos pasados, surgidos de una sustancia inanimada. Por doquier dejamos nuestras huellas: las partículas de luz rebotan en nuestras caras y el flujo fotónico las sujeta al medio. De él las recogen los Memorizadores, ara clasificarlas y fijarlas. (…) Vi obtener, de húmedos terrones de escoria, el relato de revoluciones y asesinatos, de cambios culturales, de tradiciones olvidadas.” (pp. 105-106)

“Tras la creación de los subhumanos se llegó al desarrollo de los superanimales: éstos, a través de la manipulación bioquímica del cerebro, lograban cumplir tareas que normalmente estaban por encima de la capacidad de su especie: perros, gatos, ratones y ganado entraron a formar parte de las fuerzas trabajadoras, mientras ciertos primates superiores se hacían cargo de funciones anteriormente reservadas a los humanos.” (pp. 115-116)

“Por lo tanto, se propuso establecer en la Tierra ciertos «recintos de estudio» para especímenes de razas inferiores. Estos recintos reproducirían el hábitat natural de las razas, y a ellos tendrían acceso los estudiosos que quisieran observar el proceso vital de sus habitantes. Sin embargo, el gasto que significaba el reunir y mantener tales especímenes era tal que pronto se hizo necesario abrir los recintos al público, con fines de entretenimiento. Así, los recintos supuestamente científicos terminaron siendo zoológicos para otras especies inteligentes.
(…)
El éxito de los primeros recintos llevó a la formación de otros. Se impusieron normas menos estrictas; no se incluyó sólo a las especies más extrañas y grotescas, sino también a ejemplares de todas las razas galácticas que no estuvieran en condiciones de efectuar protestas diplomáticas.” (pp. 117-118)