William Faulkner
MIENTRAS AGONIZO
Barcelona, 2000, Anagrama.
“En aquel tiempo solía echarme muchas veces en el camastro del zaguán, a la espera de que todos durmieran, y entonces me levantaba y volvía a buscar el cubo. Normalmente estaba oscuro, muy oscuro; la quieta superficie del agua era un agujero redondo en la nada, y antes de hacerla volver a la vida al agitarla con el cazo quizá veía una estrella o dos en el cubo, e incluso en el mismo cazo cuando me inclinaba sobre él para beber.” (p. 19)
“Recuerdo que cuando yo era joven creía que la muerte era un fenómeno del cuerpo; ahora sé que no es más que una mera función de la mente –y de las mentes de quienes sufren la pérdida–. Los nihilistas dicen que es el final; los fundamentalistas, el principio. Cuando en realidad no es más que un inquilino o una familia que se muda de una casa o una ciudad.” (p. 48)
“De vez en cuando te pones a pensar en ello. No muy a menudo, no. Lo cual es bueno. Porque el Señor quiso que la gente actuara y no se pasara mucho tiempo pensando, porque el cerebro es como una especie de mecanismo: no aguanta mucho tiempo en tensión continua. Le conviene funcionar con normalidad, haciendo el trabajo diario y no utilizando ninguna de sus piezas más de lo necesario. Lo he dicho y lo vuelvo a decir: es lo que le pasa a Darl: piensa demasiado. Cora tiene razón cuando dice que lo que necesita es una esposa que lo enderece. Pero cuando pienso en ello me digo que si el estar casado es lo único que puede ayudar a un hombre, es que el hombre es casi un caso sin remedio. Pero supongo que Cora tiene razón cuando dice que la razón por la que el Señor tuvo que crear a las mujeres es porque el hombre, en lo relativo a lo que le conviene, no sabe ni dónde tiene la mano derecha.” (pp. 71-72)
“Recordaba que mi padre solía decir que la razón para vivir es prepararse para estar muerto mucho tiempo.” (p. 158)
“Como Tío Billy suele decir, un hombre no es tan diferente de un caballo o una mula, a fin de cuentas, salvo en que una mula o un caballo tiene un poco más de sentido común.” (p. 172)
“La gente parece alejarse cada vez más del viejo principio que dice que clavemos bien los clavos y limemos bien las asperezas siempre, como si lo que hacemos lo estuviéramos haciendo para nuestro uso y disfrute. Es como si alguna gente tuviera tablas buenas y pulidas para construir el edificio de un juzgado y otros no tuvieran más que madera basta para levantar un gallinero. Pero es mejor levantar un gallinero bien hecho que construir un juzgado de mala muerte, y cuando los dos se hacen bien o los dos se hacen mal no es el que sea juzgado o gallinero lo que a un hombre le va a hacer sentirse bien o mal.” (pp. 215-216)
MIENTRAS AGONIZO
Barcelona, 2000, Anagrama.
“En aquel tiempo solía echarme muchas veces en el camastro del zaguán, a la espera de que todos durmieran, y entonces me levantaba y volvía a buscar el cubo. Normalmente estaba oscuro, muy oscuro; la quieta superficie del agua era un agujero redondo en la nada, y antes de hacerla volver a la vida al agitarla con el cazo quizá veía una estrella o dos en el cubo, e incluso en el mismo cazo cuando me inclinaba sobre él para beber.” (p. 19)
“Recuerdo que cuando yo era joven creía que la muerte era un fenómeno del cuerpo; ahora sé que no es más que una mera función de la mente –y de las mentes de quienes sufren la pérdida–. Los nihilistas dicen que es el final; los fundamentalistas, el principio. Cuando en realidad no es más que un inquilino o una familia que se muda de una casa o una ciudad.” (p. 48)
“De vez en cuando te pones a pensar en ello. No muy a menudo, no. Lo cual es bueno. Porque el Señor quiso que la gente actuara y no se pasara mucho tiempo pensando, porque el cerebro es como una especie de mecanismo: no aguanta mucho tiempo en tensión continua. Le conviene funcionar con normalidad, haciendo el trabajo diario y no utilizando ninguna de sus piezas más de lo necesario. Lo he dicho y lo vuelvo a decir: es lo que le pasa a Darl: piensa demasiado. Cora tiene razón cuando dice que lo que necesita es una esposa que lo enderece. Pero cuando pienso en ello me digo que si el estar casado es lo único que puede ayudar a un hombre, es que el hombre es casi un caso sin remedio. Pero supongo que Cora tiene razón cuando dice que la razón por la que el Señor tuvo que crear a las mujeres es porque el hombre, en lo relativo a lo que le conviene, no sabe ni dónde tiene la mano derecha.” (pp. 71-72)
“Recordaba que mi padre solía decir que la razón para vivir es prepararse para estar muerto mucho tiempo.” (p. 158)
“Como Tío Billy suele decir, un hombre no es tan diferente de un caballo o una mula, a fin de cuentas, salvo en que una mula o un caballo tiene un poco más de sentido común.” (p. 172)
“La gente parece alejarse cada vez más del viejo principio que dice que clavemos bien los clavos y limemos bien las asperezas siempre, como si lo que hacemos lo estuviéramos haciendo para nuestro uso y disfrute. Es como si alguna gente tuviera tablas buenas y pulidas para construir el edificio de un juzgado y otros no tuvieran más que madera basta para levantar un gallinero. Pero es mejor levantar un gallinero bien hecho que construir un juzgado de mala muerte, y cuando los dos se hacen bien o los dos se hacen mal no es el que sea juzgado o gallinero lo que a un hombre le va a hacer sentirse bien o mal.” (pp. 215-216)