jueves, 25 de junio de 2015


August Strindberg
TEATRO ESCOGIDO
Madrid, 2006, Alianza Editorial.



“Durante largo tiempo he tenido al teatro, como al arte en general, por una Biblia pauperum, una biblia en imágenes para los que no saben leer la letra impresa, y al dramaturgo por un predicador laico que va ofreciendo las ideas de su tiempo en forma popular, lo suficientemente popular para que la clase media, que es la que llena los teatros, pueda entenderlas sin demasiados quebraderos de cabeza. Por eso el teatro ha sido siempre una escuela para la juventud, las personas medianamente cultas y las mujeres, es decir, para aquellos que todavía conservan la capacidad primitiva de engañarse a sí mismos y de dejarse engañar, o, en otras palabras, de aceptar la ilusión o sugestión que les presenta el autor. Por eso, en una época como la nuestra en que la reflexión rudimentaria e incompleta que lleva a cabo la imaginación va dando paso al razonamiento, la investigación y el análisis, me da la impresión de que el teatro, así como la religión, van camino de su desaparición por ser unas formas moribundas para cuyo goce ya carecemos de las necesarias condiciones. Esta suposición parece confirmada por la amplia crisis teatral que azota a Europa y sobre todo por la circunstancia de que en los dos países de más alta cultura, países que han producido los mayores pensadores del siglo, es decir, Inglaterra y Alemania, el teatro, como las demás bellas artes, haya muerto.” (p. 89)

“El alma de mis personajes (su carácter) es un conglomerado de civilizaciones pasadas y actuales, de retazos de libros y periódicos, trozos de gentes, jirones de vestidos de fiesta, convertidos ya en harapos, de la misma manera que está formada al alma.” (p. 94)

[Las citas pertenecen al prólogo de La señorita Julia.]
Lynn Margulis y Dorion Sagan
CAPTANDO GENOMAS
Barcelona, 2003, Kairós.



“La similitud entre plantas y animales no es intuitivamente evidente, pero están mucho más relacionados entre sí que cada uno de ellos con las bacterias. Existe en la Naturaleza una discontinuidad mucho mayor entre las bacterias y ambos que entre cualquier planta y animal. Se trata de un concepto difícil incluso para los naturalistas y otros científicos que conocen la existencia del mundo microbiano, aunque desde finales del siglo XIX, el trabajo de centenares de científicos ha ido convergiendo sobre esta idea relativamente nueva. La mayor discontinuidad sobre el planeta no es la que media entre animales y plantas, sino la que separa a procariotas (bacterias sin núcleo encerrado en membrana celular) y eucariotas (todos los demás seres vivos formados por células nucleadas). La historia detallada de esta enorme discontinuidad está relacionada con los orígenes de las especies.” (p. 195)

“El lenguaje del cambio evolutivo no son ni las matemáticas ni la morfología generada por ordenador. Ciertamente, tampoco la estadística. Más bien parece que la historia natural, la ecología, la genética y el metabolismo necesitan ser suplementados con un conocimiento fidedigno sobre los microbios. La fisiología microbiana, la ecología y la protistología son esenciales para la comprensión del proceso evolutivo. El comportamiento de los microbios, tanto dentro de sus propias poblaciones como en sus interacciones con otros determinó el curso enrevesado y expansivo de la evolución. El mundo vivo por debajo de lo visible subyace, en última instancia, al comportamiento, el desarrollo, la ecología y la evolución del mundo de las formas de vida mucho mayores, del que formamos parte y con el que coevolucionamos. Tal vez haya quien se sienta disminuido por esta perspectiva de una evolución puntuada y movida por las uniones entre microbios pero, haciéndonos eco de las palabras de Darwin, creemos que en esta visión de la vida también hay grandeza. Aparecen formas y variaciones innumerables, pero no sólo de forma paulatina y aleatoria, sino también súbitamente y con toda su fuerza, por medio de la seducción de extraños, de la implicación y la interiorización del otro en sí mismo –vírica, bacteriana y eucariótica–, en genomas cada vez más complejos y misceláneos. La adquisición del otro reproductor, del microbio y su genoma, no es un mero espectáculo anexo. La atracción, unión, fusión, incorporación, cohabitación, recombinación –tanto permanente como cíclica– y demás acoplamientos prohibidos, son las fuentes principales de la variación que Darwin echó en falta. Sensibilidad, seducción, unión, adquisición, fusión, acomodación, perseverancia y el resto de capacidades de los microbios, no son en absoluto cuestiones irrelevantes para el proceso evolutivo, sino todo lo contrario. La incorporación e integración de genomas «ajenos» –bacterianos u otros– condujo a variaciones heredables significativas. La adquisición de genomas ha sido crucial en el proceso evolutivo a lo largo de la dilatada y compleja historia de la vida.” (p. 267-268)

Michel Houellebecq
LAS PARTÍCULAS ELEMENTALES
Barcelona, 2006, Anagrama.



“—Aldous Huxley era un optimista, como su hermano... —dijo con una especie de disgusto—. La mutación metafísica que originó el materialismo y la ciencia moderna tuvo dos grandes consecuencias: el racionalismo y el individualismo. El error de Huxley fue evaluar mal la relación de fuerzas entre ambas consecuencias. Más concretamente, su error fue subestimar el aumento del individualismo producido por la conciencia creciente de la muerte. Del individualismo surgen la libertad, el sentimiento del yo, la necesidad de distinguirse y superar a los demás. En una sociedad racional como la que describe Un mundo feliz, la lucha puede atenuarse. La competencia económica, metáfora del dominio del espacio, no tiene razón de ser en una sociedad rica, que controla los flujos económicos. La competencia sexual, metáfora del dominio del tiempo mediante la procreación, no tiene razón de ser en una sociedad en la que el sexo y la procreación están perfectamente separados; pero Huxley olvida tener en cuenta el individualismo. No supo comprender que el sexo, una vez disociado de la procreación, subsiste no ya como principio de placer, sino como principio de diferenciación narcisista; lo mismo ocurre con el deseo de riquezas. ¿Por qué el modelo socialdemócrata sueco no ha logrado nunca sustituir al modelo liberal? ¿Por qué nunca se ha aplicado al ámbito de la satisfacción sexual? Porque la mutación metafísica operada por la ciencia moderna conlleva la individualización, la vanidad, el odio y el deseo. En sí, el deseo, al contrario que el placer, es fuente de sufrimiento, odio e infelicidad. Esto lo sabían y enseñaban todos los filósofos: no sólo los budistas o los cristianos, sino todos los filósofos dignos de tal nombre. La solución de los utopistas, de Platón a Huxley pasando por Fourier, consiste en extinguir el deseo y el sufrimiento que provoca preconizando su inmediata satisfacción. En el extremo opuesto, la sociedad erótico–publicitaria en la que vivimos se empeña en organizar el deseo, en aumentar el deseo en proporciones inauditas, mientras mantiene la satisfacción en el ámbito de lo privado. Para que la sociedad funcione, para que continúe la competencia, el deseo tiene que crecer, extenderse y devorar la vida de los hombres.” (pp. 161-162)

Susan George
EL INFORME LUGANO II
Barcelona, 2013, Deusto.



“Las agencias de calificación también han ejercido una influencia desmesurada y cada vez mayor sobre el desarrollo de los acontecimientos. Estas sociedades privadas, que compiten entre sí, se disputan a los clientes dispuestos a pagar jugosas comisiones para que califiquen sus obligaciones, derivados u otros productos financieros, ya que se trata de una condición indispensable para lanzarlos al mercado. Así pues, las agencias están muy tentadas a estampar la excelente calificación AAA a todo tipo de títulos dudosos que luego los emisores podrán vender a continuación con extrema facilidad.
   Los títulos denominados tóxicos, generalmente derivados, se hicieron famosos a partir de 2008. Pero los grandes bancos todavía tienen en su poder miles de millones en distintos derivados que fácilmente podrían llevar a otro desastre. Lehman Brothers se hundió a causa de su exposición a los derivados, aunque la mayor parte de ellos habían sido calificados como AAA.” (p. 79)

“Los comunes mortales –funcionarios, asalariados y similares, jubilados, estudiantes, agricultores, entre otros– están constatando una disminución en sus ingresos y en su poder adquisitivo y una reducción de los servicios públicos que tanto necesitan. Los gobiernos se han acostumbrado a recordarles a sus ciudadanos (elegir según el caso: los griegos, los portugueses, los españoles, los franceses…) todos los días: «… vivíamos por encima de nuestras posibilidades».
   Eso es mentira. Sin embargo, como la mayoría de las personas se imaginan que el presupuesto de una familia y el de un Estado obedecen a las mismas reglas, y como saben por experiencia personal que una familia no puede vivir durante mucho tiempo por encima de sus posibilidades sin tener graves problemas, esta mentira les parece creíble. La Comisión Europea lo sabe y, en casos así, puede imponer medidas que en otros tiempos desatarían la ira popular.” (p. 127)

“Siempre que tienen la ocasión, ya sea en debates televisivos o en las sesiones plenarias del Congreso o del Parlamento Europeo, los expertos repiten incansablemente que cuantos menos impuestos, más inversiones y, por tanto, más empleos. No aportan pruebas que lo demuestren, probablemente porque no las hay: se contentan con afirmarlo. Y a veces incluso así funciona, como suele suceder con la propaganda.” (p. 132)

“Por tanto, a modo de recapitulación (…) exponemos a continuación las razones por las que los ricos están ganando la guerra de clases en todo Occidente:

1. No se les ha impuesto ninguna regulación rigurosa en ningún ámbito. Al menos, nada comparable al New Deal por su envergadura o campo de acción. La acción pública está en gran medida paralizada.
2. Los bancos son otra vez los encargados de hacer política y, en cuanto comenzó la crisis, los banqueros utilizaron el dinero público de los rescates para pagar sus aumentos de sueldo y sus fastuosas bonificaciones. En la actualidad, antiguos banqueros, ahora llamados tecnócratas dirigen algunos de los países que han pecado más, y podemos estar seguros de que velarán por que estos países sigan pagando su deuda con cómodos tipos de interés.
3. Los productos financieros siguen proliferando, y algunos de ellos, en particular las divisas y los derivados, se negocian en volúmenes considerablemente mayores que en el pasado. El flash trading automático, con sus decenas de millones de operaciones en pocos microsegundos, ha sido recibido con los brazos abiertos como si fuera tan seguro como los métodos clásicos.
4. Los paraísos fiscales no sólo siguen funcionando sino que prosperan. Prácticamente no se ha hecho nada para aclarar la opacidad de estas jurisdicciones del secreto y, a pesar de que algún que otro empleado descontento ha vendido listados de clientes a las autoridades nacionales, la cobertura que los protege es más sólida que nunca gracias a la seudorregulación.
5. El número de superricos y la dimensión de sus fortunas individuales y conjuntas no sólo se han recuperado de la crisis, sino que han aumentado manifiestamente.
6. En su gran mayoría, los costes de la crisis recaen sobre los ciudadanos de a pie. Evidentemente, no lo diríamos en público, pero la crisis trae consigo una innovación sorprendente, pues supone una inversión de la moral tradicional. No pretendemos predicar moralidad, tradicional o de otro tipo; simplemente señalamos que los culpables han sido recompensados y los inocentes, castigados. Tal vez sea éste el aspecto más visible y más imprevisto de todo lo que ha sucedido desde el comienzo de la crisis.” (pp. 134-135)