Stephen Jay Gould
LA FALSA MEDIDA DEL HOMBRE
Barcelona, 1997, Crítica.
“Considero la crítica del determinismo biológico a la vez intemporal y oportuna. La necesidad de análisis es intemporal debido a que los errores del determinismo biológico son tan profundos e insidiosos, y debido a que la argumentación apela a las peores manifestaciones de nuestra naturaleza común. La profundidad vincula el determinismo biológico a algunas de las cuestiones y errores más antiguos de nuestras tradiciones filosóficas, incluido el reduccionismo, o bien al deseo de explicar fenómenos en parte aleatorios, a gran escala e irreductiblemente complejos mediante el comportamiento determinista de los elementos constituyentes más pequeños (los objetos físicos por el movimiento de los átomos, las funciones mentales por la cantidad heredada de materia gris); la reificación, o propensión a convertir un concepto abstracto (como la inteligencia) en una entidad sólida (como una cantidad de materia cerebral cuantificable); la dicotomización, o nuestro deseo de analizar gramaticalmente la realidad continua y compleja en divisiones duales (inteligente y estúpido, blanco y negro); y la jerarquía, o nuestra inclinación a ordenar los temas clasificándolos en una serie lineal de valor creciente (grados de inteligencia innata en este caso, a menudo luego rota por el dualismo que impone nuestra necesidad de dicotomizar, como en normal frente a débil mental, para utilizar la terminología favorita de los primeros tiempos de las pruebas de CI).“ (pp. 19-20)
[Las cursivas pertenecen al texto.]
“El espíritu de Platón se resiste a morir. No hemos podido evadirnos de la tradición filosófica según la cual todo cuanto vemos y medimos en el mundo es sólo la representación imperfecta y superficial de una realidad subyacente. Gran parte de la fascinación de la estadística radica en nuestro sentimiento visceral -desconfiemos de los sentimientos viscerales- de que las medidas abstractas que resumen amplios cuadros de datos tienen que expresar algo más real y más fundamental que los datos mismos. (Una parte considerable de la formación profesional del estadístico consiste en realizar un esfuerzo deliberado para contrarrestar ese sentimiento visceral.) La técnica de la correlación se ha prestado particularmente a este tipo de abuso porque parece proporcionar una vía para hacer inferencias sobre la causalidad (y a veces permite hacerlas, pero sólo a veces).” (pp. 242-243)
[La cursiva pertenece al texto.]
“Sin embargo, para que nadie se imagine que la correlación representa un método mágico para detectar inequívocamente la causa, consideraremos la relación entre mi edad y el precio de la gasolina en los últimos diez años. Se trata de una correlación casi perfecta, pero nadie pensará que existe una causa común. La existencia de la correlación no permite extraer conclusión alguna sobre la causa. (…) Sin duda, la inmensa mayoría de las correlaciones que se dan en este mundo no son causales.“ (p. 245)
LA FALSA MEDIDA DEL HOMBRE
Barcelona, 1997, Crítica.
“Considero la crítica del determinismo biológico a la vez intemporal y oportuna. La necesidad de análisis es intemporal debido a que los errores del determinismo biológico son tan profundos e insidiosos, y debido a que la argumentación apela a las peores manifestaciones de nuestra naturaleza común. La profundidad vincula el determinismo biológico a algunas de las cuestiones y errores más antiguos de nuestras tradiciones filosóficas, incluido el reduccionismo, o bien al deseo de explicar fenómenos en parte aleatorios, a gran escala e irreductiblemente complejos mediante el comportamiento determinista de los elementos constituyentes más pequeños (los objetos físicos por el movimiento de los átomos, las funciones mentales por la cantidad heredada de materia gris); la reificación, o propensión a convertir un concepto abstracto (como la inteligencia) en una entidad sólida (como una cantidad de materia cerebral cuantificable); la dicotomización, o nuestro deseo de analizar gramaticalmente la realidad continua y compleja en divisiones duales (inteligente y estúpido, blanco y negro); y la jerarquía, o nuestra inclinación a ordenar los temas clasificándolos en una serie lineal de valor creciente (grados de inteligencia innata en este caso, a menudo luego rota por el dualismo que impone nuestra necesidad de dicotomizar, como en normal frente a débil mental, para utilizar la terminología favorita de los primeros tiempos de las pruebas de CI).“ (pp. 19-20)
[Las cursivas pertenecen al texto.]
“El espíritu de Platón se resiste a morir. No hemos podido evadirnos de la tradición filosófica según la cual todo cuanto vemos y medimos en el mundo es sólo la representación imperfecta y superficial de una realidad subyacente. Gran parte de la fascinación de la estadística radica en nuestro sentimiento visceral -desconfiemos de los sentimientos viscerales- de que las medidas abstractas que resumen amplios cuadros de datos tienen que expresar algo más real y más fundamental que los datos mismos. (Una parte considerable de la formación profesional del estadístico consiste en realizar un esfuerzo deliberado para contrarrestar ese sentimiento visceral.) La técnica de la correlación se ha prestado particularmente a este tipo de abuso porque parece proporcionar una vía para hacer inferencias sobre la causalidad (y a veces permite hacerlas, pero sólo a veces).” (pp. 242-243)
[La cursiva pertenece al texto.]
“Sin embargo, para que nadie se imagine que la correlación representa un método mágico para detectar inequívocamente la causa, consideraremos la relación entre mi edad y el precio de la gasolina en los últimos diez años. Se trata de una correlación casi perfecta, pero nadie pensará que existe una causa común. La existencia de la correlación no permite extraer conclusión alguna sobre la causa. (…) Sin duda, la inmensa mayoría de las correlaciones que se dan en este mundo no son causales.“ (p. 245)