Irène Némirovsky
EL MAESTRO DE ALMAS
Barcelona, 2009, Salamandra.
"¡Cómo admiraba a Sylvie Wardes! Cómo rondaba deslumbrado ante el umbral no sólo de su riqueza, sino también de bienes que hasta entonces sólo conocía de nombre: la dignidad, el desinterés, una educación exquisita, el orgullo que aniquila el mal haciéndole caso omiso. Eso era lo que había ido a buscar a Europa, se decía Dario. Eso, y no sólo el dinero o el éxito, no solamente una vida más cómoda, de mullidas camas, buena ropa y comida diaria. «Sí, a todos vosotros que me despreciáis, franceses ricos, franceses felices: lo que yo quería era vuestra cultura, vuestra moral, vuestras virtudes, cuanto es más noble que yo, diferente de mí, diferente del lodo en que nací.»" (p. 65)
EL MAESTRO DE ALMAS
Barcelona, 2009, Salamandra.
"¡Cómo admiraba a Sylvie Wardes! Cómo rondaba deslumbrado ante el umbral no sólo de su riqueza, sino también de bienes que hasta entonces sólo conocía de nombre: la dignidad, el desinterés, una educación exquisita, el orgullo que aniquila el mal haciéndole caso omiso. Eso era lo que había ido a buscar a Europa, se decía Dario. Eso, y no sólo el dinero o el éxito, no solamente una vida más cómoda, de mullidas camas, buena ropa y comida diaria. «Sí, a todos vosotros que me despreciáis, franceses ricos, franceses felices: lo que yo quería era vuestra cultura, vuestra moral, vuestras virtudes, cuanto es más noble que yo, diferente de mí, diferente del lodo en que nací.»" (p. 65)