jueves, 4 de julio de 2019

Irène Némirovsky
EL MAESTRO DE ALMAS
Barcelona, 2009, Salamandra.



"¡Cómo admiraba a Sylvie Wardes! Cómo rondaba deslumbrado ante el umbral no sólo de su riqueza, sino también de bienes que hasta entonces sólo conocía de nombre: la dignidad, el desinterés, una educación exquisita, el orgullo que aniquila el mal haciéndole caso omiso. Eso era lo que había ido a buscar a Europa, se decía Dario. Eso, y no sólo el dinero o el éxito, no solamente una vida más cómoda, de mullidas camas, buena ropa y comida diaria. «Sí, a todos vosotros que me despreciáis, franceses ricos, franceses felices: lo que yo quería era vuestra cultura, vuestra moral, vuestras virtudes, cuanto es más noble que yo, diferente de mí, diferente del lodo en que nací.»" (p. 65)