domingo, 13 de junio de 2021

Martín Caparrós
EL HAMBRE (IV)
Barcelona, 2015, Anagrama.



“Entonces le pregunto cuál es su momento favorito del día y no me entiende. Se lo repito —le pido a la intérprete que se lo repita— y Rahmati dice, una vez más, que no entiende la idea: que no tiene un momento favorito, que todo es más o menos igual siempre.
   En estos días le he preguntado a una docena de mujeres qué hacen en su tiempo libre; la idea de tiempo libre las sorprende, hay que explicársela. Algunas, después de varias preguntas, me dicen que a la tarde, cuando terminan de hacer todo en la casa, a veces se sientan a charlar con una vecina. Y que fuera de eso están las fiestas: una boda, un funeral, un nacimiento, un festival religioso. Y no se les ocurre nada más.” (p. 122)

[La cita está referida a Biraul, ciudad rural del noreste de India.]

“La «epidemia de obesidad» empezó en los Estados Unidos en los años ochenta. Desde entonces, los precios de frutas y verduras aumentaron, en valores constantes, un 40 por ciento. Y, en el mismo período, las comidas procesadas bajaron un 40 por ciento. Con tres dólares se pueden comprar unas 300 calorías de frutas y verduras o 4.500 calorías de papas fritas, galletitas y gaseosas. El que quiere y puede comer para no atiborrarse de calorías, compra fruta y verdura. El que necesita comer para conseguir un mínimo de calorías, compra basura.
  Comida basura: cuando la prioridad es sacarse el hambre lo más barato que se pueda. Llenar de porquerías el cuerpo lo más barato que se pueda.” (pp. 347-348)

“A diferencia de las demás formas de la malnutrición —que suenan africanas—, ésta sucede en sus ciudades, se paga con sus presupuestos.
  Aunque puede ser que lo más duro sea la conciencia del fracaso: no es fácil aceptar que su sociedad —la sociedad más poderosa de este mundo— ha producido estas legiones de cuerpos descompuestos, personas que ya no pueden funcionar como personas. Esa cultura obesa, tan Simpson, tan Big Mac, tan Walmart, es el cadáver —graso— en el ropero americano.
  Otra vez: no es cierto que los gordos se coman lo que no comen los hambrientos; sí parece cierto que las mismas industrias que los llenan de basura controlan los mercados y se apropian de los recursos que podrían comer los que no comen. Los gordos y los hambrientos son víctimas —distintas— de lo mismo.
  Llamémoslo desigualdad, capitalismo, la vergüenza.” (pp. 352-353)


Martín Caparrós
EL HAMBRE (III)
Barcelona, 2015, Anagrama.


 
“La tentación humanitaria consiste en dejar de pensar qué se puede hacer con el prójimo para preguntarse qué se puede hacer por el prójimo.” (p. 452)

“Leo unos textos sobre biología y, como cada vez, corro el riesgo de ponerme místico: ¿no es inverosímil que tanta complejidad, tal perfección sirvan para engendrar vidas tan incompletas, tan banales? ¿Que la sofisticación con que millones de células producen infinidad de reacciones que se coordinan para que un hombre abra la boca no debería corresponderse con manjares espléndidos entrando entre esos labios? ¿Que el refinamiento que supone que un tímpano perciba vibraciones del aire y las transmita a los huesitos del oído medio para que las hagan llegar a las células pilosas de la cóclea que las convierten en electricidad para que unos nervios las lleven al cerebro que los recompondrá para informarnos no merecería que las palabras escuchadas fueran siempre música? El grado de evolución de los mecanismos naturales —aquí la mística—, ¿no debería llevarnos a confiar en un grado semejante de evolución social? O, dicho de una manera menos lírica: ¿tiene sentido que organismos tan complejos hagamos vidas tan de mierda?” (pp. 601-602)




VISHŃU PURÁŃA
www.sacred-texts.com
Traducción al inglés de Horace Hayman Wilson (1840)



“MAITREYA.--Venerable sir, you are able to give me a description of the nature of the Kali age, in which four-footed virtue suffers total extinction.

[Venerable señor, tú puedes proporcionarme una descripción de la naturaleza de la Edad de Kali, en la cual la virtud de cuatro patas* desaparecerá por completo.]

PARÁŚARA.--Hear, Maitreya, an account of the nature of the Kali age, respecting which you have inquired
(...)
Accumulated treasures will be expended on (ostentatious) dwellings. The minds of men will be wholly occupied in acquiring wealth; and wealth will be spent solely on selfish gratifications. Women will follow their inclinations, and be ever fond of pleasure. Men will fix their desires upon riches, even though dishonestly acquired. No man will part with the smallest fraction of the smallest coin, though entreated by a friend.
(...)
Oppressed by famine and taxation, men will desert their native lands, and go to those countries which are fit for coarser grains.” (BOOK VI; chap. I.)


[Escucha, Maitreya, un informe acerca de la naturaleza de la Edad de Kali, (…) Las riquezas acumuladas se gastarán en ostentosas viviendas. Las mentes de los hombres estarán totalmente ocupadas en la consecución de riqueza; y esta riqueza se consumirá únicamente en placeres egoístas. Las mujeres seguirán sus propias inclinaciones y sólo se aficionarán al placer. Los hombres centrarán sus deseos en las riquezas, aunque tengan que conseguirlas deshonestamente. Ningún hombre compartirá un céntimo, ni aunque se lo suplique un amigo. (…) Oprimidos por el hambre y los impuestos, los hombres abandonarán sus lugares de origen hacia pueblos más prósperos.]

“Enveloped by the gloom of ignorance, and internally bewildered, man knows not whence he is, who he is, whither he goeth, nor what is his nature; by what bonds he is bound; what is cause, and what is not cause; what is to be done, and what is to be left undone; what is to be said, and what is to be kept silent; what is righteousness, what is iniquity; in what it consists, or how; what is right, what is wrong; what is virtue, what is vice. Thus man, like a brute beast, addicted only to animal gratifications, suffers the pain that ignorance occasions. Ignorance, darkness, inactivity, influence those devoid of knowledge, so that pious works are neglected; but hell is the consequence of neglect of religious acts, according to the great sages, and the ignorant therefore suffer affliction both in this world and in the next.” (BOOK VI; chap. V.)

[Envuelto en la oscuridad de la ignorancia, e internamente confundido, el hombre no sabrá de dónde proviene, ni quién es, ni adonde va, ni cuál es su naturaleza; ni cuáles son sus vínculos; ni qué es causa, ni qué no es causa; ni lo que se debe hacer ni lo que se debe dejar sin hacer; ni lo que debe decirse, ni lo que debe callarse; ni qué es justicia, ni qué es iniquidad, ni en qué consiste ni cómo opera; ni qué es correcto o incorrecto; ni qué es virtud, ni qué es vicio; de este modo, el hombre, como una bestia brutal, adicto sólo a las satisfacciones animales, sufrirá el dolor como producto de la ignorancia; la ignorancia, la oscuridad, la pasividad, prevalecerán en los faltos de conocimiento, que descuidarán las obras piadosas; pero el infierno, según los grandes sabios, es la consecuencia del descuido de las obras piadosas, y el ignorante, por tanto, sufrirá aflicción tanto en este mundo como en el venidero.]

*«Según la concepción india, la idea de total o totalidad está asociada al número cuatro. “Cuadrado” significa “totalidad”. Todo lo completo y autónomo se concibe como dotado de sus cuatro cuartos (pāda); está firmemente asentado sobre sus cuatro patas (catuḥpadā). Así, pues, Kṛta Yuga, la primera de las edades es la perfecta o “yuga de los cuatro cuartos”. El dharma, el orden moral del mundo (que en la existencia real es anterior al principio, aunque luego se manifiesta en las esferas, energías y seres del mundo), está durante este periodo firme sobre sus cuatro patas, como una vaca sagrada: es un cien por cien (o en sus cuatro cuartos) eficaz como elemento estructural omnipresente en el organismo del universo. Durante este yuga los hombre nacen virtuosos. Consagran su vida al cumplimiento de las tareas y deberes divinamente ordenados por el dharma. Los brahmanes están instalados en la santidad. Los reyes y jefes feudales actúan conforme a ideales de conducta auténticamente reales. Los campesinos y los habitantes del pueblo se dedican a la agricultura y el trabajo manual. Las clases inferiores, serviles, viven legalmente sometidas. La gente de extracción más baja respeta y acata el orden sagrado de la vida. […] Finalmente, el Kali Yuga, la edad oscura, subsiste míseramente con el veinticinco por ciento de la fuerza del dharma. Los elementos egoístas, devoradores, ciegos e irreflexivos triunfan y gobiernan el día. Kali significa lo peor de todo; también “lucha, disputa, disensión, guerra, batalla (relacionada con kal-aha, “lucha, pelea”). En el juego de los dados, kali es la jugada que pierde. Durante el Kali Yuga, el hombre y su mundo están en su peor momento. La degradación moral y social se encuentra caracterizada en un pasaje del Viṣṇu Purāṇa: “Cuando la sociedad alcanza un estadio en que la propiedad confiere rango, la riqueza se convierte en la única fuente de virtud, la pasión en el único vínculo entre marido y mujer, la falsedad en fuente de éxito en la vida, el sexo en el único medio de goce y cuando el atavío externo se confunde con la religión interior…” entonces estamos en el Kali Yuga, en el mundo de hoy.» (elrincondevedanta.com)

viernes, 11 de junio de 2021

Martín Caparrós
EL HAMBRE (II)
Barcelona, 2015, Anagrama.



“El hambre constante es la condición original de los hombres. Y el alivio de saber que no será necesario buscar por unas horas es una conquista cultural decisiva. Somos más humanos cuanto más saciados. Y somos más humanos cuanto menos tiempo debemos dedicar a saciarnos. El proceso de civilización es el recorrido que va desde pasar todo el tiempo dedicados a conseguir comida hasta pasar lo menos posible dedicados a conseguir comida. Cuanta más hambre, más animales somos; cuanta menos, más humanos.
    La cuenta sigue vigente en nuestros días.” (p. 84)

“Y todavía no sabía muchas cosas. Después me enteré de que la señorita Agnes Gonxha Bojaxhiu, también llamada Madre Teresa de Calcuta, era un cuadro belicoso de su santa madre, con un par de ideas fuertes. Entre ellas, la idea de que el sufrimiento de los pobres es un don de Dios: «Hay algo muy bello en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrirla como la pasión de Jesucristo —dijo muchas veces—. El mundo gana con su sufrimiento».
   Por eso, quizás, la religiosa les pedía a los afectados por el famoso desastre ecológico de la fábrica Union Carbide, en el Bhopal indio, que «olvidaran y perdonaran» en lugar de reclamar indemnizaciones. Por eso, quizás, la religiosa fue a Haití en 1981 para recibir una Legión de Honor del dictador Jean-Claude Duvalier —que le donó bastante plata— y explicar que Baby Doc «amaba a los pobres y era adorado por ellos». Por eso, quizás, la religiosa fue a Tirana a dejar una corona de flores en el monumento de Enver Hoxha, el líder stalinista del país más represivo y pobre de Europa. Por eso, quizá, la religiosa defendió a un banquero americano que le había dado mucho antes de ir preso por estafar a cientos de miles de pequeños ahorristas. Y tantos otros logros semejantes.
   Aquella vez en Calcuta, 1994, tampoco sabía cómo la señorita Agnes usaba el halo de santidad que había sabido conseguir: los santos pueden decir lo que quieran, donde y cuando quieran. Ella usaba esa bula para llevar adelante su campaña mayor: la lucha contra el aborto y la contracepción. Ya lo había dicho en Estocolmo, 1979, mientras recibía el Premio Nobel de la Paz: «El aborto es la principal amenaza para la paz mundial» y después, para no dejar dudas: «La contracepción y el aborto son moralmente equivalentes».
   Y más tarde, ante el Congreso norteamericano que le dio el título muy extraordinario de «ciudadana honoraria»: «Los pobres pueden no tener nada para comer, pueden no tener una casa donde vivir, pero igual pueden ser grandes personas cuando son espiritualmente ricos. Y el aborto, que sigue muchas veces a la contracepción, lleva a la gente a ser espiritualmente pobre, y esa es la peor pobreza, la más difícil de vencer», decía la religiosa, y cientos de congresistas, muchos de los cuales aprobaban el aborto y la contracepción, la aplaudían embelesados.
   Aquella tarde, en Washington, su cardenal James Hickley lo explicó clarito: «Su grito de amor y su defensa de la vida nonata no son frases vacías porque ella sirve a los que sufren, a los hambrientos y los sedientos…». Para eso, entre otras cosas, servía la religiosa. […] Por eso el primer emprendimiento de la señorita fue un moritorio, un lugar para morirse más limpito. La señorita Agnes recibió cataratas de premios, donaciones, subvenciones para sus empresas religiosas. Y nunca hizo públicas las cuentas de su empresa pero se sabe, porque lo dijo muchas veces, que fundó unos quinientos conventos en cien países —y nunca puso una clínica en Calcuta.” (pp. 110-111)


 

Helena Curtis
BIOLOGÍA GENERAL
Barcelona, 1975, Omega.



“Finalmente, los seres vivos tienen lo que el premio Nobel francés Jacques Monod denomina teleonomía, y que quizás se puede definir mejor como «finalidad». Por finalidad no querems decir que cada organismo vivo tenga un sentido del propósito; una jirafa concreta no hace que su cuello crezca más a fin de alcanzar las ramas más altas, ni una flor desprende un suave olor a fin de atraer a las abejas, ni las células pancreáticas secretan insulina para moviizar el azúcar. No obstante las jirafas tienen cuellos largos, las flores emiten perfumes, y la secreción pancreática moviliza el azúcar; la razón por la que estos fenómenos ocurren realmente es que, en el curso de la evolución estas actividades y las estrucuturas que las hacen posibles han demostrado tener un valor de supervivencia para el individuo y para las especies.” (p. 20)

Martín Caparrós
EL HAMBRE (I)
Barcelona, 2015, Anagrama.


“—¿Tenés miedo de no tener suficiente comida o no pensás en eso?
—Sí, claro que pienso. Las noches que no les puedo dar nada a mis hijos pienso mucho. —¿Qué pensás?
—No sé, nada. Pienso.
Aï piensa, piensa mucho. Aï nunca tuvo comida suficiente, nunca fue a una ciudad, nunca tuvo luz eléctrica ni agua corriente ni un fuego de gas ni un inodoro, nunca parió en un hospital, nunca vio un programa de televisión, nunca se puso pantalones, nunca tuvo un reloj nunca una cama, nunca leyó un libro, nunca leyó un diario, nunca pagó una cuota, nunca tomó una cocacola, nunca comió una pizza, nunca eligió un futuro, nunca pensó que su vida pudiera ser distinta de lo que es.
Nunca pensó que quizá podría vivir sin preguntarse si va a comer mañana.” (p. 29)
[Aï es el nombre de una joven nigerina.]

“Y, entonces, el sentido más estricto de la palabra supervivencia: miles y miles de personas que se levantan cada día para ver si consiguen qué comer. El sentido más breve de la palabra supervivencia: no es fácil, con esa idea del mundo, en esas condiciones, pensar en nada a largo plazo —un mes, tres meses, año y medio, un siglo. El futuro es el lujo de los que se alimentan.” (p. 75)