viernes, 20 de mayo de 2022

Carl Gustav Jung
EL LIBRO ROJO (II)
Buenos Aires, 2012, El Hilo de Ariadna.
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“La contemplación de esta catástrofe ha hecho que el hombre se sintiera invadido de nuevo por un profundo sentimiento de impotencia y volviese a reparar en sí mismo, en su interior, donde todo se tambalea y donde, por tambalearse todo, él busca algo que le sirva de sostén. Demasiados son aún los que buscan fuera. [...] Pero son muy pocos los que buscan dentro, en su propio ser, y todavía menos los que se preguntan si el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad humana no consistirá en último término en que cada uno empiece por él mismo y someta a ensayo en su propio Estado interior esa supresión del orden existente, esas leyes y esa victoria que predica a voz en cuello en las calles, en lugar de exigírselas a los demás” (p. 551; Notas Liber Primus: nota 236) 

[Jung se está refiriendo a la I Guerra Mundial.]

“Frente a todo esto, el credo científico de nuestra época ha desarrollado una fobia supersticiosa a la fantasía. Ahora bien, lo único real es lo que actúa. Y las fantasías de lo inconsciente lo hacen, de ello no puede caber la menor duda” (p. 557; Notas Liber Secundus ; nota 15)

“Siempre que alguien se aparta de la concepción cristiana, y lo hace completamente, cae en lo aparentemente falto de suelo, en una soledad extrema de la cual no puede engañarse con ningún medio. Seguramente uno quiere convencerse de que todo esto no sería tan grave. Pero es grave. El abandono está entre lo más grave que puede sucederle al instinto de rebaño del hombre, ni hablar de la tremenda tarea con la que él se carga. Destruir es fácil, pero reconstruir difícil.” (p. 646. Anexo B)