sábado, 11 de mayo de 2024

José Luis Abellán
PANORAMA DE LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA ACTUAL
-UNA SITUACIÓN ESCANDALOSA-

Madrid, 1978, Espasa-Calpe.



“Uno de los fenómenos más curiosos y sintomáticos de la actual sociedad española, dentro de la esfera de la cultura, es la radicalización comercial de las editoriales. Nadie puede negar que el libro es un producto industrial que se vende en el mercado, pero ello no ha sido tradicionalmente óbice para que esas mismas editoriales cumplieran su función cultural. Es proverbial la figura del editor que se preciaba de publicar un libro, literaria, artística o intelectualmente valioso, y desde luego, en la mayoría de los casos, el carácter empresarial de su labor, no les ha impedido sentirse al mismo tiempo agentes de cultura. Era ese precisamente uno de los orgullos de su profesión, que parece haber desaparecido. La situación ha cambiado tan radicalmente que hoy es difícil encontrar un editor que se interese por el valor cultural intrínseco del libro. Éste es una mercancía más, y su único valor reside en su capacidad de convertirse en dinero. Su carácter híbrido -mitad comercial, mitad cultural- es soslayado por el editor actual, a quien sólo interesa el primer término de la ecuación. El desinterés por la segunda vertiente, ha llegado a tal extremo que hoy es frecuente el director de una editorial que no lee jamás los libros que publica. A medida que estos van llegando a sus manos, los entrega a los expertos en marketing de su empresa, quienes tras las correspondientes indagaciones dictaminan sobre su valor  como artículo de consumo dentro del mercado. Una vez recibido el informe, y sin atender a otros criterios, tal editor decide o no su publicación. En esta operación las únicas variables que cuentan: el precio, la tirada, la inversión, la salida inicial, el incentivo de compra y su persistencia...; jamás la calidad literaria, el aporte cultural, la novedad de su planteamiento o la utilidad de su contenido.
   En esta situación se comprende que en nuestra industria editorial hayan empezado a cobrar primerísimo relieve circunstancias que tradicionalmente han jugado un papel secundario: la cubierta, el diseño, el formato, el color, y en lugar muy destacado, el título. Éste ha de ser original, llamativo e incitar a su adquisición por parte del posible comprador. Nos encontramos así con que hoy predomina el carácter publicitario del título, pasando a segundo plano su valor informativo, su adecuación al contenido o su calidad literaria. El título tiene que vender; lo demás... ¡allá se avenga!” (pp. 25-26)