Ota Pavel
CÓMO LLEGUÉ A CONOCER A LOS PECES
Barcelona, 2012, Sajalín.
“Una vez en Luh esparcimos las setas en el granero sobre una sábana. Nos marchamos todos, a excepción de mamá, que se quedó frente a las setas, al parecer para recrearse en ellas. Pensé que estaría organizando una orgía micológica digna del emperador Nerón, que adoraba las setas cocinadas de cualquiera de las maneras.
Cuando regresé, encontré a mamá todavía allí, las manos hundidas en una montonera de setas y el rostro empapado en lágrimas.
-¿Por qué lloras, mamá?
-¡Cuando abundan las setas comienza una guerra!
-Eso es superstición, mamá.
-Lo ha dicho la tía Karolína. Antes de la Primera Guerra Mundial, por lo visto, también crecieron de este modo. Millares de setas blancas. Y luego vinieron la penuria y la miseria.
Al año siguiente nos ocuparon los alemanes.” (p. 35)
“Cuando me encontré mejor, reflexioné sobre qué había sido lo más hermoso de mi vida. No pensé en el amor ni en mis andanzas por el mundo. No pensé en vuelos nocturnos a través del océano, ni en mi época como jugador de hockey sobre hielo en el Sparta de Praga. Regresé de pesca a los arroyos, a los ríos, a los embalses y a las presas. Caí en la cuenta de que aquello había sido lo más hermoso que hubiera vivido jamás.
¿Por qué?
No soy capaz de explicarlo con precisión, pero he intentado contarlo en este libro.” (p. 182)