Svetlana Alexiévich
VOCES DE CHERNÓBIL. CRÓNICA DEL FUTURO
Barcelona, 2015, Debolsillo.
“Un país estalinista. Seguíamos siendo un país estalinista.
En las instrucciones para situaciones de guerra nuclear se dice que, en caso de amenaza de un accidente nuclear o de un ataque nuclear, es necesario aplicar de forma inmediata una profilaxis a base de yodo a toda la población. ¡En caso de amenaza! ¿Y qué es lo que teníamos aquí? 3000 microrroentgen por hora. Pero lo que les preocupaba no era la gente, sino su poder. En un país donde lo importante no son los hombres sino el poder, la prioridad del Estado está fuera de toda duda. Y el valor de la vida humana se reduce a cero.
¡Había modo de hacerlo! Nosotros proponíamos algunos. Sin grandes anuncios, sin generar pánico. Sencillamente con verter los preparados de yodo en los embalses de los que se extraía el agua potable, con añadirlos a la leche. Es verdad que se hubiera notado que el agua no tenía el mismo gusto, y la leche tampoco. En la ciudad se hallaban listos 700 kilos de preparado. Y allí se quedaron, en los almacenes. En las reservas secretas.
Tenían más miedo de la ira que les podía llegar desde arriba que del átomo. Todo el mundo esperaba una llamada de teléfono, una orden. Pero no hacía nada por su cuenta. Se temía la responsabilidad personal.
(…)
Dispongo de información de que ellos (las autoridades) sí que tomaban yodo. Cuando los exploró el personal de nuestro instituto, todos tenían la tiroides limpia. Algo imposible sin el yodo. También a sus hijos los sacaron a escondidas, lejos del desastre. Y cuando iban a visitar las zonas, ellos sí que llevaban máscaras, trajes especiales. Todos los medios que les faltaba a los demás.
(…)
Hace ya tiempo que no es ningún secreto que en las afueras de Minsk se mantenía un rebaño especial de ganado. Cada res con su número y adscrita de manera individual. Personal. Campos especiales, invernaderos especiales. Un control especial. Y lo más repugnante. [Tras un silencio.] Nadie ha respondido de esto. ” (pp. 360-362)
[El testimonio corresponde a Vasili Borísovich Nesterenko, exdirector del Instituto de Energía Nuclear de la Academia de Ciencias de Bielorrusia.]