Carlos Fisas
EROTISMO EN LA HISTORIA
Barcelona, 1999, Plaza y Janés.
“El siglo XIX, cargado de
hipocresía y pudibundez, es paradigma de una sociedad puritana. Resulta curioso
que el noventa por ciento de las principales novelas de la época estén
dedicadas al adulterio. Ana Karenina,
La Regenta, Madame Bovary, La Cartuja de
Parma, Fortunata y Jacinta,
etcétera son claros ejemplos de ello, y al propio tiempo que la sociedad
decimonónica hacia un culto de la fidelidad conyugal y de la honestidad de
costumbres, se glorificaba, o por lo menos se justificaba, el adulterio y se enaltecía
a la prostituta. La dama de las camelias
o Dulce y sabrosa dan buena cuenta de
ello. Ni que decir tiene que la sociedad victoriana inglesa, tan pacata y
puritana, estaba podrida por dentro. Consúltese a este respecto los
escalofriantes reportajes de la Pall Mall
Gazette, que causaron escándalo en la época al descubrir el negocio y la
organización del comercio derivado de la prostitución de menores.” (p. 15)
“Pocos son los escritores que han
escrito obras pornográficas, y seguro que nadie piensa que entre ellos se
encontraba Mark Twain; sin embargo, publicó una, titulada 1601, de la que el propio autor dijo simplemente: <<Si hay alguna palabra decente en la
obra, es que se me pasó por alto>>.”
(p. 104)
“En su libro Tierra de los hombres Antoine de Saint-Exupéry escribe una frase
famosa: <<Amar no es mirarse el uno
al otro, es mirar juntos en la misma dirección>>.
Desgraciadamente, en muchos matrimonios cuando los dos miran en la misma
dirección es que allí está el televisor.” (p. 178)