miércoles, 22 de agosto de 2012

Bernardo Atxaga
OBABAKOAK
Barcelona, 2004, Ediciones B.


“He oído decir que, al igual que los cuentos tradicionales, el Juego de la Oca representa una determinada concepción de la vida; que es una descripción de los trabajos y los días que nos toca pasar en este mundo, una descripción y una metáfora.
Cuál sea esta concepción lo puede ver cualquiera que recuerde el tablero y las reglas del juego, pues tanto el tablero como las reglas muestran que la vida es, fundamentalmente, un viaje lleno de dificultades donde, a partes iguales, intervienen el Azar y nuestra Voluntad” (p. 491)

[El texto procede de "A modo de autobiografía", epílogo de la obra.]
Ian McEwan
AMSTERDAM
Anagrama, 1999, Barcelona.


“Probablemente no es nada. Ya sabes, eso que de noche te hace sudar como un poseso y al día siguiente te parece una idiotez. No era exactamente de eso de lo que quería hablarte. Seguro que no es nada, aunque tampoco pierdo nada pidiéndote lo que voy a pedirte. En caso de que me ponga enfermo..., algo muy grave, ya sabes, como Molly, y empiece a caer por la pendiente y a cometer errores horribles, errores de juicio, no recordar los nombres de las cosas, no saber quién soy y demás... En fin, ese tipo de cosas. Me tranquilizaría saber que alguien me ayudaría a acabar con todo... O sea, ayudarme a morir. Sobre todo si llego a un punto en el que no puedo tomar la decisión por mí mismo, o no puedo ponerla en práctica. Bien, lo que te estoy diciendo es que... Te estoy pidiendo, siendo como eres mi amigo más antiguo, que me ayudes si alguna vez llego a encontrarme en tal estado y ves con claridad que ésa es la solución correcta. Lo mismo que nosotros habríamos ayudado a Molly si hubiéramos...” (p. 60)

“Podría haberse tomado la licencia de no cumplir sus compromisos poniendo como excusa el espíritu libre del artista, pero detestaba dar muestras de este tipo de arrogancia. Tenía varios amigos que jugaban la carta de la genialidad cuando les convenía, y dejaban de aparecer en este o aquel acto en la creencia de que cualquier trastorno causado en el ámbito local no podía sino acrecentar el respeto por la naturaleza absorbente e imperiosa de su noble vocación artística. Estos individuos –los novelistas eran, con mucho, los peores- se las arreglaban para convencer a amigos y familiares de que no sólo sus horas de trabajo, sino cada cabezada o cada paseo, cada rato de silencio, depresión o borrachera llevaba en sí mismo el marchamo exculpatorio de una alta meta. Una máscara para ocultar la mediocridad, en opinión de Clive. No dudaba que la vocación artística fuera alta y noble, pero el mal comportamiento no era parte de ella.” (p. 74)
Miguel Delibes
MI MUNDO Y EL MUNDO
Valladolid, 1982, Miñón.


“Es decir, mi objetivo es entreteneros y también inquietaros por los problemas comunes; avivar vuestros deseos de saber y conocer. Entiendo que de esta manera os prepararéis para resistir a la sociedad de consumo que nos amenaza (en la que se quiere reducir al hombre a un autómata productor de objetos y consumidor de objetos) y para ocuparos en tareas nobles y creadoras. Es decir, para justificar vuestra condición de seres humanos.” (p. 6)

jueves, 9 de agosto de 2012

Frank McCourt
EL PROFESOR
Madrid, 2006, MAEVA.


“Yo llegué tarde al mundo de los libros, soy un rezagado, un novato. Mi primer libro, Las cenizas de Ángela, se publicó en 1996, cuando yo tenía sesenta y seis años. El segundo, Lo es, en 1999, cuando tenía sesenta y nueve. A esa edad resulta admirable que tuviera fuerzas siquiera para levantar la pluma. Algunos nuevos amigos míos (adquiridos recientemente, a causa de mi ascensión en las listas de los más vendidos) habían publicado libros con veintitantos años. Unos mozalbetes.
Entonces, ¿por qué tardó usted tanto?
Porque estaba enseñando: por eso tardé tanto. No en un colegio universitario ni en una facultad, donde uno tiene todo el tiempo del mundo para escribir y para otras diversiones, sino en cuatro institutos públicos distintos de Nueva York. (He leído novelas que recrean las vidas de catedráticos de universidad, donde parecen tan ocupados con los adulterios y las rencillas académicas que uno se pregunta de dónde sacan el tiempo para ejercer además un poco la enseñanza.) Cuando impartes cinco clases de instituto al día, cinco días por semana, no vuelves a casa con la idea de despejarte la cabeza y crear prosa inmortal. Después de cinco clases, tienes la cabeza llena del barullo del aula.” (p. 11)
Ramiro Pinilla
LA HIGUERA
Barcelona, 2006, Tusquets.


“Pascuala había empezado a llorar y yo confiaba en poder contener mi pregunta que la obligara a hablar en aquel estado. ‘Andan matando a la gente por ahí’, dijo por fin entre ahogos. ‘Simón García y su hijo fueron sacados de su casa hace cuatro días por los falangistas. Hasta hoy. ¡Hasta hoy!’ ‘Quizás sólo estén... presos, dije’. ‘¡No! ¡Muertos, muertos! En esta casa llevan cuatro días sin salir de puro miedo. Vengo de allí y he visto el peor miedo en los ojos de las dos mujeres. ¡Y solas! ¡Y mudas, más muertas que vivas! Yo estaba en su cocina, pero ellas no me veían. Tuvo que ser la niña quien me contase que entraron los hombres y primero le ataron a Simón las manos a la espalda y luego a Antonio. La esposa abrazó a Simón y dijo: <<¿Por qué se lo llevan?, ¿qué ha hecho?>>, <<¡Conspiró contra España!>>, le contestaron. <<No hace otra cosa en todo el día que trabajar de maestro.>> Y ellos: <<¿Le parece poco?>>. Se los llevaron a los dos como a ganado, empujando de mala manera a las mujeres para que los soltasen, la abuela agarrándose al nieto como una lapa. Fue el propio Simón el que intervino para acabar con el forcejeo que no salvaría a nadie. Se los llevaron sin dejarles despedirse’.” (p. 31)

“Es que, ¿sabes, Rogelio?, han transcurrido muchos años y cambiado muchas cosas. Últimamente las ejecuciones están controladas por el propio Franco, porque los pájaros ya están en jaulas y él decide a éste lo mato y al otro no. Es listo: meten más ruido muchos matando a muchos que uno matando a muchos. A lo más que hoy se puede llegar es a dar palizas y ponerles electrodos en los huevos... Y, como son otros tiempos, ocurre que lo que antes hacíamos sin tapujos, ahora no se puede hacer. ¡Así nos agradece la sociedad nuestros servicios!” (p. 209)
Paul Auster
BROOKLYN FOLLIES
Barcelona, 2006, Anagrama.


“En general, las vidas se esfuman. Una persona muere y poco a poco todo rastro de su vida desaparece. Un inventor sobrevive en sus invenciones, un arquitecto está presente en sus edificios, pero la mayoría de la gente no deja tras de sí monumento alguno ni logros duraderos: una estantería con álbumes de fotos, la cartilla de notas del colegio, el trofeo de una bolera, un cenicero birlado en un hotel de Florida en la última mañana de unas vacaciones vagamente recordadas. Unos cuantos objetos, algunos documentos, y unas cuantas impresiones causadas a otras personas. Estas últimas siempre tienen historias que contar sobre el muerto, pero la más de las veces se mezclan fechas, se suprimen hechos, se distorsiona cada vez más la verdad, y cuando a esas personas les llega su turno de morir, la mayoría de las historias desaparece con ellas.” (p. 306)