LA GUERRA DE LOS MUNDOS
Madrid, 1979, Zero.
“No hubiera creído nadie que las cosas humanas fueran observadas en los últimos años del siglo XIX aguda y atentamente por inteligencias superiores a la del hombre y mortales como la de éste; que los hombres fuesen examinados y estudiados casi de tan cerca como pueden serlo en el microscopio las transitorias criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Con infinita suficiencia iban y venían los hombres por el mundo, ocupándose en sus asuntillos, serenos en la seguridad de su imperio sobre la materia. ¡Es posible que bajo el microscopio obren de igual manera los infusorios! Nadie imaginó que de los más antiguos mundos del espacio pudiera sobrevenir un peligro para la existencia humana, ni se pensaba en esos mundos más que para desechar como imposible o probable la idea de que hubiese en ellos vida." (p. 21)
“Desde aquí les veo, ¡sí! los veo… -exclamó con tono de satisfacción sombría-. En ellos irá a refugiarse el sentimiento y la religiosidad; pero hay mil cosas que había visto yo toda la vida y que ahora empiezo a comprender. Hay gentes gordas y estúpidas que tomarán las cosas como vengan, y muchas otras a quienes les torturará la idea de que va mal el mundo y es preciso hacer algo. Pero cuando las cosas se ponen de tal modo que empieza a creer la gente que es preciso hacer algo, los espíritus débiles y los que se debilitan a fuerza de pensar demasiado acaban por formar una especie de religión de no hacer nada, muy piadosa y superior, y se someten a las persecuciones y a la voluntad de Dios. Ya lo habrá usted notado. Es la energía vuelta al revés por una ráfaga de miedo.” (p. 165)