Antonio Damasio
Y EL CEREBRO CREÓ AL HOMBRE
Barcelona, 2010, Destino.
Y EL CEREBRO CREÓ AL HOMBRE
Barcelona, 2010, Destino.
"Sin conciencia, es decir sin una mente dotada de subjetividad, no tendríamos modo de conocer que existimos, ni mucho menos sabríamos quiénes somos y qué pensamos. Si la subjetividad no se hubiera originado, de manera muy modesta al principio, en criaturas vivas mucho más sencillas que los seres humanos, la memoria y el razonamiento probablemente no se habrían desarrollado de la manera prodigiosa en que lo hicieron, ni se hubiera allanado el camino evolutivo hacia el lenguaje y la versión compleja de la conciencia que hoy poseemos los seres humanos. Sin la subjetividad, la creatividad no habría florecido y no tendríamos canciones ni pintura ni literatura. El amor nunca sería amor, sólo sexo. La amistad habría quedado en mera conveniencia cooperativa. El dolor nunca se habría convertido en sufrimiento, no se hubiera considerado algo malo, sino sólo una dudosa ventaja dado que el placer tampoco se hubiera convertido en dicha o gozo. Si la subjetividad no hubiera hecho su radical aparición, no existiría el conocimiento ni tampoco nadie que se fijara en las cosas y dejara constancia de ellas; es decir, no habría cultura ni historia de lo que las criaturas hicieron a lo largo de las épocas." (pp. 20-21)
“Cada día aumenta el número de pruebas que indican que a lo largo de múltiples generaciones los avances culturales ocasionan cambios en el genoma.” (p. 55)
“El miedo puede ser sólo una falsa alarma inducida por una cultura retorcida. En estos casos, en lugar de salvarle a uno la vida, el miedo es un factor de estrés, y el estrés que se prolonga en el tiempo, destruye la vida, tanto mental como física. La agitación trae consecuencias negativas.” (p. 182)
“La ínsula sirve como punto para la activación de una emoción de gran importancia: el asco, una de las más antiguas emociones del repertorio. El asco empezó siendo un medio automático de rechazar alimentos potencialmente tóxicos y evitar que entraran en el cuerpo. Los seres humanos sienten asco no sólo de alimentos en mal estado y del hedor o la fetidez que desprenden, sino que pueden sentirlo de una variedad de situaciones en las que la pureza de los objetos o del comportamiento se halla afectada y existe «contaminación». Y lo que es asimismo muy importante, en los seres humanos la perfección de acciones moralmente reprensibles provoca también asco. En consecuencia muchas de las acciones incluidas en el programa humano del asco, entre ellas las características expresiones faciales, han sido cooptadas por una emoción social como es el desprecio, que a menudo es una metáfora del asco en sentido moral.” (p. 186)
[La ínsula es una estructura interna del cerebro.]
“Siempre que ingerimos moléculas que tienen la capacidad de modificar la transmisión de señales corporales o de alterar el mapa que conforman, aprovechamos ese mecanismo. El alcohol lo hace, y también los analgésicos y los anestésicos, así como un sinfín de drogas y estupefacientes. Resulta a todas luces evidente que, aparte de por curiosidad, los seres humanos se han apoyado en este tipo de moléculas debido a su deseo de generar sensaciones de bienestar, sensaciones en las que se borran las señales de dolor y se inducen señales de placer.” (pp. 192-193)
“Cada día aumenta el número de pruebas que indican que a lo largo de múltiples generaciones los avances culturales ocasionan cambios en el genoma.” (p. 55)
“El miedo puede ser sólo una falsa alarma inducida por una cultura retorcida. En estos casos, en lugar de salvarle a uno la vida, el miedo es un factor de estrés, y el estrés que se prolonga en el tiempo, destruye la vida, tanto mental como física. La agitación trae consecuencias negativas.” (p. 182)
“La ínsula sirve como punto para la activación de una emoción de gran importancia: el asco, una de las más antiguas emociones del repertorio. El asco empezó siendo un medio automático de rechazar alimentos potencialmente tóxicos y evitar que entraran en el cuerpo. Los seres humanos sienten asco no sólo de alimentos en mal estado y del hedor o la fetidez que desprenden, sino que pueden sentirlo de una variedad de situaciones en las que la pureza de los objetos o del comportamiento se halla afectada y existe «contaminación». Y lo que es asimismo muy importante, en los seres humanos la perfección de acciones moralmente reprensibles provoca también asco. En consecuencia muchas de las acciones incluidas en el programa humano del asco, entre ellas las características expresiones faciales, han sido cooptadas por una emoción social como es el desprecio, que a menudo es una metáfora del asco en sentido moral.” (p. 186)
[La ínsula es una estructura interna del cerebro.]
“Siempre que ingerimos moléculas que tienen la capacidad de modificar la transmisión de señales corporales o de alterar el mapa que conforman, aprovechamos ese mecanismo. El alcohol lo hace, y también los analgésicos y los anestésicos, así como un sinfín de drogas y estupefacientes. Resulta a todas luces evidente que, aparte de por curiosidad, los seres humanos se han apoyado en este tipo de moléculas debido a su deseo de generar sensaciones de bienestar, sensaciones en las que se borran las señales de dolor y se inducen señales de placer.” (pp. 192-193)