Robert Malthus
PRIMER ENSAYO SOBRE LA POBLACIÓN
Madrid, 1988, Alianza Editorial.
“El cuadro de la vida humana que aparece en este ensayo está impregnado de melancolía; pero el autor tiene conciencia de que estos sombríos tintes están en la realidad y no provienen de un estado de espíritu decaído o de un carácter más o menos amargado.” (p. 45)
“Una gran emigración lleva necesariamente implícita alguna forma de infortunio en el país desertado. Pues pocas personas habrá que abandonen sus familias, sus relaciones, sus amigos y su tierra natal para instalarse en un país desconocido y de clima extraño sin que lo justifique una situación de profundo malestar en el lugar en que se encuentran o la esperanza de hallar considerables ventajas en el lugar de destino.” (p. 59)
“Pero si bien es verdad que con sus maniobras desleales los ricos contribuyen con frecuencia a prolongar situaciones particularmente angustiosas para los pobres, no es menos cierto que ninguna forma posible de sociedad es capaz de evitar la acción casi constante de la miseria, bien sea sobre una gran parte de la humanidad, en el caso de existir desigualdad entre los hombres, bien sobre toda ella si todos los hombres fuesen iguales.” (pp. 66-67)
“Pero quienes se preocupan de examinar las estadísticas relativas a la mortalidad infantil observan generalmente que de la totalidad de los niños que mueren cada año, una parte totalmente desproporcionada procede de familias que pueden suponerse incapaces de suministrar a sus hijos la alimentación y los cuidados que requiere la infancia; niños expuestos a toda suerte de penalidades, viviendo en tugurios malsanos y obligados a realizar duros trabajos impropios de su edad. Esta elevada mortalidad entre los hijos de los pobres es patente en todas las ciudades. Ciertamente, no alcanza las mismas proporciones en las zonas rurales, pero la cuestión no ha sido aún estudiada con la suficiente atención para poder afirmar que incluso en el campo el número de niños pobres muertos cada año no es proporcionalmente superior al de los niños de las clases medias o altas. Parece difícil suponer que la mujer de un jornalero agrícola, madre de seis hijos, a quien en ocasiones le falta incluso el pan, va a estar siempre en condiciones de suministrar a todos sus hijos el alimento y las atenciones indispensables para vivir. Los hijos y las hijas de familias campesinas no se asemejan siempre, en la vida real, a esos querubines sonrosados descritos en las novelas. Quienes han vivido bastante en el campo no pueden haber dejado de observar las frecuentes dificultades de crecimiento que sufren los hijos de los campesinos y lo mucho que tardan en alcanzar su madurez. Muchachos que aparentan tener catorce o quince años tienen con frecuencia dieciocho o diecinueve realmente. Y entre los mozos que se ven en el campo arando, lo cual es, sin duda, un ejercicio saludable, son pocos los que tienen buena musculatura, circunstancia que sólo puede ser atribuida a la carencia o insuficiencia de una alimentación sana.” (pp. 88-89)
“Un Alarico, un Atila, un Gengis Khan y los jefes que le rodeaban combatían tal vez por la gloria, por la fama de sus conquistas, pero lo que realmente puso en movimiento la gran marea migratoria del Norte, y lo que continuó impulsándola en diferentes épocas contra China, Persia, Italia e incluso Egipto, fue la escasez de alimentos y la desproporción entre la población y los medios de subsistencia.” (p. 74)
“Sabemos muy bien, por reiteradas experiencias, cuánta miseria y cuántos sufrimientos los hombres pueden soportar en su propio país antes de decidirse a abandonarlo: y cuántas veces las propuestas más tentadoras para marchar a las nuevas colonias han sido rechazadas por gentes que parecían estar a punto de fallecer por inanición.” (p. 169)
“La superioridad de los placeres intelectuales sobre los sensuales reside en que duran más tiempo, tienen mayor amplitud y son menos susceptibles de ser saciados; no en ser más reales y esenciales.” (p. 171)
“De poco serviría entrar en la cuestión de saber si el espíritu es una sustancia distinta de la materia o simplemente una forma más refinada de la misma. Quizá esta cuestión no sea, después de todo, más que una cuestión de palabras.” (p. 253)
“Las inteligencias más agudas se forman a través del esfuerzo de pensamiento original, del empeño por crear nuevas combinaciones, por descubrir nuevas verdades y no recibiendo pasivamente las impresiones de las ideas de otros hombres.” (p. 270)
PRIMER ENSAYO SOBRE LA POBLACIÓN
Madrid, 1988, Alianza Editorial.
“El cuadro de la vida humana que aparece en este ensayo está impregnado de melancolía; pero el autor tiene conciencia de que estos sombríos tintes están en la realidad y no provienen de un estado de espíritu decaído o de un carácter más o menos amargado.” (p. 45)
“Una gran emigración lleva necesariamente implícita alguna forma de infortunio en el país desertado. Pues pocas personas habrá que abandonen sus familias, sus relaciones, sus amigos y su tierra natal para instalarse en un país desconocido y de clima extraño sin que lo justifique una situación de profundo malestar en el lugar en que se encuentran o la esperanza de hallar considerables ventajas en el lugar de destino.” (p. 59)
“Pero si bien es verdad que con sus maniobras desleales los ricos contribuyen con frecuencia a prolongar situaciones particularmente angustiosas para los pobres, no es menos cierto que ninguna forma posible de sociedad es capaz de evitar la acción casi constante de la miseria, bien sea sobre una gran parte de la humanidad, en el caso de existir desigualdad entre los hombres, bien sobre toda ella si todos los hombres fuesen iguales.” (pp. 66-67)
“Pero quienes se preocupan de examinar las estadísticas relativas a la mortalidad infantil observan generalmente que de la totalidad de los niños que mueren cada año, una parte totalmente desproporcionada procede de familias que pueden suponerse incapaces de suministrar a sus hijos la alimentación y los cuidados que requiere la infancia; niños expuestos a toda suerte de penalidades, viviendo en tugurios malsanos y obligados a realizar duros trabajos impropios de su edad. Esta elevada mortalidad entre los hijos de los pobres es patente en todas las ciudades. Ciertamente, no alcanza las mismas proporciones en las zonas rurales, pero la cuestión no ha sido aún estudiada con la suficiente atención para poder afirmar que incluso en el campo el número de niños pobres muertos cada año no es proporcionalmente superior al de los niños de las clases medias o altas. Parece difícil suponer que la mujer de un jornalero agrícola, madre de seis hijos, a quien en ocasiones le falta incluso el pan, va a estar siempre en condiciones de suministrar a todos sus hijos el alimento y las atenciones indispensables para vivir. Los hijos y las hijas de familias campesinas no se asemejan siempre, en la vida real, a esos querubines sonrosados descritos en las novelas. Quienes han vivido bastante en el campo no pueden haber dejado de observar las frecuentes dificultades de crecimiento que sufren los hijos de los campesinos y lo mucho que tardan en alcanzar su madurez. Muchachos que aparentan tener catorce o quince años tienen con frecuencia dieciocho o diecinueve realmente. Y entre los mozos que se ven en el campo arando, lo cual es, sin duda, un ejercicio saludable, son pocos los que tienen buena musculatura, circunstancia que sólo puede ser atribuida a la carencia o insuficiencia de una alimentación sana.” (pp. 88-89)
“Un Alarico, un Atila, un Gengis Khan y los jefes que le rodeaban combatían tal vez por la gloria, por la fama de sus conquistas, pero lo que realmente puso en movimiento la gran marea migratoria del Norte, y lo que continuó impulsándola en diferentes épocas contra China, Persia, Italia e incluso Egipto, fue la escasez de alimentos y la desproporción entre la población y los medios de subsistencia.” (p. 74)
“Sabemos muy bien, por reiteradas experiencias, cuánta miseria y cuántos sufrimientos los hombres pueden soportar en su propio país antes de decidirse a abandonarlo: y cuántas veces las propuestas más tentadoras para marchar a las nuevas colonias han sido rechazadas por gentes que parecían estar a punto de fallecer por inanición.” (p. 169)
“La superioridad de los placeres intelectuales sobre los sensuales reside en que duran más tiempo, tienen mayor amplitud y son menos susceptibles de ser saciados; no en ser más reales y esenciales.” (p. 171)
“De poco serviría entrar en la cuestión de saber si el espíritu es una sustancia distinta de la materia o simplemente una forma más refinada de la misma. Quizá esta cuestión no sea, después de todo, más que una cuestión de palabras.” (p. 253)
“Las inteligencias más agudas se forman a través del esfuerzo de pensamiento original, del empeño por crear nuevas combinaciones, por descubrir nuevas verdades y no recibiendo pasivamente las impresiones de las ideas de otros hombres.” (p. 270)