Oliver Sacks
EL RÍO DE LA CONCIENCIA (I)
Barcelona, 2019, Anagrama.
“Y, sin embargo, de vez en cuando hay algunos que parecen alcanzar una velocidad de pensamiento sobrehumana. Es famoso el caso de Robert Oppenheimer, que cuando los jóvenes físicos acudían a explicarle sus ideas, a los pocos segundos captaba la esencia y las implicaciones de lo que le decían, y los interrumpía y ampliaba sus pensamientos prácticamente en cuanto abrían la boca. Casi todos los que escucharon improvisar a Isaiah Berlin, con su verbo torrencialmente rápido, acumulando una imagen tras otra, una idea tras otra, construyendo enormes estructuras mentales que evolucionaban y se disolvían ante sus propios ojos, tuvieron la sensación de haber sido testigos privilegiados de un pasmoso fenómeno mental. Lo mismo se puede decir de un genio cómico como Robin Williams, cuya capacidad de asociación e ingenio, explosiva e incandescente, parecía despegar y remontar el vuelo a la velocidad de un cohete. En estos casos, sin embargo, hemos de suponer que nos enfrentamos no a la velocidad de células nerviosas individuales y circuitos simples, sino a redes nerviosas de un orden muy superior que superan la complejidad de los superordenadores más grandes.
No obstante, los humanos, incluso los más rápidos de entre nosotros, poseemos una velocidad limitada por determinantes nerviosos básicos, por células cuya velocidad de ignición también está limitada, y por la limitada velocidad de conducción entre diferentes células y grupos celulares.” (p. 60)