viernes, 14 de mayo de 2021

J. R. R. Tolkien
EL SEÑOR DE LOS ANILLOS (IV)
Barcelona, 1977, Minotauro.




“Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures en dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el final de todos los caminos." (Tomo II; LAS DOS TORRES; p. 305)
Umberto Eco
CINCO ESCRITOS MORALES (III)
Barcelona, 2006, Debolsillo.




“Fundamentalismo, integrismo, racismo pseudocientífico son posiciones teóricas que proponen una doctrina. La intolerancia se plantea ante cualquier doctrina. En este sentido, la intolerancia tiene raíces biológicas, se manifiesta en los animales como territorialidad, se funda en reacciones emotivas a menudo superficiales: no soportamos a los que son diferentes de nosotros, porque tienen la piel de un color diferente, porque hablan una lengua que no comprendemos, porque comen ranas, perros, monos, cerdos, ajo, porque se hacen tatuajes...
    La intolerancia por lo diferente o por lo desconocido es natural en el niño, tanto como el instinto de apoderarse de todo lo que desea. Al niño se lo educa a la tolerancia poco a poco, así como se lo educa al respeto por la propiedad ajena y, antes aún, al control del propio esfínter. Desafortunadamente, si todos llegan al control del propio cuerpo, la tolerancia sigue siendo un problema de educación permanente en los adultos, porque, en la vida cotidiana, estamos expuestos siempre al trauma de la diferencia. Los estudiosos se ocupan a menudo de las doctrinas de la diferencia, pero no lo suficiente de la intolerancia salvaje, porque escapa a a cualquier definición o posición crítica.” (pp. 126-127)
Voltaire
TRATADO SOBRE LA TOLERANCIA (III)
Barcelona, 2010, Diario Público.




“La naturaleza dice a todos los hombres: os he hecho nacer a todos débiles e ignorantes, para vegetar unos minutos sobre la tierra y para abonarla con vuestros cadáveres. Puesto que sois débiles, socorreos; puesto que sois ignorantes, ilustraos y toleraos. Aunque todos fueseis de la misma opinión, cosa que desde luego no ocurrirá jamás, aunque no hubiese más que un solo hombre de una opinión contraria, deberíais perdonarle: porque soy yo quien lo hace pensar como piensa. Os he dado brazos para cultivar la tierra, y un pequeño destello de razón para guiaros; he puesto en vuestros corazones un germen de compasión para que os ayudéis los unos a los otros a soportar la vida. No ahoguéis ese germen, no lo corrompáis, sabed que es divino, y no sustituyáis la voz de la naturaleza por los miserables furores de la escuela.
   Soy yo sola la que todavía os uno a pesar vuestro por vuestras necesidades mutuas, en medio incluso de vuestras crueles guerras emprendidas tan a la ligera, teatro eterno de las equivocaciones, los azares y las desgracias. Soy yo sola la que, en una nación, detiene las funestas secuelas de la división interminable entre la nobleza y la magistratura, entre esas dos corporaciones y la del clero, entre los burgueses incluso y el agricultor. Ignoran todos los límites de sus derechos; pero, a la larga, todos ellos escuchan a pesar suyo mi voz que habla a su corazón. Sólo yo conservo la equidad en los tribunales, donde sin mí todo sería entregado a la indecisión y a los caprichos, en medio de un confuso montón de leyes hechas con frecuencia al azar y para una necesidad pasajera, diferentes entre sí de provincia a provincia, de ciudad a ciudad, y casi siempre contradictorias entre sí en el mismo lugar. Sólo yo puedo inspirar la justicia, cuando las leyes no inspiran más que los pleitos. El que me escucha siempre juzga bien; y el que sólo busca conciliar opiniones que se contradicen es el que se extravía.” (pp. 192-193)
Umberto Eco
CINCO ESCRITOS MORALES (II)
Barcelona, 2006, Debolsillo.




Mein Kampf es el manifiesto completo de un programa político. El nazismo tenía una teoría del racismo y del arianismo, una noción precisa de la entartete Kunst, el «arte degenerado», una filosofía de la voluntad de potencia y del Übermensch. El nazismo era decididamente anticristiano y neopagano, con la misma claridad con la que el Diamat de Stalin (la versión oficial del marxismo soviético) era a todas luces materialista y ateo. Si por totalitarismo se entiende un régimen que subordina todos los actos individuales al estado y a su ideología, entonces nazismo y estalinismo eran regímenes totalitarios.
   El fascismo fue, sin lugar a dudas, una dictadura, pero no era cabalmente totalitario, no tanto por su tibieza, como por la debilidad filosófica de su ideología. Al contrario de lo que se suele pensar, el fascismo italiano no tenía una filosofía propia. El artículo sobre el fascismo firmado por Mussolini para la Enciclopedia Treccani lo escribió o fundamentalmente lo inspiró Giovanni Gentile, pero reflejaba una noción hegeliana tardía del «estado ético y absoluto» que Mussolini no realizó nunca completamente. Mussolini no tenía ninguna filosofía: tenía solo una retórica. Empezó como ateo militante, para luego firmar el concordato con la Iglesia y simpatizar con los obispos que bendecían los banderines fascistas. En sus primeros años anticlericales, según una leyenda plausible, le pidió una vez a Dios que lo fulminara en el mismo sitio para probar su existencia. Dios estaba distraído, evidentemente. En años posteriores, en sus discursos, Mussolini citaba siempre el nombre de Dios y no desdeñaba hacerse llamar «el hombre de la Providencia».
[…]
   No era una ideología monolítica, sino, más bien, un collage de diferentes ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones. ¿Se puede concebir acaso un movimiento totalitario que consiga aunar monarquía y revolución, ejército real y milicia personal de Mussolini, los privilegios concedidos a la Iglesia y una educación estatal que exaltaba la violencia, el control absoluto y el mercado libre? El partido fascista nació proclamando su nuevo orden revolucionario, pero lo financiaban los latifundistas más conservadores, que se esperaban una contrarrevolución. El fascismo de los primeros tiempos era republicano y sobrevivió veinte años proclamando su lealtad a la familia real, permitiéndole a un «duce» que saliera adelante del brazo de un «rey», al que ofreció incluso el título de «emperador». Pero cuando, en 1943, el rey relevó a Mussolini, el partido volvió a aparecer dos meses más tarde, con la ayuda de los alemanes, bajo la bandera de una república «social», reciclando su vieja partitura revolucionaria, enriquecida por acentuaciones casi jacobinas.” (pp. 40-43)
[La expresión “voluntad de potencia” es una traducción incorrecta al español; suponemos que se refiere a la nietzscheana “voluntad de poder”.]

Umberto Eco
CINCO ESCRITOS MORALES (I)
Barcelona, 2006, Debolsillo.



“El mundo mira hoy la guerra con ojos diferentes de aquéllos con los que podía mirarla a principios de siglo, y, si alguien hablara hoy de la belleza de la guerra como la única higiene del mundo , no entraría en la historia de la literatura, sino en la de la psiquiatría. Ha sucedido con la guerra lo que sucedió con el delito de honor y la ley del talión: no se trata de que ya nadie los practique, es que la comunidad los juzga un mal, mientras que otrora los juzgaba un bien.” (p. 18)

“Durante los años de McCarthy, a los norteamericanos que habían tomado parte en la guerra civil española se los definía como «antifascistas prematuros», entendiendo con ello que combatir a Hitler en los años cuarenta era un deber moral para todo buen americano, pero combatir contra Franco demasiado pronto, en los años treinta, era sospechoso.” (p. 39 )


 

Voltaire
TRATADO SOBRE LA TOLERANCIA (II)
Barcelona, 2010, Diario Público.


“Los judíos parecerían tener más derecho que nadie a robarnos y a matarnos: porque aunque haya cien ejemplos de tolerancia en el Antiguo Testamento, hay sin embargo algunos ejemplos y algunas leyes de gran rigor. Dios les ordenó en ocasiones matar a los idólatras, y salvar únicamente a las jóvenes núbiles: nos miran como idólatras y, aunque hoy los toleraríamos, bien podrían, si fuesen los amos, no dejar en el mundo más que a nuestras hijas.” (p. 168 )

“La superstición es a la religión lo que la astrología a la astronomía, la hija muy loca de una madre muy cuerda. Esas dos hijas han subyugado hace mucho tiempo a toda la tierra.” (p. 173)

“¿Qué hay, en efecto, más loco y más horrible que decir a los hombres: «Amigos míos, no basta con ser súbditos fieles, hijos sumisos, padres tiernos, vecinos equitativos, ni con practicar todas las virtudes, cultivar la amistad, rechazar la ingratitud, adorar a Jesucristo en paz; es preciso, además, que sepáis cómo uno está engendrado desde toda la eternidad; y si no sabéis distinguir el omousion en la hipóstasis, os anunciamos que seréis quemados por siempre jamás; y, mientras, vamos a empezar por degollaros»?” (p. 176)

[Omousion es un término griego que significa: consustancial o de la misma naturaleza. Suele utilizarse con referencia a la identidad sustancial del Padre y el Hijo en la Trinidad.]


sábado, 8 de mayo de 2021

Voltaire
TRATADO SOBRE LA TOLERANCIA (I)
Barcelona, 2010, Diario Público.


“El derecho natural es aquel que la naturaleza indica a todos los hombres. Habéis criado a vuestro hijo, os debe respeto como a padre suyo, gratitud como a su bienhechor. Tenéis derecho a los productos de la tierra que habéis cultivado con vuestras manos. Habéis hecho y recibido una promesa, debe ser cumplida.  

   El derecho humano no puede estar fundado en ningún caso más que sobre este derecho de naturaleza; y el gran principio, el principio universal de uno y otro, es, en toda la tierra: «No hagas lo que no querrías que te hiciesen». No se entiende cómo, siguiendo ese principio, un hombre podría decir a otro: «Cree lo que yo creo y no lo que tú puedes creer, o perecerás». Es lo que se dice en Portugal, en España, en Goa. En la actualidad, en algunos otros países se contentan con decir: «Cree, o te aborrezco; cree, o he de hacerte todo el daño que pueda; monstruo, no tienes mi religión, por tanto no tienes religión: es preciso que inspires horror a tus vecinos, a tu ciudad, a tu provincia».  

   Si fuese de derecho humano comportarse así, sería preciso que el japonés detestase al chino, que a su vez execraría al siamés; éste perseguiría a los gangáridas [referencia al área del Ganges.], que arremeterían contra los habitantes del Indo; un mogol le arrancaría el corazón al primer malabar que encontrase; el malabar podría degollar al persa, que podría matar al turco; y todos juntos se arrojarían sobre los cristianos, que durante tanto tiempo se han devorado unos a otros.  

   El derecho de la intolerancia es, por tanto, absurdo y bárbaro; es el derecho de los tigres, y es mucho más horrible, porque los tigres sólo desgarran para comer, y nosotros nos hemos exterminado por unos párrafos.” (pp. 111-112)

“Lo digo con horror pero con franqueza: ¡somos nosotros, cristianos, los que hemos sido persecutores, verdugos, asesinos! ¿Y de quién? De nuestros hermanos. Somos nosotros los que hemos destruido cien ciudades, con el crucifijo o la Biblia en la mano, y los que no hemos dejado de derramar la sangre y de encender hogueras, desde el reinado de Constantino hasta los furores de los caníbales que habitaban en las Cevenas [zona montañosa del sureste de Francia.]: furores que, gracias al cielo, hoy ya no subsisten.” (p. 131)

Wade Davis
LOS GUARDIANES DE LA SABIDURÍA ANCESTRAL (IV)
Madrid, 2020, Punto de Vista.


“Todas las culturas son etnocéntricas, apasionadamente leales a su propia interpretación de la realidad. De hecho, muchos nombres de comunidades indígenas se traducen como «la gente», lo que implica que cualquier otro ser humano es una no-persona, es un salvaje más allá del reino de la civilización. La palabra bárbaro, deriva de la palabra griega barbarus, que significa el que balbucea. En el mundo antiguo, el que no hablaba griego era un bárbaro. Los aztecas tenían la misma noción. Todo aquel que no fuera capaz de hablar el náhuatl, no era humano.” (p. 194)