Ana Iris Simón
FERIA (II)
Madrid, 2021, Círculo de Tiza.
“En segundo de primaria, cuando tenía siete años e iba al Vicente Aleixandre, se nos coló un ratón en clase. Estábamos dando Inglés y de pronto cruzó el aula y todos empezamos a gritar y a saltar de la silla, incluida la pobre Isabel, nuestra profesora, que se subió a un pupitre. Cuando Marcial el conserje consiguió echar al ratón ya nos tocaba Lengua, y Rosa, nuestra tutora, que nos daba también Mates y Cono, nos mandó de deberes una redacción del incidente.
Cuando llegué a casa y le conté a mi padre muy excitada y moviendo mucho las manos que se nos había colado un ratón en clase y que tenía que escribir una redacción sobre ello, él me dijo que si nosotros nos habíamos llevado un susto me imaginara el pánico que habría sentido él al ver a una veintena de humanos, incluida una profesora de inglés, saltando de sus sillas. Entonces me subí a mi cuarto y, aunque dudé un poco al principio, porque Rosa nos había dicho que escribiéramos cómo había sido para nosotros y no para el ratón aquello, empecé a escribir la historia desde su punto de vista, desde el punto de vista del roedor. Al día siguiente, cuando la leí en clase, mis compañeros me aplaudieron y gané un diccionario Vox con las tapas naranjas y un estuche, porque Rosa no nos lo había contado, pero había premio. Esa tarde, cuando llegué a casa y le conté a mi padre, de nuevo muy excitada y moviendo mucho las manos, que me habían aplaudido y que había ganado un diccionario Vox y un estuche, me respondió que muy bien, pero que no me hiciera la chulita.” (pp. 148-149)
FERIA (II)
Madrid, 2021, Círculo de Tiza.
“En segundo de primaria, cuando tenía siete años e iba al Vicente Aleixandre, se nos coló un ratón en clase. Estábamos dando Inglés y de pronto cruzó el aula y todos empezamos a gritar y a saltar de la silla, incluida la pobre Isabel, nuestra profesora, que se subió a un pupitre. Cuando Marcial el conserje consiguió echar al ratón ya nos tocaba Lengua, y Rosa, nuestra tutora, que nos daba también Mates y Cono, nos mandó de deberes una redacción del incidente.
Cuando llegué a casa y le conté a mi padre muy excitada y moviendo mucho las manos que se nos había colado un ratón en clase y que tenía que escribir una redacción sobre ello, él me dijo que si nosotros nos habíamos llevado un susto me imaginara el pánico que habría sentido él al ver a una veintena de humanos, incluida una profesora de inglés, saltando de sus sillas. Entonces me subí a mi cuarto y, aunque dudé un poco al principio, porque Rosa nos había dicho que escribiéramos cómo había sido para nosotros y no para el ratón aquello, empecé a escribir la historia desde su punto de vista, desde el punto de vista del roedor. Al día siguiente, cuando la leí en clase, mis compañeros me aplaudieron y gané un diccionario Vox con las tapas naranjas y un estuche, porque Rosa no nos lo había contado, pero había premio. Esa tarde, cuando llegué a casa y le conté a mi padre, de nuevo muy excitada y moviendo mucho las manos, que me habían aplaudido y que había ganado un diccionario Vox y un estuche, me respondió que muy bien, pero que no me hiciera la chulita.” (pp. 148-149)