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A FAVOR DEL PENSAMIENTO LIBRE
domingo, 12 de diciembre de 2021
Noam Chomsky
¿QUÉ CLASE DE CRIATURAS SOMOS? (II)
Barcelona, 2017, Ariel.
www.elboomerang.com
¿QUÉ CLASE DE CRIATURAS SOMOS? (II)
Barcelona, 2017, Ariel.
www.elboomerang.com
“De hecho, es prácticamente un dogma que la función del lenguaje es la comunicación. Una formulación típica de la idea es la siguiente: «es importante que en una comunidad de usuarios de una lengua las palabras se utilicen con el mismo significado. Si esta condición se cumple, se facilita la finalidad principal del lenguaje, que es la comunicación. Si uno no logra emplear las palabras con el significado que la mayoría de la gente les atribuye, no logrará comunicarse efectivamente con los demás. Así, se malograría la finalidad fundamental del lenguaje».
En primer lugar, resulta extraño pensar que el lenguaje tenga una finalidad. Las lenguas no son herramientas diseñadas por los humanos, sino objetos biológicos, como el sistema visual, inmune o digestivo. En ocasiones se dice que dichos órganos tienen funciones, que existen con algún fin. Sin embargo, esa idea también dista mucho de estar clara. Pensemos, por ejemplo, en la columna vertebral. ¿Su función es mantenernos derechos, proteger los nervios, generar glóbulos sanguíneos, almacenar calcio, o todo lo anterior? Preguntas parecidas se plantean cuando nos referimos a la función y el diseño del lenguaje. Aquí habitualmente se introducen factores evolutivos, pero éstos distan mucho de ser triviales; también por lo que respecta a la columna vertebral. En cuanto a la lengua, las diversas especulaciones sobre la evolución se dirigen habitualmente a los tipos de sistemas de comunicación que se encuentran en el reino animal, pero, de nuevo, se trata simplemente de un reflejo del dogma moderno y es probable que se trate de un callejón sin salida, por las razones que he mencionado y a las que volveré con posterioridad.
Además, incluso en la medida en que el lenguaje se utiliza para la comunicación, no hay necesidad de compartir los significados (o los sonidos, o las estructuras). La comunicación no es un tema de sí o no, sino de más o menos. Si las semejanzas no son suficientes, la comunicación falla hasta cierto punto, como en la vida. Incluso aunque al término comunicación se lo haya privado en gran medida de significado sustantivo y sea utilizado como un término general para referirnos a diversos tipos de interacción social, sigue siendo una parte secundaria del verdadero uso del lenguaje, por si vale la pena hacer esta observación. En definitiva, el dogma estándar carece de base y, llegados a este punto, existen pruebas significativas de que es simplemente falso. No cabe duda de que el lenguaje se utiliza en ocasiones para la comunicación, igual que la forma de vestir, la expresión facial, la postura y muchas otras cosas. Sin embargo, las propiedades fundamentales del diseño del lenguaje indican que una importante tradición está en lo cierto al considerar al lenguaje básicamente como un instrumento de pensamiento, aun cuando no lleguemos al extremo de Humboldt de identificarlos a ambos.” (pp. 39-41)
Andrea Andreu
PANZA DE BURRO (II)
Sevilla, 2021, Barrett.
PANZA DE BURRO (II)
Sevilla, 2021, Barrett.
“Aquel verano Isora y yo nos apuntamos a clases de informática en el centro cultural. Nos apuntamos porque queríamos hablar por el mésinye, la verdad. Por las tardes no había ni un huequito en los ordenadores porque los kinkis ya se los habían cogido todos toditos los sitios y casi no se podía entrar, porque por cada chico que usaba un ordenador había tres mirando detrás. Con las clases de informática podíamos usar los ordenadores todo el tiempo que queríamos. Eran por la mañanita temprano los martes y los jueves y no hacía falta ir todas las veces porque el maestro no se enfadaba si faltábamos. Las madres mandaban a los niños chicos a las clases de informática para que aprendiesen a usar los ordenadores y por eso en las clases de informática estábamos Isora y yo y todos los demás eran niños y niñas pequeños que no tenían ni cuenta de mésinye. Nosotras íbamos a las clases de informática al noveleo, la verdad. Solo hacíamos como que atendíamos al maestro pero no aprendíamos nada. El maestro era un hombre que siempre tenía la camisa botones azul marina manchada de sudor, el pobrecito siempre se estaba guisando de calor hiciera el tiempo que hiciera y rebuznaba como un burro, oin oin qué calufa, decía, oin oin qué calufote. El maestro del cíber escupía cuando hablaba, era un poco gordufo y le encantaba jugar al ajedrez y a las damas, a mí no me gustaba la gente que jugaba al ajedrez porque era un juego que no entendía y me hacía desconfiar.” (pp. 109-110)
Arthur Schopenhauer
EL ARTE DE HACERSE RESPETAR Madrid, 2008, Alianza Editorial.
“Es connatural al hombre, como a los animales irracionales, responder a cualquier encuentro agresivo de manera agresiva, así como un perro gruñe cuando se le molesta, acaricia cuando es acariciado, etc. En ninguna parte del mundo la gente recibe con indiferencia los insultos o los golpes. Respondemos que no es esto lo que estamos pidiendo. Los insultos generan insultos aún mayores, y los golpes, golpes aún más fuertes; hasta ahí llega la naturaleza. Pero «a una bofetada se responde con una puñalada» es una superstición caballeresca y, en general, toda retribución semejante es asunto de la ira, no del honor y del deber, como se la ha querido etiquetar. El pueblo llano, fiel en esto a la naturaleza, se comporta del modo previamente descrito, por lo que —al menos en Alemania— el homicidio es mucho más raro entre el pueblo que entre los estamentos superiores; lo cual da mucho que pensar acerca del supuesto nivel cultural de estos últimos. En efecto, si no la ofuscara un falso principio del honor, una cultura del espíritu debería alejar al hombre —incluso cuando se lo hubiera provocado— no sólo de los insultos, sino también de los golpes; haciéndole ver que con ellos se estaría equiparando a la gente más ruin y tosca, y descendiendo a la arena de la naturaleza puramente animal.” (p. 97)
Noam Chomsky
¿QUÉ CLASE DE CRIATURAS SOMOS? (I)
Barcelona, 2017, Ariel.
www.elboomerang.com
¿QUÉ CLASE DE CRIATURAS SOMOS? (I)
Barcelona, 2017, Ariel.
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“Durante milenios, los científicos se habían conformado con explicaciones sencillas a los fenómenos familiares: las rocas caen y el vapor se eleva porque buscan su lugar natural; los objetos interactúan debido a las simpatías y las antipatías; percibimos un triángulo porque su forma revolotea por el aire y se implanta en nuestro cerebro, etcétera. Cuando Galileo y otros científicos admitieron su perplejidad ante los fenómenos de la naturaleza, se inició la ciencia moderna, y rápidamente se descubrió que muchas de nuestras creencias carecen de sentido y que nuestras intuiciones son, a menudo, erróneas. La disposición a sentirse perplejo es una característica valiosa que hay que cultivar, desde la infancia hasta las investigaciones avanzadas.” (pp. 33-34)
[Es necesario apuntar que la noción
de “asombro” o “admiración” ante la realidad (thaumazein)
fue planteada por Platón mucho antes que por Galileo. De hecho,
Aristóteles ya recogía el concepto en su Metafísica.]
Andrea Andreu
PANZA DE BURRO (I)
Sevilla, 2021, Barrett.
PANZA DE BURRO (I)
Sevilla, 2021, Barrett.
“A cas Isora se comía puro revoltillo. Arroz amarillo con muslos en salsa con pescado salado con papas con güevos y papas con cebollas, reutilizados de las papas guisadas del día anterior, con rancho con potaje de berros con papas con carne, todo junto. A cas Isora se comía puro revoltillo, pero ese día no, ese día solo había potaje coles. La luz de la calle entraba por la ventanita de la cocina de Chela a través de una cortinita de cuadros blancos y rojos y cada tanto se escuchaba al Sinson que le ladraba a los coches que subían, uno cada mil años, por el barrio parriba. El potaje de coles ya estaba sobre la mesa echando humasera. A mí no me gustaba nada el potaje coles y menos si tenía gofio por encima. Pero a Isora le encantaba y si ella le echaba gofio por encima, yo también. A cas Chela no era igual que a cas abuela, había que comérselo todo, no se podía dejar ni lo más mínimo de una uña, había que raspar el fondillo del plato, y si dejábamos un poquito sin comer iba Chela detrás con la cuchara a empurrárnoslo por la boca padentro frío mismo como estaba y daba estampidos con la mano abierta sobre la mesa de tea que sonaban como un terremoto y decía de aquí no se mueve nadien hoy hasta que se coma esto y a mí ni me pernuncien. Chela siempre le ponía a Isora un plato más pequeño que el mío porque decía que Isora comía pol los ojos y que había que controlarla porque si no se le desbarajustaba el hambre. Isora se acabó el potaje rápido rápido, y luego empezó a mirarme a mí cómo me comía el mío. Yo tenía la cara toda regañada de comer esa pasta fría y amasucada en la que se había convertido el potaje después de echarle tanto y tanto gofio para que no supiese a nada, y tenía que beber agua todo el rato porque si no me enyugaba.” (pp. 103-104)
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