Andrea Andreu
PANZA DE BURRO (II)
Sevilla, 2021, Barrett.
PANZA DE BURRO (II)
Sevilla, 2021, Barrett.
“Aquel verano Isora y yo nos apuntamos a clases de informática en el centro cultural. Nos apuntamos porque queríamos hablar por el mésinye, la verdad. Por las tardes no había ni un huequito en los ordenadores porque los kinkis ya se los habían cogido todos toditos los sitios y casi no se podía entrar, porque por cada chico que usaba un ordenador había tres mirando detrás. Con las clases de informática podíamos usar los ordenadores todo el tiempo que queríamos. Eran por la mañanita temprano los martes y los jueves y no hacía falta ir todas las veces porque el maestro no se enfadaba si faltábamos. Las madres mandaban a los niños chicos a las clases de informática para que aprendiesen a usar los ordenadores y por eso en las clases de informática estábamos Isora y yo y todos los demás eran niños y niñas pequeños que no tenían ni cuenta de mésinye. Nosotras íbamos a las clases de informática al noveleo, la verdad. Solo hacíamos como que atendíamos al maestro pero no aprendíamos nada. El maestro era un hombre que siempre tenía la camisa botones azul marina manchada de sudor, el pobrecito siempre se estaba guisando de calor hiciera el tiempo que hiciera y rebuznaba como un burro, oin oin qué calufa, decía, oin oin qué calufote. El maestro del cíber escupía cuando hablaba, era un poco gordufo y le encantaba jugar al ajedrez y a las damas, a mí no me gustaba la gente que jugaba al ajedrez porque era un juego que no entendía y me hacía desconfiar.” (pp. 109-110)