lunes, 17 de julio de 2023

Roger Caillois
LOS DEMONIOS DEL MEDIODÍA
Madrid, 2020, Siruela.



“Antiguamente, la medianoche no tenía una existencia propia en el curso de la noche, como sí la tenía, en cambio, el mediodía en el curso del día. Ningún signo comparable a la posición del sol o a la exigüidad de la sombra podía revelarles la hora de la medianoche a los hombres, que se veían de ese modo llevados a oponer el instante del mediodía a la noche indivisa y que, de cualquier modo, no podían definir la medianoche más que como la contraparte nocturna de la hora diurna de los fantasmas. De hecho, nunca hubo demonios específicos de la medianoche (ninguno llevó jamás ese nombre). (…) Así que, cuando la invención del reloj despertador le otorgue cierta individualidad, solo se convertirá en una hora de apariciones en la que los fantasmas, sin naturaleza definida, se las apañarán, en cierto modo, para manifestarse: nunca tendrá ningún fantasma propio, pues la medianoche recibe los espectros, pero no los envía.
   Otra circunstancia, de carácter muy distinto, contribuyó, sin la menor dudad, a la decadencia mitológica de la hora del mediodía: la influencia del cristianismo. Los griegos no calificaban moralmente la claridad y las tinieblas. Por lo tanto, según su visión, los demonios se aparecían indistintamente durante el día o durante la noche. En cambio, desde que la luz fue considerada una manifestación del principio del bien, y la oscuridad lo fue del mismo imperio del mal, (…) se afirmó que los demonios habían escogido las sombras, y que, semejantes a los murciélagos, creaban tinieblas a su alrededor y evitaban el día.” (pp. 173-174)

[La cursiva pertenece al texto.]