miércoles, 25 de junio de 2025

Mircea Cărtărescu
THEODOROS
Madrid, 2024, Impedimenta

 

“Habían pasado tres meses completos desde la llegada a Jerusalén de la reina de los territorios del Mediodía, y los judíos, un pueblo andrajoso y pendenciero, de cogote rígido, habían empezado a murmurar contra ella y querían otras novedades de las que poder cotillear a gusto. Incluso los mendigos y los vagabundos de la ciudad sagrada, sabiéndose anotados en el Libro del pueblo elegido, se consideraban por encima de los extranjeros de otra estirpe, hombres sin circuncidar que se postraban ante los Baales y las Astartés, invocaban a los muertos y sacrificaban a niños en el fuego. Sus antepasados habían cruzado el mar Rojo por tierra firme, algo que colmaba de orgullo incluso al último chalado de Jerusalén y lo enfrentaba a los extranjeros. ¿Quién era la reina esa que paseaba en litera, por la avenida principal, su rostro negro, las miles de trencitas de su cabello aceitoso y aquellas tetas siempre al aire, solo para volver locos a todos los hombres, incluido su mujeriego monarca, por muy sabio que fuera? ¿Qué veía en ella Salomón, hijo del rey David, que no podía despegarse de su cuerpo envuelto cada día en unos ropajes diferentes, teñidos en colores púrpura o azafrán? Con tanto entusiasmo como habían recibido las muchedumbres la llegada del séquito de la reina de Saba a Jerusalén anhelaban ahora su partida, y se percibía en el aire caliente que soplaba entre las casas alineadas en las callejuelas que no faltaba mucho para que la reina, por muy custodiada que estuviera, pudiera recibir insultos y escupitajos, e incluso para que la multitud la hiciera pedazos, sin tener muy claro por qué y sin rastro de culpa ni remordimientos.” (pp. 373-374)