José Ovejero
LAS VIDAS AJENAS
Madrid, 2005, Espasa-Calpe.
"la palabra nos informa de algo, pero la fotografía nos hace partícipes. Perfecto, bien dicho. La fotografía nos hace partícipes; aunque sepamos que en el Congo, o en Irak o en Colombia se cometen atrocidades, la opinión pública apenas se inmuta -sí, unos cuantos activistas, unos cuantos que se creen guardianes de la ley, unos cuantos, llenos de odio hacia los vencedores en la sociedad, que lo canalizan a través de persecuciones políticas en las que se supone que defienden la ley, pero lo que hacen es despedazar al contrario..., otra vez, dónde estaba, sí, conocer las atrocidades-, ah, las palabras se olvidan rápido, los datos se vuelven mera información estadística; nada moviliza la indignación tanto como ver las fotografías: las manos cortadas, las torturas de los presos, fotos de fosas comunes... entonces la gente se siente obligada a actuar, porque al ver la foto es parte de la escena, podría sentirse culpable..., y eso es algo que la gente no soporta; siempre ha sido así; se benefician de los crímenes pero rechazan cualquier responsabilidad." (p. 195)
"Además: si los hombres de negocios occidentales no estuviésemos aquí -detrás de nosotros vienen las ONG, como antes los curas precedían a los ejércitos-, la vida para los negros sería aún más brutal. Ya lo era antes de que llegásemos los blancos. Porque sólo hay una diferencia fundamental entre negros y blancos: el sentimiento de culpa; ellos carecen de él." (p. 201)
"un régimen democrático puede ser brutal, pero no innecesariamente violento, lo que, comparado con una dictadura, permite reducir las pérdidas de productividad -huelgas, enfrentamientos con las fuerzas del orden, sabotajes, gente valiosa que se va al exilio- y el despilfarro de recursos para mantener un aparato de seguridad hipertrofiado. Los regímenes democráticos se basan en la satisfacción de las necesidades de las mayorías, que, casi por definición, desprecian la voluntad y las necesidades de las minorías. Las dictaduras sólo son necesarias para preservar el orden cuando, por ejemplo, durante una crisis económica, resulta imposible satisfacer los deseos de la mayoría -que entonces se vuelve contra el Estado- o cuando excepcionalmente la mayoría desea algo que choca con los intereses de las clases dirigentes. En tiempos normales, sin embargo, la democracia sale más barata que la dictadura para imponer los mismos intereses. Buena parte del continente africano se encuentra en la transición de un sistema a otro, pero falta una mayoría con un consenso suficiente para ser la base de un sistema democrático. Por eso, aunque haya instituciones democráticas, su funcionamiento es el propio de las dictaduras." (p. 200)
"Entrar en la casa de un muerto le producía una sensación que no debía de ser muy distinta de la que sintieron quienes, por primera vez, rompieron los sellos de las cámaras mortuorias de los faraones. Ante él se abre, incólume, el expresivo álbum formado por los objetos que han sobrevivido al difunto. Inspeccionar dichos objetos es un trabajo de arqueología del individuo, un recorrido por su historia, sus pecados sus aficiones, sus pasiones y sus angustias. Ningún objeto está mudo, aunque el lenguaje de algunos sea difícilmente inteligible y haya que pegar a ellos el oído, escuchar sus murmullos para intuir, si no el significado, por lo menos el tono en el que nos hablan. Una vida feliz deja huellas diferentes que una triste. Y lo mismo que a menudo se puede identificar un objeto por la sombra que proyecta, es posible reconstruir una vida por los residuos que dejó." (p. 225)
"Pero saber no sirve de nada. La verdad no cambia la historia. El corazón humano es como un depósito de agua: una vez alcanzado el límite de su capacidad, comienza a rebosar si entra más líquido. El conocimiento ocupa lugar. La verdad, a fuerza de repetirse, anestesia. Revelar el horror sólo tiene efectos pasajeros. Porque otro horror llegará a ocupar su sitio. Lo único verdaderamente útil, justo, revolucionario, es la venganza. Las palabras se olvidan sin dejar huella.
Las heridas, por el contrario, dejan cicatrices." (p. 242)
[Quiero recordar al lector, para evitar desagradables malentendidos, que las citas anteriores son sólo opiniones vertidas por un personaje de la novela.]