En este espacio encontrarás información sobre todas mis publicaciones: NARRATIVA, EDUCACIÓN, HISTORIA Y ANTROPOLOGÍA.
A FAVOR DEL PENSAMIENTO LIBRE
martes, 20 de mayo de 2014
Manuel Vicent
LOS MEJORES RELATOS DE MANUEL VICENT
Madrid, 2005, Santillana.
“Tenía la cara pecosa, el pelo de maíz, la espalda redonda, las manos grandes. Se llamaba Leopoldo Bloom. Hace cuarenta años, en la pila del bautismo le impusieron ese nombre en memoria del abuelo paterno, que fue el famoso héroe de la novela Ulises, y aún habitaba la misma casa de su antepasado, en Eccles Street, número 7, de Dublín, pero su mujer no se llamaba Molly, sino Dorothy, y ella no era una de esas irlandesas que de noche espera al marido hasta las tantas elaborando un borde monólogo interior mientras él recorre un laberinto de prostíbulos al salir de la oficina. Tampoco el nieto de Leopoldo podía exhibir una excusa para perderse en la ciudad, puesto que las calles de Dublín ahora estaban bien señalizadas. Lo ignoraba todo de Dios y del alcohol, su alma no se hallaba podrida por ninguna clase de culpa levítica, había sido educado en los rigores de la informática.” (p. 73)
[La cita pertenece al relato El nieto de Ulises.]
“Como siempre, aquel lunes el despertador había sonado a las siete en punto y el tipo lanzó un gruñido de palabras inconexas contra el destino que no tuvo respuesta. Entre bostezos de tigre, rascándose los riñones, arrastró las babuchas hasta el cuarto de aseo para ejecutar las abluciones típicas de un asalariado. Mientras una mujer con bata de felpa le preparaba el café con leche en la cocina, él se acomodó los gases, experimentó algunas arcadas, vomitó un pedazo de bofe por la nariz, se fregoteó los alerones, se rasuró el rostro anodino, se peinó la calva, se dio un breve masaje en el papo con colonia de garrafa y salió casi triunfalmente del retrete con unos calzones de saldo. Se trataba de un ordenanza maduro, vestido de marrón oscuro, que nunca había tenido una pasión. Vivía en un piso interior descascarillado al amparo de una esposa de muchas arrugas y su único sueño se alimentaba a veces con la colada del patio. En los instantes más felices pendían de las cuerdas ciertas bragas sucintas color malva o sostenes de encaje de algunas vecinas que se cruzaban con el hombre en la escalera. Entonces pensaba en lejanos, imposibles, sonrosados pastelillos de carne que aquellas prendas albergaban.” (pp. 215-216)
[La cita pertenece al relato La chica de la valla.]
“El mal le concede al hombre una especie de omnipotencia. Aprietas sencillamente el gatillo desde una terraza y puedes disponer a tu antojo del destino de cualquier peatón. En cambio, la bondad siempre tiene límites. Sólo el mal permite al ser humano codearse con Dios e infligir un daño absoluto.” (p. 231)
[La cita pertenece al relato La sopa de Ulises.]
“Después de varias sesiones en el diván comenzó a darle vueltas a una idea obsesiva: la falta de libertad produce cáncer.” (p. 380)
[La cita pertenece al relato Muda de verano.]
LOS MEJORES RELATOS DE MANUEL VICENT
Madrid, 2005, Santillana.
“Tenía la cara pecosa, el pelo de maíz, la espalda redonda, las manos grandes. Se llamaba Leopoldo Bloom. Hace cuarenta años, en la pila del bautismo le impusieron ese nombre en memoria del abuelo paterno, que fue el famoso héroe de la novela Ulises, y aún habitaba la misma casa de su antepasado, en Eccles Street, número 7, de Dublín, pero su mujer no se llamaba Molly, sino Dorothy, y ella no era una de esas irlandesas que de noche espera al marido hasta las tantas elaborando un borde monólogo interior mientras él recorre un laberinto de prostíbulos al salir de la oficina. Tampoco el nieto de Leopoldo podía exhibir una excusa para perderse en la ciudad, puesto que las calles de Dublín ahora estaban bien señalizadas. Lo ignoraba todo de Dios y del alcohol, su alma no se hallaba podrida por ninguna clase de culpa levítica, había sido educado en los rigores de la informática.” (p. 73)
[La cita pertenece al relato El nieto de Ulises.]
“Como siempre, aquel lunes el despertador había sonado a las siete en punto y el tipo lanzó un gruñido de palabras inconexas contra el destino que no tuvo respuesta. Entre bostezos de tigre, rascándose los riñones, arrastró las babuchas hasta el cuarto de aseo para ejecutar las abluciones típicas de un asalariado. Mientras una mujer con bata de felpa le preparaba el café con leche en la cocina, él se acomodó los gases, experimentó algunas arcadas, vomitó un pedazo de bofe por la nariz, se fregoteó los alerones, se rasuró el rostro anodino, se peinó la calva, se dio un breve masaje en el papo con colonia de garrafa y salió casi triunfalmente del retrete con unos calzones de saldo. Se trataba de un ordenanza maduro, vestido de marrón oscuro, que nunca había tenido una pasión. Vivía en un piso interior descascarillado al amparo de una esposa de muchas arrugas y su único sueño se alimentaba a veces con la colada del patio. En los instantes más felices pendían de las cuerdas ciertas bragas sucintas color malva o sostenes de encaje de algunas vecinas que se cruzaban con el hombre en la escalera. Entonces pensaba en lejanos, imposibles, sonrosados pastelillos de carne que aquellas prendas albergaban.” (pp. 215-216)
[La cita pertenece al relato La chica de la valla.]
“El mal le concede al hombre una especie de omnipotencia. Aprietas sencillamente el gatillo desde una terraza y puedes disponer a tu antojo del destino de cualquier peatón. En cambio, la bondad siempre tiene límites. Sólo el mal permite al ser humano codearse con Dios e infligir un daño absoluto.” (p. 231)
[La cita pertenece al relato La sopa de Ulises.]
“Después de varias sesiones en el diván comenzó a darle vueltas a una idea obsesiva: la falta de libertad produce cáncer.” (p. 380)
[La cita pertenece al relato Muda de verano.]
Rachel Carson
PRIMAVERA SILENCIOSA
Barcelona, 2010, Crítica.
PRIMAVERA SILENCIOSA
Barcelona, 2010, Crítica.
“Finalmente, debo reconocer mi extensa deuda con una multitud de personas, muchas de las cuales me son personalmente desconocidas, quienes, sin embargo, han hecho que la redacción de este libro parezca haber valido la pena. Se trata de las personas que primero hablaron contra el temerario e irresponsable envenenamiento del mundo que el hombre comparte con todos los demás animales, y que incluso ahora están sosteniendo millares de pequeñas batallas que al final proporcionarán la victoria a la salud y al sentido común en nuestro acomodo al mundo que nos rodea.” (sin número de página; apartado de AGRADECIMIENTOS.)
“La naturaleza ha introducido gran variedad en el paisaje, pero el hombre ha exhibido una verdadera pasión por simplificarlo.” (p. 10)
"Por primera vez en la historia del mundo, todo ser humano se halla ahora sometido al contacto con sustancias químicas peligrosas, desde su nacimiento hasta su muerte. En menos de dos décadas de uso, los plaguicidas sintéticos se han distribuido de manera tan amplia por todo el mundo animado e inanimado, que se encuentran prácticamente por todas partes. Se han encontrado dichas sustancias en la mayoría de los sistemas fluviales importantes e incluso en corrientes subterráneas que fluyen sin ser vistas por el interior de la tierra. (…) Se encuentran en la leche de las madres y probablemente en los tejidos de los niños por nacer.
Todo esto se ha producido a causa del súbito auge y del prodigioso crecimiento de una industria dedicada a la fabricación de sustancias químicas artificiales o sintéticas con propiedades insecticidas. Dicha industria es la hija de la segunda guerra mundial.” (pp. 15-16)
“Al consentir un acto que causa semejantes sufrimientos a un ser vivo, ¿quién de entre nosotros no queda disminuido como ser humano?” (p. 102)
“Cada una de esas exposiciones continuas, por ligeras que sean, contribuyen a la progresiva acumulación de sustancias químicas en nuestro cuerpo, y por lo tanto al envenenamiento por acumulación. Probablemente ninguna persona es inmune al contacto con esa contaminación en expansión, a menos que viva en el mayor aislamiento imaginable. Arrullado por la sutil persuasión y la oculta elocuencia del vendedor, el ciudadano medio se entera muy rara vez de los productos mortales con que se rodea; en realidad, puede que ni siquiera se dé cuenta de que los está usando.” (pp. 183-184)
“El equilibrio de la naturaleza no es un statu quo; es fluido, siempre cambiante y en un estado permanente de reajuste. El hombre también forma parte de este equilibrio. A veces la balanza se inclina a su favor; otras veces (y con demasiada frecuencia debido a su actividad) le resulta perjudicial.” (p. 257)
[La cursiva pertenece al texto.]
“Las empresas químicas más importantes están vertiendo dinero a chorros en las universidades para financiar las investigaciones sobre insecticidas. Esto crea becas atractivas para los estudiantes graduados y atractivos cargos en las empresas. Los estudios de control biológico, por otra parte, no están nunca tan bien dotados… por la sencilla razón de que no prometen a nadie las fortunas que pueden hacerse en la industria química. Éstos se dejan para las agencias estatales y federales, donde los sueldos son bastante inferiores.
Esta situación explica asimismo el hecho, de otro modo desconcertante, de que ciertos entomólogos eminentes figuren entre los principales defensores del control químico. (…) todo su programa de investigaciones está financiado por la industria química. Su prestigio profesional, y a veces su propio empleo, dependen de la perpetuación de los métodos químicos. ¿Podemos esperar, pues, que muerdan la mano que les da materialmente de comer? Pero conociendo su prejuicio, ¿qué crédito podemos dar a sus aseveraciones de que los insecticidas son inofensivos?” (p. 270)
“El «control de la naturaleza» es una frase concebida con arrogancia, nacida en la época de Neanderthal de la biología y de la filosofía, cuando se suponía que la naturaleza existe para la conveniencia del hombre” (p. 312)
sábado, 3 de mayo de 2014
Horacio
ODAS. CANTO SECULAR. ÉPODOS
Madrid, 2007, Gredos.
“En tanto que hablamos, el tiempo envidioso habrá escapado; échale mano al día, sin fiarte para nada del mañana.” (p. 270. Odas. Libro I-11.)
“Al hombre justo y tenaz en su designio, ni el furor de los ciudadanos que le piden que obre mal, ni el rostro del tirano amenazante lo mueven a abdicar de su entereza; ni el viento austro, que turbulento impera en el Adriático revuelto, ni la enorme mano de Júpiter lanzando rayos. Si el mundo en pedazos se desploma, sobre él caerán sin asustarlo sus ruinas.” (pp. 372-373. Odas. Libro III-3.)
“¿Qué cosa hay que no estropee el paso dañino de los días? La generación de nuestros padres, peores que nuestros abuelos, nos engendró a nosotros todavía más malvados, y que pronto daremos una estirpe aún más viciosa.” (p. 389. Odas. Libro III-6.)
“No harás bien llamando feliz a quien tienen muchas cosas; el nombre de feliz más bien le cuadra a quien sabe usar prudentemente de los dones que los dioses le conceden, y llevar la dura pobreza con paciencia; y al que teme, más que a la muerte, a la deshonra, sin miedo a perecer por los amigos queridos o la patria.” (p. 463. Odas. Libro IV-9.)
ODAS. CANTO SECULAR. ÉPODOS
Madrid, 2007, Gredos.
“En tanto que hablamos, el tiempo envidioso habrá escapado; échale mano al día, sin fiarte para nada del mañana.” (p. 270. Odas. Libro I-11.)
“Al hombre justo y tenaz en su designio, ni el furor de los ciudadanos que le piden que obre mal, ni el rostro del tirano amenazante lo mueven a abdicar de su entereza; ni el viento austro, que turbulento impera en el Adriático revuelto, ni la enorme mano de Júpiter lanzando rayos. Si el mundo en pedazos se desploma, sobre él caerán sin asustarlo sus ruinas.” (pp. 372-373. Odas. Libro III-3.)
“¿Qué cosa hay que no estropee el paso dañino de los días? La generación de nuestros padres, peores que nuestros abuelos, nos engendró a nosotros todavía más malvados, y que pronto daremos una estirpe aún más viciosa.” (p. 389. Odas. Libro III-6.)
“No harás bien llamando feliz a quien tienen muchas cosas; el nombre de feliz más bien le cuadra a quien sabe usar prudentemente de los dones que los dioses le conceden, y llevar la dura pobreza con paciencia; y al que teme, más que a la muerte, a la deshonra, sin miedo a perecer por los amigos queridos o la patria.” (p. 463. Odas. Libro IV-9.)
José Ortega y Gasset
LA REBELIÓN DE LAS MASAS (VI)
Madrid, 2009, Alianza Editorial
LA REBELIÓN DE LAS MASAS (VI)
Madrid, 2009, Alianza Editorial
“¿Por qué desanimarse? Tal vez las dos únicas a que el hombre no tiene derecho son la petulancia y su opuesto, el desánimo. No hay nunca razón suficiente ni para lo uno ni para lo otro. Baste advertir el extraño misterio de la condición humana consistente en que una situación tan negativa y de derrota como es haber cometido un error se convierte mágicamente en una nueva victoria para el hombre, sin más que haberlo reconocido. El reconocimiento de un error es por sí mismo una nueva verdad y como una luz que dentro de éste se enciende.” (p. 209)
“Hace unos días, Alberto Einstein se ha creído con «derecho» a opinar sobre la guerra civil española y tomar posición ante ella. Ahora bien: Alberto Einstein usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre. El espíritu que le lleva a esta insolente intervención es el mismo que desde hace mucho tiempo viene causando el desprestigio universal del hombre intelectual, el cual, a su vez, hace que hoy vaya el mundo a la deriva, falto de pouvoir spirituel.” (p. 234)
[Las citas pertenecen a la obra Epílogo para ingleses, de 1937. La cursiva pertenece al texto.]
[Las citas pertenecen a la obra Epílogo para ingleses, de 1937. La cursiva pertenece al texto.]
León Trotsky
SU MORAL Y LA NUESTRA
www.ceipleontrotsky.org/Su-moral-y-la-nuestra-4969
“El stalinismo, a su vez, no es una abstracción de «dictadura», sino una grandiosa reacción burocrática contra la dictadura proletaria en un país atrasado y aislado. La revolución de octubre abolió los privilegios, declaró la guerra a la desigualdad social, sustituyó la burocracia por el gobierno de los trabajadores por ellos mismos, suprimió la diplomacia secreta, se esforzó por dar un carácter de transparencia completa a todas las relaciones sociales. El stalinismo ha restaurado las formas más ofensivas de los privilegios, ha dado a la desigualdad un carácter provocativo, ha ahogado la actividad espontánea de las masas por medio del absolutismo policíaco, ha hecho de la administración un monopolio de la oligarquía del Kremlin y ha regenerado el fetichismo del poder, bajo aspectos que la monarquía absoluta no se hubiese atrevido a soñar.”
SU MORAL Y LA NUESTRA
www.ceipleontrotsky.org/Su-moral-y-la-nuestra-4969
“El stalinismo, a su vez, no es una abstracción de «dictadura», sino una grandiosa reacción burocrática contra la dictadura proletaria en un país atrasado y aislado. La revolución de octubre abolió los privilegios, declaró la guerra a la desigualdad social, sustituyó la burocracia por el gobierno de los trabajadores por ellos mismos, suprimió la diplomacia secreta, se esforzó por dar un carácter de transparencia completa a todas las relaciones sociales. El stalinismo ha restaurado las formas más ofensivas de los privilegios, ha dado a la desigualdad un carácter provocativo, ha ahogado la actividad espontánea de las masas por medio del absolutismo policíaco, ha hecho de la administración un monopolio de la oligarquía del Kremlin y ha regenerado el fetichismo del poder, bajo aspectos que la monarquía absoluta no se hubiese atrevido a soñar.”
José Ortega y Gasset
LA REBELIÓN DE LAS MASAS (V)
Madrid, 2009, Alianza Editorial.
“Fuera interesante y hasta útil someter a este examen el carácter individual del español medio. La operación sería, no obstante, enojosa y, aunque útil, deprimente; por eso la eludo. Pero haría ver la enorme dosis de desmoralización íntima, de encanallamiento que en el hombre medio de nuestro país produce el hecho de ser España una nación que vive desde hace siglos con una conciencia sucia en la cuestión de mando y obediencia. El encanallamiento no es otra cosa que la aceptación como estado habitual y constituido de una irregularidad, de algo que mientras se acepta sigue pareciendo indebido. Como no es posible convertir en sana normalidad lo que en su esencia es criminoso y anormal, el individuo opta por adaptarse él a lo indebido, haciéndose por completo homogéneo al crimen o irregularidad que arrastra. Es un mecanismo parecido al que el adagio popular enuncia cuando dice: «Una mentira hace ciento». Todas las naciones han atravesado jornadas en que aspiró a mandar sobre ellas quien no debía mandar; pero un fuerte instinto les hizo concentrar al punto sus energías y expeler aquella irregular pretensión de mando. Rechazaron la irregularidad transitoria y reconstituyeron así su moral pública. Pero el español ha hecho lo contrario: en vez de oponerse a ser imperado por quien su íntima conciencia rechazaba, ha preferido falsificar todo el resto de su ser para acomodarlo a aquel fraude inicial. Mientras esto persista en nuestro país, es vano esperar nada de los hombres de nuestra raza. No puede tener vigor elástico para la difícil faena de sostenerse con decoro en la historia una sociedad cuyo Estado, cuyo imperio o mando es constitutivamente fraudulento” (pp. 156-157)
“Todas las cosas de que habla la ciencia, sea ella la que quiera, son abstractas, y las cosas abstractas son siempre claras. De suerte que la claridad de la ciencia no está tanto en la cabeza de los que la hacen como en las cosas de que hablan. Lo esencialmente confuso, intrincado, es la realidad vital concreta, que es siempre única. El que sea capaz de orientarse con precisión en ella; el que vislumbre bajo el caos que presenta toda situación vital la anatomía secreta del instante, en suma, el que no se pierda en la vida, ése es de verdad una cabeza clara. Observad a los que os rodean y veréis cómo avanzan perdidos por su vida; van como sonámbulos dentro de su buena o mala suerte, sin tener la más ligera sospecha de lo que les pasa. Los oiréis hablar en fórmulas taxativas sobre sí mismos y sobre su contorno, lo cual indicaría que poseen ideas sobre todo ello. Pero si analizáis someramente esas ideas, notaréis que no reflejan mucho ni poco la realidad a que parecen referirse, y si ahondáis más en el análisis, hallaréis que ni siquiera pretenden ajustarse a tal realidad. Todo lo contrario: el individuo trata con ellas de interceptar su propia visión de lo real, de su vida misma. Porque la vida es por lo pronto un caos donde uno está perdido. El hombre lo sospecha; pero le aterra encontrarse cara a cara con esa terrible realidad, y procura ocultarla con un telón fantasmagórico donde todo está muy claro. Le trae sin cuidado que sus «ideas» no sean verdaderas; las emplea como trincheras para defenderse de su vida, como aspavientos para ahuyentar la realidad.” (p. 171)
“Ahora llega para los europeos la sazón de que Europa puede convertirse en idea nacional. Y es mucho menos utópico creerlo hoy así que lo hubiera sido vaticinar en el siglo XI la unidad de España y de Francia. El Estado nacional de Occidente, cuanto más fiel permanezca a su auténtica sustancia, más derecho va a depurarse en un gigantesco Estado continental.” (p. 191)
[La cursiva pertenece al original.]
LA REBELIÓN DE LAS MASAS (V)
Madrid, 2009, Alianza Editorial.
“Fuera interesante y hasta útil someter a este examen el carácter individual del español medio. La operación sería, no obstante, enojosa y, aunque útil, deprimente; por eso la eludo. Pero haría ver la enorme dosis de desmoralización íntima, de encanallamiento que en el hombre medio de nuestro país produce el hecho de ser España una nación que vive desde hace siglos con una conciencia sucia en la cuestión de mando y obediencia. El encanallamiento no es otra cosa que la aceptación como estado habitual y constituido de una irregularidad, de algo que mientras se acepta sigue pareciendo indebido. Como no es posible convertir en sana normalidad lo que en su esencia es criminoso y anormal, el individuo opta por adaptarse él a lo indebido, haciéndose por completo homogéneo al crimen o irregularidad que arrastra. Es un mecanismo parecido al que el adagio popular enuncia cuando dice: «Una mentira hace ciento». Todas las naciones han atravesado jornadas en que aspiró a mandar sobre ellas quien no debía mandar; pero un fuerte instinto les hizo concentrar al punto sus energías y expeler aquella irregular pretensión de mando. Rechazaron la irregularidad transitoria y reconstituyeron así su moral pública. Pero el español ha hecho lo contrario: en vez de oponerse a ser imperado por quien su íntima conciencia rechazaba, ha preferido falsificar todo el resto de su ser para acomodarlo a aquel fraude inicial. Mientras esto persista en nuestro país, es vano esperar nada de los hombres de nuestra raza. No puede tener vigor elástico para la difícil faena de sostenerse con decoro en la historia una sociedad cuyo Estado, cuyo imperio o mando es constitutivamente fraudulento” (pp. 156-157)
“Todas las cosas de que habla la ciencia, sea ella la que quiera, son abstractas, y las cosas abstractas son siempre claras. De suerte que la claridad de la ciencia no está tanto en la cabeza de los que la hacen como en las cosas de que hablan. Lo esencialmente confuso, intrincado, es la realidad vital concreta, que es siempre única. El que sea capaz de orientarse con precisión en ella; el que vislumbre bajo el caos que presenta toda situación vital la anatomía secreta del instante, en suma, el que no se pierda en la vida, ése es de verdad una cabeza clara. Observad a los que os rodean y veréis cómo avanzan perdidos por su vida; van como sonámbulos dentro de su buena o mala suerte, sin tener la más ligera sospecha de lo que les pasa. Los oiréis hablar en fórmulas taxativas sobre sí mismos y sobre su contorno, lo cual indicaría que poseen ideas sobre todo ello. Pero si analizáis someramente esas ideas, notaréis que no reflejan mucho ni poco la realidad a que parecen referirse, y si ahondáis más en el análisis, hallaréis que ni siquiera pretenden ajustarse a tal realidad. Todo lo contrario: el individuo trata con ellas de interceptar su propia visión de lo real, de su vida misma. Porque la vida es por lo pronto un caos donde uno está perdido. El hombre lo sospecha; pero le aterra encontrarse cara a cara con esa terrible realidad, y procura ocultarla con un telón fantasmagórico donde todo está muy claro. Le trae sin cuidado que sus «ideas» no sean verdaderas; las emplea como trincheras para defenderse de su vida, como aspavientos para ahuyentar la realidad.” (p. 171)
“Ahora llega para los europeos la sazón de que Europa puede convertirse en idea nacional. Y es mucho menos utópico creerlo hoy así que lo hubiera sido vaticinar en el siglo XI la unidad de España y de Francia. El Estado nacional de Occidente, cuanto más fiel permanezca a su auténtica sustancia, más derecho va a depurarse en un gigantesco Estado continental.” (p. 191)
[La cursiva pertenece al original.]
W. B. Yeats, J. M. Synge y Sean O'Casey
TEATRO IRLANDÉS
Madrid, 1983, Editora Nacional.
“Ahora me gustaría decir que una literatura importante no puede crearse sólo a base de grandes escritores individuales, aunque tengan muchísimo talento. Una literatura grande, importante, sólo es posible cuando los escritores sienten que no sólo están expresándose a sí mismos sino también las ideas y sentimientos de todo un pueblo, cuando se dan cuenta de que son los portavoces de una idea nacional.” (p. 11)
[La cita pertenece a la Corina J. Reynolds, autora de la introducción crítica del libro.]
“¿Y es por eso, porque tienen la memoria tan corta, es por lo que viven una vida tan larga?” (p. 63)
“Hay quien vende su alma por el brillo del oro, otros porque el vecino la vendió primero y algunos porque hay una alegría extraña cuando se desecha la esperanza, cuando se pierde toda causa de alegría; hay alegría sí, una alegría extraña cuando se abandona toda resistencia, cuando al fin abre uno los brazos a la llama eterna, las velas desplegadas al viento ineluctable.” (p. 81)
[Ambas citas pertenecen a la pieza teatral de Yeats titulada La Condesa Catalina.]
“Camaradas, soldados de los Voluntarios Irlandeses y del Ejército Ciudadano, esta guerra terrible es un hecho gozoso para nosotros. El viejo corazón de la tierra necesitaba calentarse con el rojo vino de la sangre que se vierte en los campos de batalla… Nunca se ofreció a Dios una ofrenda como esta: el sacrificio augusto de millones de vidas gozosamente entregadas por amor a nuestra patria. También nosotros debemos estar prontos a derramar ese vino rojo en la misma ofrenda gloriosa porque sin sangre no hay redención posible.” (p. 293)
“Nuestros enemigos son fuertes, pero, por fuertes que sean, más fuertes son los milagros de Dios, que hace madurar en el corazón de los jóvenes la semilla que sembró la juventud de una generación anterior. Piensan que lo han previsto todo. Que han atado todos los cabos. Pero, los imbéciles, los pobres imbéciles nos han dejado las tumbas de los héroes que murieron por nuestra independencia, y mientras Irlanda atesore esas tumbas, nunca habrá paz en Irlanda hasta que la patria sea libre.” (p. 321)
[Ambas citas pertenecen a la pieza teatral de O’Casey titulada El arado y las estrellas.]
TEATRO IRLANDÉS
Madrid, 1983, Editora Nacional.
“Ahora me gustaría decir que una literatura importante no puede crearse sólo a base de grandes escritores individuales, aunque tengan muchísimo talento. Una literatura grande, importante, sólo es posible cuando los escritores sienten que no sólo están expresándose a sí mismos sino también las ideas y sentimientos de todo un pueblo, cuando se dan cuenta de que son los portavoces de una idea nacional.” (p. 11)
[La cita pertenece a la Corina J. Reynolds, autora de la introducción crítica del libro.]
“¿Y es por eso, porque tienen la memoria tan corta, es por lo que viven una vida tan larga?” (p. 63)
“Hay quien vende su alma por el brillo del oro, otros porque el vecino la vendió primero y algunos porque hay una alegría extraña cuando se desecha la esperanza, cuando se pierde toda causa de alegría; hay alegría sí, una alegría extraña cuando se abandona toda resistencia, cuando al fin abre uno los brazos a la llama eterna, las velas desplegadas al viento ineluctable.” (p. 81)
[Ambas citas pertenecen a la pieza teatral de Yeats titulada La Condesa Catalina.]
“Camaradas, soldados de los Voluntarios Irlandeses y del Ejército Ciudadano, esta guerra terrible es un hecho gozoso para nosotros. El viejo corazón de la tierra necesitaba calentarse con el rojo vino de la sangre que se vierte en los campos de batalla… Nunca se ofreció a Dios una ofrenda como esta: el sacrificio augusto de millones de vidas gozosamente entregadas por amor a nuestra patria. También nosotros debemos estar prontos a derramar ese vino rojo en la misma ofrenda gloriosa porque sin sangre no hay redención posible.” (p. 293)
“Nuestros enemigos son fuertes, pero, por fuertes que sean, más fuertes son los milagros de Dios, que hace madurar en el corazón de los jóvenes la semilla que sembró la juventud de una generación anterior. Piensan que lo han previsto todo. Que han atado todos los cabos. Pero, los imbéciles, los pobres imbéciles nos han dejado las tumbas de los héroes que murieron por nuestra independencia, y mientras Irlanda atesore esas tumbas, nunca habrá paz en Irlanda hasta que la patria sea libre.” (p. 321)
[Ambas citas pertenecen a la pieza teatral de O’Casey titulada El arado y las estrellas.]
José Ortega y Gasset
LA REBELIÓN DE LAS MASAS (IV)
Madrid, 2009, Alianza Editorial.
LA REBELIÓN DE LAS MASAS (IV)
Madrid, 2009, Alianza Editorial.
“La filosofía no necesita protección, ni atención, ni simpatía de la masa. Cuida su aspecto de perfecta inutilidad, y con ello se liberta de toda supeditación al hombre medio. Se sabe a sí misma por esencia problemática, y abraza alegre su libre destino de pájaro del buen Dios, sin pedir a nadie que cuente con ella, ni recomendarse, ni defenderse. Si a alguien buenamente le aprovecha para algo, se regocija por simple simpatía humana: pero no vive de ese provecho ajeno, ni lo premedita, ni lo espera. ¿Cómo va a pretender que nadie la tome en serio, si ella comienza por dudar de su propia existencia, si no vive más que en la medida en que se combata a sí misma, en que se desviva a sí misma?” (p. 109)
“El saber histórico es una técnica de primer orden para conservar y continuar una civilización proyecta. No porque dé soluciones positivas al nuevo cariz de los conflictos vitales -la vida es siempre diferente de lo que fue-, sino porque evita cometer errores ingenuos de otros tiempos. Pero si usted, encima de ser viejo y, por tanto, de que su vida empieza a ser difícil, ha perdido la memoria del pasado, no aprovecha usted su experiencia, entonces todo son desventajas.” (p. 113)
“Cabe formular esta ley que la paleontología y biogeografía confirman: la vida humana ha surgido y ha progresado solo cuando los medios con que contaba estaban equilibrados por los problemas que sentía.” (p. 121)
“Conviene distinguir entre un hecho o proceso de agresión y una situación de mando. El mando es el ejercicio normal de la autoridad. El cual se funda siempre en la opinión pública — siempre, hoy como hace diez mil años, entre los ingleses como entre los botocudos. Jamás ha mandado nadie en la tierra nutriendo su mando esencialmente de otra cosa que de la opinión pública.” (pp. 144-145)
“Esta es la horrible situación íntima en que se encuentran ya las juventudes mejores del mundo. De puro sentirse libres, exentas de trabas, se sienten vacías. Una vida en disponibilidad es mayor negación de sí misma que la muerte. Porque vivir es tener que hacer algo determinado -es cumplir un encargo-, y en la medida en que eludamos poner a algo nuestra existencia, evacuamos nuestra vida. Dentro de poco se oirá un grito formidable en todo el planeta, que subirá, como el aullido de canes innumerables, hasta las estrellas, pidiendo alguien y algo que mande, que imponga un quehacer u obligación.” (p. 153)
Harper Lee
MATAR A UN RUISEÑOR
Barcelona, 2006, Ediciones B.
MATAR A UN RUISEÑOR
Barcelona, 2006, Ediciones B.
“Maycomb era una población antigua, pero cuando yo la conocí también era una población fatigada. En los días lluviosos las calles se convertían en un barrizal rojizo; la hierba crecía en las aceras, y el edificio del juzgado parecía que iba a desplomarse sobre la plaza. En verano hacía mucho calor: los perros sufrían durante el día y las flacas mulas enganchadas a los carros espantaban moscas a la sofocante sombra de las encinas de la plaza. A las nueve de la mañana, los cuellos duros de los hombres perdían su tiesura. Las damas se bañaban antes del mediodía y después de la siesta de las tres, pero al atardecer estaban como blandos pastelillos recubiertos de sudor y talcos. La gente se movía despacio. Cruzaba cachazudamente la plaza, entraba y salía de las tiendas con paso calmoso, se tomaba su tiempo para todo. El día tenía veinticuatro horas, pero parecía más largo. Nadie tenía prisa, porque no había a donde ir, nada que comprar ni dinero con qué comprarlo, ni nada que ver fuera de los límites del condado. Sin embargo, era una época de vago optimismo para algunas personas: al condado de Maycomb se le había dicho que no tenía nada que temer, sólo a sí mismo.” (p. 16)
“En lo tocante a mi modo de vestir, la tía Alexandra era una fanática. Para ella jamás me convertiría en una dama si llevaba pantalones; y cuando dije que con falda no podía hacer nada, replicó que no era necesario que hiciese cosas que exigiesen pantalones. Para ella, yo tenía que jugar a las cocinitas y otros juegos de niñas y ser un rayo de sol en la solitaria vida de mi padre. Repliqué que para ser un rayo de sol no hacía falta llevar faldas, y dijo que si bien yo había nacido buena cada año que pasaba me volvía peor. Me sentí ofendida, y cuando se lo conté a Atticus, contestó que en la familia ya existían suficientes rayos de sol y que a él no le importaba que fuese como era.” (p. 124)
“La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno.” (p. 156)
“Aquella mujer era horrible. Tenía la cara del color de una funda sucia de almohada, y en las comisuras de su boca brillaba la saliva, que descendía pausadamente, como un glaciar, por las profundas arrugas de su barbilla. Las manchas violáceas de la ancianidad moteaban sus mejillas, y sus pálidos ojos tenían pupilas negras y pequeñas. Tenía las manos nudosas, y las crecidas cutículas cubrían buena parte de las uñas. Su encía inferior no quedaba escondida, y el labio superior lo tenía saliente; cada poco retraía el labio inferior hacia la encía superior estirando la barbilla. Esto hacía que la saliva descendiese más deprisa.” (p. 159)
“-Jem -pregunté-, ¿qué es un niño mestizo?
-Mitad blanco y mitad negro. Tú lo has visto, Scout. Aquel chico de cabello rojo y ensortijado que reparte para la droguería, ¿recuerdas? Es mitad blanco. Son algo triste de veras.
-¿Triste? ¿Por qué?
-No pertenecen a ninguna parte. Los negros no los quieren porque son mitad blancos, y los blancos no los quieren porque son mitad negros. Son una cosa intermedia, ni blancos ni negros.” (p. 235)
“No soy un idealista que crea firmemente en la integridad de nuestros tribunales ni del sistema de jurado; esto no es para mí una cosa ideal, es una realidad práctica. Caballeros, un tribunal no es mejor que cada uno de ustedes, los jurados que están sentados delante de mí. La rectitud de un tribunal llega únicamente hasta donde llega la rectitud de su jurado, y la rectitud de un jurado llega sólo hasta donde llega la de los hombres que lo componen.” (p. 298)
“En lo tocante a mi modo de vestir, la tía Alexandra era una fanática. Para ella jamás me convertiría en una dama si llevaba pantalones; y cuando dije que con falda no podía hacer nada, replicó que no era necesario que hiciese cosas que exigiesen pantalones. Para ella, yo tenía que jugar a las cocinitas y otros juegos de niñas y ser un rayo de sol en la solitaria vida de mi padre. Repliqué que para ser un rayo de sol no hacía falta llevar faldas, y dijo que si bien yo había nacido buena cada año que pasaba me volvía peor. Me sentí ofendida, y cuando se lo conté a Atticus, contestó que en la familia ya existían suficientes rayos de sol y que a él no le importaba que fuese como era.” (p. 124)
“La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno.” (p. 156)
“Aquella mujer era horrible. Tenía la cara del color de una funda sucia de almohada, y en las comisuras de su boca brillaba la saliva, que descendía pausadamente, como un glaciar, por las profundas arrugas de su barbilla. Las manchas violáceas de la ancianidad moteaban sus mejillas, y sus pálidos ojos tenían pupilas negras y pequeñas. Tenía las manos nudosas, y las crecidas cutículas cubrían buena parte de las uñas. Su encía inferior no quedaba escondida, y el labio superior lo tenía saliente; cada poco retraía el labio inferior hacia la encía superior estirando la barbilla. Esto hacía que la saliva descendiese más deprisa.” (p. 159)
“-Jem -pregunté-, ¿qué es un niño mestizo?
-Mitad blanco y mitad negro. Tú lo has visto, Scout. Aquel chico de cabello rojo y ensortijado que reparte para la droguería, ¿recuerdas? Es mitad blanco. Son algo triste de veras.
-¿Triste? ¿Por qué?
-No pertenecen a ninguna parte. Los negros no los quieren porque son mitad blancos, y los blancos no los quieren porque son mitad negros. Son una cosa intermedia, ni blancos ni negros.” (p. 235)
“No soy un idealista que crea firmemente en la integridad de nuestros tribunales ni del sistema de jurado; esto no es para mí una cosa ideal, es una realidad práctica. Caballeros, un tribunal no es mejor que cada uno de ustedes, los jurados que están sentados delante de mí. La rectitud de un tribunal llega únicamente hasta donde llega la rectitud de su jurado, y la rectitud de un jurado llega sólo hasta donde llega la de los hombres que lo componen.” (p. 298)
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