sábado, 30 de agosto de 2014

Elena Alonso Frayle
LA EDAD DE LA ANESTESIA
Zaragoza, 2014, Edelvives.


 
“-Me da la sensación –continuó- de que vive atormentado por la vergüenza de no haber hecho nada. Pero la verdad es que no conoció otra cosa, no tenía muchas alternativas. El Muro ya existía cuando él nació. Llegó a un mundo en el que solo había una versión oficial de la realidad. Él mismo me explica a menudo que la verdadera función del Muro fue la opacidad. En realidad, no era imposible de sortear: no era tan alto que no pudiera ser escalado; uno podía, en teoría, saltar al otro lado y, de hecho, ya sabemos que hubo quien lo consiguió. No, su más temible perversidad no descansaba en su condición de obstáculo físico, sino en su función de blindaje: no permitía a la gente ver lo que ocurría más allá, ni en sentido real ni en sentido figurado. Los dejaba solos, aislados, respirando una y otra vez el mismo aire viciado, enrarecido.” (p. 121)
[La cita se refiere, obviamente, al Muro de Berlín.]