Shan Sa
LA PUERTA DE LA PAZ CELESTE
Barcelona, 2001, Planeta.
LA PUERTA DE LA PAZ CELESTE
Barcelona, 2001, Planeta.
“El sol inflamaba una gran extensión de tejas doradas. Pagodas pintadas, torres cargadas de esculturas de dragones, el gigantesco tejado de los palacios por encima de los altos muros de la Ciudad Prohibida se perfilaban majestuosamente. Pero el teniente Zhao sólo vería en ello una opulencia basada en la explotación del pueblo y, por esta razón, no sería seducido por las escalinatas de mármol blanco ni por las columnas de sándalo esculpido. No le gustarían los muros cubiertos de fantásticos frescos, ni los muebles incrustados de oro, ni las colgaduras bordadas antaño por las más hábiles manos de China.” (pp. 17-18)
“Unos lejanos gritos atravesaron la noche. Poco a poco, una claridad diáfana invadió el saloncillo. Oyó la agitación alegre y nerviosa de los gorriones en el saledizo. Nacía el día.” (p. 33)
“Día de otoño,
la alada lluvia
viene y se va.” (p. 52)
“Las montañas, el bosque, las calles,
los pájaros incluso
dejan de rumorear:
Es la hora,
atraviesas el inmenso bosque de sauces llorones,
para acudir
a mi sueño.” (p. 57)
“Hoy, por fin, comprendo el error que estuvo a punto de rubricar mi perdición: le pedí demasiado a la vida, pensé que me debía la felicidad y la serenidad. En realidad, la vida no ofrece el bien ni el mal. La felicidad es un fruto que se cultiva y se recoge en el alma. No puede recibirse del exterior.” (p. 72)
“-¿Sabes?, en la cima de cada montaña hay una puerta celeste.” (p. 95)
“Día de otoño,
la alada lluvia
viene y se va.” (p. 52)
“Las montañas, el bosque, las calles,
los pájaros incluso
dejan de rumorear:
Es la hora,
atraviesas el inmenso bosque de sauces llorones,
para acudir
a mi sueño.” (p. 57)
“Hoy, por fin, comprendo el error que estuvo a punto de rubricar mi perdición: le pedí demasiado a la vida, pensé que me debía la felicidad y la serenidad. En realidad, la vida no ofrece el bien ni el mal. La felicidad es un fruto que se cultiva y se recoge en el alma. No puede recibirse del exterior.” (p. 72)
“-¿Sabes?, en la cima de cada montaña hay una puerta celeste.” (p. 95)