sábado, 31 de enero de 2015

Luis Mateo Díez
LA CABEZA EN LLAMAS
Barcelona, 2012, Galaxia Gutenberg.

 

“El adolescente que no se gobierna siempre recoge lo peor del niño que lo precedió, generalmente lo que se relaciona con los caprichos y las pataletas, y deja al joven que le sucede las frustraciones y contradicción de lo que no logró resolver, como si en el comportamiento todo se mantuviera crudo, y entre el niño, el adolescente y el joven no hubiese otro reconocimiento que el de las deudas impagadas. Los tres formando una sociedad de irresolutos, cada cual con sus penalidades y sin saber a quién acudir. Una sociedad de intereses contrapuestos y beligerantes.” (p. 59)

“Los deseos son efímeros y sabiendo contenerlos ya se desactivan. La voluntad es una herramienta engañosa. En la constancia hay un esfuerzo que no merece la pena. El mayor engaño al que estamos sometidos es el de las virtudes teologales, aunque esto sólo sirva para creyentes. La fe, la esperanza y la caridad. Tres patas de un banco que siempre se desmorona. No soy creyente, pero más de un batacazo me di en ese banco.” (p. 69)

“O acaso que debo reconocer, y así lo hago, que vivo en la novela lo que la vida ya no me reclama, esa otra existencia que van resolviendo las tramas y los personajes, y donde encuentro la intensidad y el placer, y la zozobra y el desvelo, que la escritura de ficciones proporciona. Escribir es lo único que me interesa para que la vida no decaiga, y en la escritura está el único aliciente que me queda para acabar de resolverla.” (p. 243)