Richard Dawkins
EL ESPEJISMO DE DIOS (I)
Espasa Calpe, 2007, Pozuelo de Alarcón.
“Deberíamos hablar de «hijo de padres católicos», si queremos; pero si usted oye a alguien hablar de un «niño católico», párele y educadamente indíquele que los niños son demasiado pequeños para conocer cuál es su postura en esos temas, de la misma forma que son demasiado pequeños para conocer cuál es su postura en cuanto a la política o a la economía. [...] Puede que usted no lo diga muy a menudo. Yo lo diré siempre. Ese no es un niño musulmán, sino un hijo de padres musulmanes. Ese niño es demasiado pequeño para saber si es musulmán o no. No existe nada llamado niño musulmán. No existe nada llamado niño cristiano.” (p. 14)
“Pero otra hipótesis es que la religiosidad de América habría surgido, paradójicamente, del laicismo de su Constitución. Precisamente porque por ley Estados Unidos es una nación laica, la religión se habría convertido en un ente del libre mercado. Las iglesias rivales compiten por los fieles —no menos que por los donativos que ellos aportan— y la competencia funciona con todas las agresivas técnicas de venta del mercado. Lo que funciona para el mundo funciona para Dios, y el resultado es algo que se acerca a la manía religiosa actual existente entre las clases menos educadas.” (pp. 49-50)
“Los místicos se regocijan en el misterio y quieren que siga siendo misterioso. Los científicos se regocijan en el misterio por una razón distinta: les da algo que hacer. De forma más general, […] uno de los verdaderamente nefastos efectos de la religión es que nos inculca como virtud el estar satisfechos con el desconocimiento.” (p. 138)
EL ESPEJISMO DE DIOS (I)
Espasa Calpe, 2007, Pozuelo de Alarcón.
“Deberíamos hablar de «hijo de padres católicos», si queremos; pero si usted oye a alguien hablar de un «niño católico», párele y educadamente indíquele que los niños son demasiado pequeños para conocer cuál es su postura en esos temas, de la misma forma que son demasiado pequeños para conocer cuál es su postura en cuanto a la política o a la economía. [...] Puede que usted no lo diga muy a menudo. Yo lo diré siempre. Ese no es un niño musulmán, sino un hijo de padres musulmanes. Ese niño es demasiado pequeño para saber si es musulmán o no. No existe nada llamado niño musulmán. No existe nada llamado niño cristiano.” (p. 14)
“Pero otra hipótesis es que la religiosidad de América habría surgido, paradójicamente, del laicismo de su Constitución. Precisamente porque por ley Estados Unidos es una nación laica, la religión se habría convertido en un ente del libre mercado. Las iglesias rivales compiten por los fieles —no menos que por los donativos que ellos aportan— y la competencia funciona con todas las agresivas técnicas de venta del mercado. Lo que funciona para el mundo funciona para Dios, y el resultado es algo que se acerca a la manía religiosa actual existente entre las clases menos educadas.” (pp. 49-50)
“Los místicos se regocijan en el misterio y quieren que siga siendo misterioso. Los científicos se regocijan en el misterio por una razón distinta: les da algo que hacer. De forma más general, […] uno de los verdaderamente nefastos efectos de la religión es que nos inculca como virtud el estar satisfechos con el desconocimiento.” (p. 138)