martes, 3 de enero de 2017

Stephen King
DANZA MACABRA (I)
Madrid, 2006, Valdemar.


 
“La película de horror es una invitación a dejarse llevar simbólicamente por una conducta desviada y antisocial, a cometer actos de violencia gratuita, a consentir nuestras pueriles fantasías de poder, a entregarnos a nuestros miedos más cobardes. Quizá, más que otra cosa, la novela o película de horror nos dice que está bien unirse a la masa, convertirse en un ser completamente tribal, destruir al forastero.” (p. 65)

“La monstruosidad nos fascina porque hace salir al republicano conservador vestido con el traje de tres piezas que todos llevamos dentro. Necesitamos y nos encanta el concepto de la monstruosidad porque es una reafirmación del orden que todos ansiamos como humanos... y permítame sugerir además que no es la aberración física o mental en sí misma la que nos horroriza, sino más bien la falta de orden que estas aberraciones parecen implicar.” (p. 75)

“Lo que parece olvidar el aspirante a escritor de ficción «seria» (que relegaría la trama y la historia al último puesto de una larga lista encabezada por la sintaxis y ese fluir natural del lenguaje que la mayoría de los profesores de escritura universitarios identifican equivocadamente con el estilo) es que las novelas son motores, igual que lo son los coches; un Rolls-Royce sin motor podría ser igualmente la maceta de begonias más lujosa del mundo, y una novela en la que no hay historia se convierte únicamente en una curiosidad, un pequeño ejercicio mental.” (p. 130)

“Los sueños sólo son películas mentales, las sobras y remanentes de nuestra vida en la vigilia entretenidas hasta formar pequeños edredones subconscientes por la ahorrativa mente humana, que siempre se resiste a tirar nada. Algunas de estas películas mentales son de las calificadas X, otras son comedias; algunas son películas de horror.” (p. 139)